Ministerio de Vivienda y Urbanismo llega a los 50 años con el desafío de nuevos cambios
Por Manuel Valencia, El Mercurio.
Ex titulares de la cartera plantean necesidad de modificaciones institucionales para atacar el déficit urbano:
Desde los blocks de los años 60 a los condominios actuales, el Minvu ha convertido en propietarios a más de dos millones de familias chilenas.
La migración desde el campo a la ciudad, que se expresaba en la proliferación de poblaciones “callampa” (llamadas así porque surgían rápidamente) hacía crisis en 1965. En medio de esa cuestión social, un terremoto en marzo terminó por convencer al gobierno de Eduardo Frei Montalva de crear un Ministerio de Vivienda y Urbanismo. A fines de ese año, el ministro de Obras Públicas, Modesto Collados, asumió como su primer titular. De eso ya han pasado 50 años. En ese medio siglo, más de dos millones de familias se han convertido en propietarias.
“El Mercurio” reunió a seis ex ministros de Vivienda de distintos gobiernos y conoció la experiencia de otros tres que no pudieron asistir al encuentro.
“La visión que tuvo Chile al crear este ministerio tan temprano fue muy acertada. Fue muy visionario”, dice Alberto Etchegaray, quien asumió la cartera en la administración Aylwin. Añade que parte del éxito que ha tenido la política de Vivienda pasa porque se fundamenta en una visión de Estado que se perfecciona, pero no cambia profundamente, pese a los cambios de gobierno.
Un ejemplo de ello son los subsidios a la demanda, implementados a mediados de los 80 por los ex ministros Modesto Collados (en su segunda gestión) y Miguel Ángel Poduje. Ese modelo se mantuvo en los gobiernos democráticos, según Gustavo Montero, ministro de Vivienda entre 1988 y 1990: “Una de las virtudes que tuvo el sistema, además de incentivar el ahorro y premiar los méritos, es que no era discrecional”.
Después de 1990, tras la reforma tributaria que duplicó el presupuesto de la cartera, resolver el déficit fue el foco central. Según recuerda Sergio Henríquez, ministro entre 1997 y 2000, “a los gobiernos se les medía por la cantidad de casas que entregaban”.
Ese ritmo tuvo un especial acento en la administración Frei, que construyó cerca de 600 mil viviendas. “Tuvimos que enfrentar una demanda un poco más irritada que en el gobierno de Aylwin (….). Esa intensa producción generó naturalmente varios problemas que nos tocaron”, analiza Edmundo Hermosilla, titular de Vivienda entre 1994 y 1997, en referencia a las llamadas “casas Copeva”, que se filtraron masivamente en los temporales de 1997.
Tras esa crisis, el ministro Sergio Henríquez debió implementar hasta 40 cambios normativos. “En esa época, además, se inició el trabajo de erradicación de campamentos con el plan Chile Barrios”, detalla.
El esfuerzo continuó en la era Lagos, con la implementación de subsidios para obtener viviendas sin deuda. “Había una fuerte satisfacción en sectores medios, pero los primeros tres deciles de pobreza estaban en una situación en que los dividendos de la casa propia se convertían en una pesadilla. También decidimos limitar la cantidad de viviendas por proyecto para no generar el concepto de gueto”, rememora Jaime Ravinet (2000-2004).
Patricia Poblete, ministra en el primer gobierno de Michelle Bachelet, destaca que en su gestión se avanzó “en cantidad, para terminar el déficit; calidad e integración en barrios y ciudades”. Para ello, se crearon instrumentos como el subsidio a la localización, para premiar proyectos mejor ubicados, y un subsidio de reparación (PPPF) para equiparar el estándar de viviendas más antiguas. Ahí también se creó el programa “Quiero Mi Barrio”.
Los planes se mantuvieron en el gobierno de Sebastián Piñera, pero esa administración debió afrontar la reconstrucción de 222 mil viviendas y ciudades tras el terremoto de 2010. “Logramos armar un equipo fantástico que logró sacar adelante la tarea. Eran profesionales jóvenes dedicados al terremoto y a los 20 días de haber asumido teníamos una idea clara del plan”, dice Magdalena Matte, ministra entre 2010 y 2011. Su sucesor, Rodrigo Pérez, debió dejar casi concluido el proceso. “Nuestra administración estuvo fuertemente marcada por el terremoto, pero no fue lo único. Algo que aprendí en políticas públicas es la importancia de la gradualidad y la continuidad. Introdujimos el subsidio de arriendo e intentamos perfeccionar, de acuerdo a nuestra visión, lo que había”, señala.
A juicio de Pérez, el desafío del Minvu pasa tanto por una reforma institucional como por abordar el déficit urbano. “Hay que ir en la dirección de aumentar significativamente el peso del presupuesto urbano, que avanzó a un 30% del presupuesto, y tener un Ministerio de Ciudad y Territorio”. Concuerda la ex ministra Sonia Tschorne (2004-2006): “El problema que no hemos sido capaces de abordar aún es el de adaptarnos a los estándares requeridos para abordar el gran déficit urbano que tenemos”.
Para Alberto Etchegaray “se debe invertir en urbanismo para tener ciudades más justas, porque esa inequidad golpea grave y cotidianamente”.
La actual ministra Paulina Saball dice que el desafío del Minvu es retomar la armonización entre temas urbanos y habitacionales. “Tenemos que jugarnos por propósitos como ciudades más inclusivas, equidad territorial, mayor participación de las personas e instrumentos más ágiles y permanentes”.