Desde 1980, Chile sufre un promedio de dos desastres naturales de origen geológico cada año
Por Sebastián Sottorff, El Mercurio.
Catastro del Sernageomin:
Inundaciones, desbordes y aluviones han arrasado el país de norte a sur. Organismos técnicos preparan un mapa de riesgo para enfrentar catástrofes.
Por nuestra geografía, los desastres naturales parecen estar en el ADN del país. Esto, porque probablemente casi no hay chilenos que no hayan sido sorprendidos por la fuerza de la naturaleza alguna vez.
Y a la prevalencia de las erupciones volcánicas y terremotos, nuestro territorio registra un no menos importante número de otras catástrofes.
Por esa razón, el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) elaboró un catastro de desastres naturales asociados a riesgos geológicos, como los aluviones, aludes, inundaciones y desbordes de ríos.
El compendio, basado en los datos disponibles desde 1980, arrojan una impresionante cifra: en los últimos 35 años, nuestro país ha sido azotado por setenta desastres naturales de este tipo. Una media de dos al año.
Uno de los más recordados se generó en 1982, cuando el hoy tímido torrente del río Mapocho se desbordó en Vitacura y generó una serie de inundaciones que marcaron a los capitalinos hasta hoy.
A los más de quince mil damnificados, se sumaron inéditas postales: la rotonda Pérez Zujovic completamente inundada y un Austin Mini blanco rodando hacia el furioso caudal capitalino.
“Los peligros geológicos son de diverso tipo. Por ejemplo, respecto de aquellos de origen volcánico, el Estado ya tomó cartas en el asunto, porque era lo que correspondía tras las erupciones de los volcanes Chaitén y Llaima en 2008. Ese año se resolvió a crear la Red Nacional de Vigilancia Volcánica”, explica el director nacional del Sernageomin, Rodrigo Álvarez, quien detalla que hasta ahora no pasa lo mismo en el caso de aluviones, deslizamientos o desbordes.
En ese sentido, la autoridad explica que el servicio ya está trabajando en el “mapeo” de estos riesgos, sin embargo, no se cuenta con todos los recursos disponibles.
Por eso, Álvarez sostuvo ayer una reunión con el presidente de la Cámara de Diputados, Marco Antonio Núñez (PPD).
En la cita, el parlamentario comprometió su apoyo para la creación y financiamiento de un Plan Nacional destinado a estudiar estos desastres.
Otro desastre relevante de los últimos 35 años ocurrió el 18 de junio de 1991 en Antofagasta, cuando un aluvión de piedras y barro arrasó con parte de la capital de la Segunda Región, ocasionando la muerte de 91 personas y pérdidas materiales estimadas en US$ 80 millones.
Igual de destructivo fue el aluvión que afectó a la quebrada de Macul el día 3 de mayo de 1993, en el sector sur oriente de la capital. Ese día, los flujos de piedras y barro generados por las lluvias, provocaron la muerte de 26 personas y la destrucción de 307 viviendas.
Un poco más recientes, hay dos hechos similares que también provocaron un gran nivel de daños. El primero tiene que ver con las inundaciones que este año afectaron al norte del país y el segundo se registró en junio de 2005, cuando una serie de deslizamientos y aludes en Concepción ocasionaron la muerte de cinco personas y dejaron a más de 6.900 personas damnificadas.