Columna: Historia y presente del Observatorio Astronómico del cerro Santa Lucía
Por Luis Castillo Rojas. Estudiante de Licenciatura en Historia cuarto año de la Universidad Alberto Hurtado.
“El cerro Santa Lucía es una completa monografía que abraza la historia de sus distintos periodos, desde el Huelen primitivo, cuando fue peñón estratégico indígena y altar de los ritos mapuches, hasta que en el último cuarto de siglo pasado fue transformado en grandiosa belleza ornamental de Santiago por el esfuerzo entusiasta de Benjamín Vicuña Mackenna, quien era al mismo tiempo un incansable trabajador y un efervescente cerebro de artista…”
De esta forma una revista de 1901 se refería al otero que actualmente encontramos en el centro de Santiago, para muchos es indudable que en esta expresión de la naturaleza la historia ha dejado su huella, solo basta con visitar sus dependencias para reconocer un legado arquitectónico del siglo XIX o buscar información en la web que nos hable de su historia. Sin embargo lo que ha quedado muy de lado, y a la vez es expresión de la historia científica del país, es el observatorio astronómico que en este se erigió, que es incluso previo a la remodelación fomentada por Vicuña Mackenna entre 1872 – 1874.
La historia de la astronomía nacional data de 1842, cuando Bernardo O´Higgins yacía moribundo en Lima, redactó un manuscrito dirigido al presidente Manuel Bulnes para recordarle que había cedido todos los animales de su hacienda junto con una considerable cantidad de dinero al ejército chileno para la causa independentista. Por ello exigió al Estado una compensación, pero una parte de este dinero debía ser destinado a la construcción de un observatorio astronómico en el cerro Santa Lucía, con el fin de fomentar el progreso de los estudios científicos al interior del país.
Sin embargo, la solicitud de O´Higgins no se cumplió, pero se construyó un observatorio en dicho lugar en 1849, cuando llegó al país una expedición militar de la marina de Estados Unidos liderada por Melville Gilliss. Esta tenía por objetivo estudiar los cuerpos de Venus y Marte con el fin de calcular la distancia de la tierra al sol. Finalizada la expedición, el 17 de agosto de 1852 el presidente Manuel Montt compró las instalaciones del cerro a la comisión extranjera, pasando a convertirse en el primer Observatorio Astronómico Nacional que dependería del Ministerio de Instrucciones Públicas.
En la siguiente imagen, que es parte de la obra de Francisco Antonio Encina de 1976 editorial Zig-Zag, evidenciamos que entre la “Plazuela” y la “Plaza del Lago” se encuentra la “Plaza del Observatorio”, justo en la cima.
En 1856, el observatorio se muda a sus nuevas instalaciones en Quinta Normal, donde será reconocido a nivel internacional por sus positivos resultados. Lo que una vez fue el observatorio del cerro Santa Lucía desapareció, dejando solo piedra carcomida y moho para los gusanos.
Podemos conocer grandes vestigios del pasado por medio de estos hechos, como la instauración de las ciencias en los campos de investigación académica hasta las relaciones internacionales que tenía el país. Actualmente el cerro Santa Lucía es parte de los atractivos turísticos de Santiago y se encuentra en un lugar privilegiado de los conjuntos patrimoniales y páginas web de la ciudad. Sus principales atracciones son:
• El castillo Hidalgo y sus alrededores
• La plaza Pedro de Valdivia y su monumento
• El mural en homenaje a Gabriela Mistral
• La fuente y escultura de Neptuno
• El antiguo camino del ferrocarril
Pero los vestigios del primer observatorio nacional no están considerados como un atractivo turístico, ni entre los planes de restauración. Una parte de la memoria e identidad del Chile del siglo XIX está en dichas ruinas históricas, silenciadas por una fachada moderna que no tienen ningún grabado que dé cuenta de su existencia, sin embargo, en la ladera del cerro, aún quedan vestigios de una de las primeras edificaciones que estuvo en la cima de este, sellados por una gran puerta que no está lejos del destino de lo que habita en su interior.
Hace un par de semanas atrás se celebró el “Día del Patrimonio Cultural”, un día que, fuera de recordar nuestro legado histórico material, nos muestra que el patrimonio se ha convertido en un conjunto de elementos tangibles e intangibles elaborados por la interacción de las sociedades humanas. En la celebración de este participan diversas organizaciones nacionales, pero en base a lo presentado evidenciamos que aún nos quedan temas pendientes con nuestro patrimonio histórico.