Tres prácticas para mejorar la resiliencia urbana
A pesar que más de 9 mil kilómetros separan a Rotterdam (Países Bajos) y Ho Chi Minh (Vietnam), estas ciudades tienen relieves parecidos que las llevan a estar expuestas a los mismos riesgos, principalmente inundaciones. De hecho, se estima que un tercio de la ciudad vietnamita corre el riesgo de inundarse y que en 2025 serían dos tercios, mientras que Rotterdam pudo disminuir estos porcentajes.
Esta condición llevó a ambas ciudades a firmar un acuerdo en el marco del C40 o Grupo de Liderazgo de Ciudades contra el Cambio Climático, para que Rotterdam asesore a Ho Chi Minh en la adopción de una Estrategia de Adaptación Climática que le permita enfrentar las inundaciones y gestionar de mejor manera la infraestructura para el uso del agua.
La asociación hace posible que compartan recursos técnicos y experiencias en temas comunes, una práctica que el blog The City Fix reconoce como una práctica propicio para mejorar la resiliencia en las ciudades.
A continuación te contamos qué es la resiliencia urbana y las demás prácticas seleccionadas por TCF para desarrollarla.
Definiciones para resiliencia urbana
En el 7º Foro Urbano Mundial, organizado por el Programa de Asentamientos Humanos de Naciones Unidas (ONU-Habitat) y realizado en abril del año pasado en Medellín, el organismo publicó un texto en el que sostiene que las ciudades pueden alcanzar mejores estándares de resiliencia a través de cuatro áreas: ambiental, demográfico, espacial y socioeconómico.
En este sentido, afirma que la resiliencia hace posible “reducir y reorientar las inequidades sociales, económicas y ambientales en áreas urbanas. De este modo, la resiliencia es tanto un protector de los beneficios del desarrollo, como un conducto para el desarrollo sostenible futuro”.
Otra definición es la que maneja la organización 100 Ciudades Resilientes, dependiente de la Fundación Rockefeller, y que consiste en que las ciudades implementen estrategias para mejorar su capacidad para sobreponerse a desastres naturales y crisis que puedan ocurrir en otras áreas, como economía, transporte y seguridad.
En palabras del presidente de la organización, Michael Berkowitz, “la resiliencia urbana es más que enfrentar inundaciones o terremotos, sino que también se deben atender situaciones crónicas, como el desempleo, la inequidad o la falta de viviendas”, según dijo a El Mercurio.
Esta declaración la hizo en una visita a Santiago, ciudad que fue escogida por la organización para integrar su red después de conocer la propuesta presentada por la Organización Resiliencia Sur. Este plan conlleva a que Santiago obtenga asesoría para ser una ciudad mejor preparada.
Una tercera definición es la de la red de arquitectos, ingenieros, urbanistas, Resilient City, que considera que no solo las ciudades están expuestas, sino que también las comunidades y que los riesgos sobre el cambio climático y la escasez de recursos naturales se vinculan al aumento de la población.
¿Cómo mejorar la resiliencia en las ciudades?
El aprendizaje y los recursos técnicos que Rotterdam y Ho Chi Minh están compartiendo, se resume en un traspaso de información que se debe entregar adecuadamente a la población. Para The City Fix, este hecho hace posible que los habitantes sepan cómo reaccionar durante una emergencia y relacionarse con los sistemas de la ciudad.
A esta práctica se puede agregar el desarrollo de información local que consiste en tener estudios que expliquen cómo es cada sector de la ciudad, a qué riesgos se exponen y, en caso que ocurra uno, cómo esto afectaría a las personas. Sobre esto, un ejemplo es la actualización que se le hizo al Plan NYC tras el huracán Sandy. En el estudio se incluyeron mapas de inundaciones y recomendaciones para proteger a los habitantes, los edificios, la infraestructura y el borde costero, entre otros temas.
Por último, una buena comunicación y coordinación entre los diferentes departamentos de los organismos públicos, es un punto que debe prevalecer en los momentos de crisis. De esta manera, se puede trabajar con más tiempo, ahorrar recursos y actuar de forma más eficiente.
La importancia de esta práctica se puede notar cuando no está presente, tal como ocurrió en las inundaciones de Bangkok en 2011. En ese desastre, la ciudad tuvo que ser dividida en cuatro áreas para construir muros de contención. Sin embargo, esto llevó a los funcionarios a no saber cómo auxiliar a los habitantes más vulnerables.