Gobierno implementará nueva restricción vehicular “inteligente” desde el próximo año
Por Manuel Valencia, El Mercurio.
Medio Ambiente analiza diversificar los sellos verdes para diferenciar vehículos según emisiones contaminantes:
Expertos piden igualmente medidas para que se controlen emisiones y también con el propósito de evitar la propagación de la nube de esmog a zonas cercanas a la capital.
Santiago tiene hoy el parque vehicular menos contaminante de la región, con apenas un 8% (48 mil) de automóviles sin convertidor catalítico que circulan por apenas un promedio de tres kilómetros diarios.
Sin embargo, pese a las avanzadas tecnologías de emisión presentes en el mercado automotor chileno, el volumen de ese mismo parque preocupa a las autoridades. En total, la Región Metropolitana concentra 1.828.033 vehículos (según el último anuario del parque elaborado por el Instituto Nacional de Estadísticas) y cada año ingresan 300 mil más.
De acuerdo al inventario de contaminantes de la Universidad de Santiago (Usach), esa masa de vehículos genera 960 toneladas de material particulado fino (MP 2,5: el más dañino para la salud humana) al año, lo que representa el 21% del total de 4.599 toneladas de MP 2,5 emitidas.
Para reducir este impacto, las autoridades trabajan en una nueva generación de restricción vehicular, que debutará en el nuevo plan de descontaminación de MP 2,5, fijado para el próximo año (aunque ya ha trascendido que por eventuales retrasos partiría en abril de 2017).
Esta llamada “restricción vehicular inteligente” incluye ideas como la diversificación del actual sello verde: considerando que los vehículos con convertidor catalítico sin mantención en cinco años contaminan casi lo mismo que otro sin este implemento, se busca diferenciar a los autos por año, tipos de combustible que usan y otras consideraciones. Así, en lugar de un sello verde único podría haber sellos para motorizados eficientes como los eléctricos e híbridos (que serían premiados con “exenciones” en futuras preemergencias y emergencias ambientales). Habría también otro, por ejemplo, para vehículos que funcionan a diésel y otros para los de fabricación antigua o nueva.
“Como en 1991 se decidió una restricción vehicular permanente que eximía a los más limpios, hoy hay un saco de tecnologías entre diésel nuevo, diésel viejo, vehículos a gasolina viejos y nuevos. Hay que pensar nuevas soluciones, redefinir un sello. La discusión ahora va por tecnologías, normas de emisión, años de entrada, tipos de combustible. Al diferenciar sellos, por ejemplo, se logra focalizar más las medidas. La idea es avanzar a una restricción más inteligente, para el tipo de contaminante que queremos reducir y controlar”, explica el subsecretario de Medio Ambiente, Marcelo Mena.
A modo de ejemplo de la idea que se estudia, en un día de preemergencia ambiental podrían salir los vehículos más contaminantes y eximirse a los no contaminantes como autos eléctricos e híbridos, identificados en un sello especial, lo que haría más fácil su fiscalización.
El especialista en contaminación atmosférica de la Usach Ernesto Gramsch dice que valora la idea, pero cree que antes de restringir, el Gobierno debe trabajar en mejoras al transporte público. “Se está poniendo la carreta delante de los bueyes. Hay que generar un transporte público que sea utilizado”. La idea la comparte su par en la casa de estudios Patricio Pérez. “Ideas como la que se adopta en Portland, de establecer transporte público gratuito en zonas céntricas es interesante. Se gana también en eficiencia”.
Para el profesor de la UC y máster en planificación urbana Raimundo Cruzat, se deben también implementar en forma permanente los ejes ambientales como vías exclusivas. “Es más fácil que la gente acate medidas estables, como sucede con la vía reversible de Presidente Riesco. También se deben desincentivar los vehículos que funcionan a diésel y terminar con el fomento tributario del que hoy gozan”.
Más allá de la cuenca capitalinaSegún los análisis de la Usach, la nube de esmog se “expande” con los vientos de la tarde hacia el norte, sur y poniente. Así, otras cuencas como la de San Felipe y Los Andes son invadidas por la nube santiaguina (como se aprecia en la fotografía), lo que expone a esas poblaciones a material particulado, de acuerdo al subsecretario Mena. De todas formas, el Gobierno no tiene previstas medidas para otras regiones cercanas que contribuyen o sufren de la contaminación santiaguina. “Para eso trabajamos en normas que redujeron en 90% las emisiones de azufre de Caletones o planes de descontaminación específicos como el de Rancagua. Podríamos pensar en el futuro en planes interregionales también”, afirma Mena.