¿Sirve la restricción vehicular?
Por Cristina Espinoza y Carlos Reyes, La Tercera.
Algunos expertos dudan de la eficacia de la medida, tras su nulo impacto el fin de semana cuando hubo 300 mil autos menos en las calles.
Lunes 22 de junio, cuando en Santiago regían las medidas por Emergencia Ambiental, el flujo vehicular en la hora punta de la mañana bajó 14,6%. Ese día había restricción de ocho dígitos para vehículos no catalíticos, y cuatro para los con sello verde. Al día siguiente, con Santiago en Preemergencia (restricción de seis para no catalíticos y dos para catalíticos), el flujo bajó 5,5%, según la Unidad Operativa de Control de Tránsito (UOCT).
Si bien la restricción vehicular tiene impacto en la baja de emisiones, también influyen las emisiones de fuentes fijas industriales y la calefacción a leña. Cuánto bajen las concentraciones depende, además, de las condiciones meteorológicas.
Estos últimos factores influyeron en la nula baja de la contaminación el fin de semana, cuando a pesar de que había 270 mil vehículos menos en Santiago por el fin de semana largo, y que incluso el sábado hubo aún menos por restricción, igual el lunes se decretó preemergencia.
“La ventilación estaba tan mala que las emisiones de días previos, de miércoles a viernes, se quedaron en la cuenca, y siguieron aumentando a pesar de que había menos vehículos. Las emisiones de vehículos bajaron, pero como había tanto acumulado, no alcanzó para limpiar bien el aire”, dice Héctor Jorquera, investigador de la U. Católica. Agrega que el aporte de los vehículos a la concentración puede llegar al 50% algunos días y que por ello debería evaluarse implementar en forma permanente las hoy llamadas vías ambientales exclusivas.
Pero para Rodrigo Troncoso, experto de Libertad y Desarrollo, “paralizar cerca de mitad de los vehículos, como ocurrió el día de la Emergencia, se nota como medida, pero no es lo más efectivo”. “Este problema se debe plantear en un contexto de mediano y largo plazo y no atendiendo a una contingencia particular, con medidas que pueden ser muy costosas y que no sabemos cuál es su real efectividad”. Agrega que, en el caso del MP 2,5, los vehículos livianos “son responsables de forma directa en una parte muy menor”, por lo que “quizás no sea alta la efectividad de medidas orientadas hacia vehículos livianos, sean estos catalíticos o no”.
Louis de Grange, experto en transportes de la U. Diego Portales, asegura que la restricción a catalíticos, para efectos de contaminación, “es casi irrelevante”. “Lo hemos visto en los últimos episodios críticos que pese a haber restricción, los índices de calidad del aire no han mejorado e, incluso, han llevado a decretar emergencia o a mantener la preemergencia. Mi impresión es que no se ha podido detectar, en los episodios críticos de este año, que producto de la restricción a los catalíticos se haya observado una reducción en los índices de contaminación”.
Para De Grange, debe mejorarse la fiscalización. “La contaminación es por la leña y los camiones. Entonces hay que aumentar la fiscalización. También se pueden aplicar subsidios a hogares más pobres que usan leña y a los camiones para renovar la tecnología. Esas dos cosas son mucho más efectivas”.
Luis Díaz Robles, experto de la U. de Santiago, apunta al uso de leña para calefacción como causante de la nula baja en la contaminación. “Comunas más pudientes que emiten más por la combustión residencial de leña, son las que hoy tienen una aire de mejor calidad y las comunas que están más abajo en el valle, son las más contaminadas. En las comunas más pudientes, hay más vehículos per cápita, entonces las medidas de descontaminación deben considerar estas situaciones”, dice. Por ello sugiere restringir o prohibir el uso de combustión residencial de leña y mayores impuestos por tener más de un auto.