Vagones del metro se convierten en “escenario” de cantantes y vendedores
Por Pamela Gutiérrez, El Mercurio.
Metro dice que son “actividades ilícitas” y que afectan la seguridad de los viajes:
Según el experto en transportes Louis de Grange, el fenómeno se da especialmente en la línea 4, porque los coches son 10 metros más largos que los de las demás rutas.
Puede ser un joven cantante acompañado de su guitarra, un trío de jazz o un solitario intérprete de boleros. En el intermedio, pueden pasearse los vendedores de agujas, tijeras, chocolates, chicles y arrocitos. El “escenario” son los vagones de la línea 4 del metro.
En un recorrido efectuado por “El Mercurio” el martes pasado desde las 11:33 hasta las 14:30 horas entre las estaciones Tobalaba y Puente Alto se pudo constatar que subieron y bajaron ocho grupos musicales y 16 vendedores.
Metro desaprueba estos espectáculos en los coches aduciendo que, por ejemplo, “los instrumentos y amplificadores podrían golpear a un pasajero en caso de un movimiento brusco”. La empresa asegura que hay fiscalización, aunque en el recorrido de dos horas y 45 minutos solo subió un guardia a un coche.
Entre los músicos había un trío de jazz, con saxofón, guitarras eléctricas y parlantes, que subieron en la estación Los Orientales. Mientras ellos interpretaban melodías, con volumen moderado, se paseaban un vendedor que ofrecía turrón de maní y chicles sin azúcar -“¿Quién dijo yo? ¡Aproveche la oferta!”- y un vendedor de cintas adhesivas para ventanas. En la estación Macul se detiene el espectáculo: “¿A alguien más le gustó la música? ¿Alguna cooperación?”, pregunta uno de los músicos entre los pasajeros. Finalmente, se bajan en la estación Vicuña Mackenna, tras 12 minutos de haber estado a bordo.
Pese a que Metro asegura que tanto los cantantes como los vendedores efectúan “actividades ilícitas”, los vendedores parecen no saberlo, pues hasta se acumulan tres comerciantes ofreciendo al mismo tiempo sus productos, como ocurrió entre las estaciones Vicuña Mackenna y San José de la Estrella. La oferta consideraba desde chocolates a costureros.
Los grupos musicales, en tanto, se producen para ofrecer su espectáculo: a las 12:20 se suben en la estación Sótero del Río tres hombres: desde un bolso, uno de ellos saca un soporte, lo instala y coloca un órgano; el otro, la guitarra eléctrica; el tercero, el micrófono y el parlante. Antes de empezar, hacen prueba de sonido y en la siguiente estación, Elisa Correa, uno de los cantantes saluda, y comienzan los acordes del órgano y la guitarra con “Mi Prisionera” ante la indiferencia de los pasajeros: jóvenes leen fotocopias de estudio; otros conversan. En la estación Trinidad suben dos señoras de la tercera edad con cierta dificultad, ya que los cantantes obstaculizan la puerta.
El espectáculo culmina con la canción “Te he prometido”, tras aplaudirse ellos mismos, sin eco de los usuarios; en la estación Rojas Magallanes piden al público una colaboración de los pasajeros, y se bajan en la estación Vicuña Mackenna. Pasaron por siete estaciones en diez minutos de espectáculo.
En el “intermedio” de seis minutos, un vendedor ofrece chicles. A las 12:46, en Los Orientales sube un señor vestido con chaqueta roja, jokey y con un parlante que le sirve de banda de sonido para karaoke. Parte con el bolero “Cómo fue”, de Benny Moré, y con “Cien Kilos de Barro”, de Enrique Guzmán.
Tres estaciones después, en Príncipe de Gales, ofrece un CD a $1.000 con sus propias interpretaciones de conocidos boleros. Se baja en Francisco Bilbao.
En la segunda vuelta suben otros cantantes, de diversos géneros: folclor, hip hop o música popular.
Según el experto en transportes Luis de Grange, en la línea 4 suben más cantantes y vendedores, porque sus coches tienen 23 metros de largo, mientras que los de otras rutas miden 13. “En la línea 4, los viajes son más largos y la gente escucha el show completo. Como los coches son más grandes, (hace) más atractivo el negocio”.
Variedad
Todos los estilos de música y productos de distinta naturaleza se ofrecen en el metro.