Opinión. Mall Barón: ¿necesidad o ficción?
Por Tomás Villarroel. Historiador, magister en Historia de la Universidad de Chile, doctor en Historia Contemporánea en Universidad de Würzburg, Alemania, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez. Investigador de Fundación P!ensa.
Hay un tema sobre el desarrollo de Valparaíso que comienza a parecerse a un eterno retorno: la discusión sobre la construcción de un mall junto al mar en el sector Barón. El debate ya lleva años y la cuestión puede comenzar a parecer rancia. El tema, sin embargo, es más actual que nunca. Toda vez que la pregunta respecto de la construcción del Terminal 2, al menos desde el punto de vista de las autoridades locales, regionales y nacionales, parece zanjado. Es cierto que hay que esperar aún la Evaluación de Impacto Ambiental y Patrimonial, así como las objeciones que pueda presentar la UNESCO.
Con todo, el tema subyacente de Valparaíso -esta es la paradoja e ironía que grita al cielo- es el problema de que sus habitantes (y visitantes) no tienen acceso al mar. El mar se encuentra clausurado, segregado por vías, contenedores y sitios eriazos. Parece el sueño de Borges en Las Ruinas Circulares. Contradiciendo la tendencia mundial, que ha integrado el frente marítimo a la ciudad, el mar es un privilegio que sólo se puede apreciar desde la distancia. Y esto en una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad.
Algunos argumentarán -no hace falta mencionar a los que, dado que lucrarán, están literalmente “interesados” en el desarrollo del proyecto- que la construcción del mall en el sector Barón vendrá a solucionar ese problema. Parece, sin embargo, una visión miope. Por una parte, porque en poco tiempo existirán dos centros comerciales en el mismo sector. Ya existe en la Avenida Argentina el complejo Jumbo-Paris-Easy. Da la impresión que se olvida y, peor, que se ignora que a pocos metros y en la misma Avenida se construirá un segundo mall de proporciones: la demolición y el hoyo gigantesco ya están. ¿Es necesario un tercer centro comercial en el mismo sector de la ciudad?
Es cierto, por otra parte, que las avenidas Argentina y Pedro Montt, con todo el esplendor que tienen en potencia, se encuentran muy venidas a menos y con mucho comercio de baratijas. Un mall, sin embargo, no solucionará el problema, sino que al revés lo agravará. Ya tenemos el caso admonitorio del mall en 14 Norte y sus consecuencias nefastas para el centro de Viña y la calle Valparaíso. El centro comercial en Barón y el desplazamiento de muchos comercios hacia ese sector afectará no sólo al sector del Almendral, sino a toda la ciudad generando una desvalorización de su plan, cuando lo que necesita la ciudad es justo lo contrario: una redensificación del plan.
Una última consideración dice relación con el aporte estético del mall y su relación con el conjunto de la ciudad. Los planos indican que serán unos gigantescos y feos galpones que no guardan ninguna relación con el conjunto arquitectónico-urbanístico y patrimonial de la ciudad. El problema de fondo radica en que no son los agentes privados -con todo el aporte que pueden hacer en otros ámbitos, pero que en este caso anteponen el profit- los que se deben hacer cargo de la concepción y del diseño de algo público como son los espacios públicos y, en general, la polis.
Es de perogrullo, pero es la política la que se debe hacer cargo de la concepción de nuestros espacios públicos, en este caso, del acceso al mar. Y si el municipio de Valparaíso no puede financiar la construcción de un paseo costero con estándares urbanísticos internacionales -como lo hizo, entre otros, Barcelona-, pues bien, tendrá que hacerlo el gobierno central a través del Subdere u otros.
¿Es mucho pedirle a un país que se jacta de haber alcanzado los 20.000 dólares de ingreso per cápita? Un borde costero, sin mall, pero con espacios amplios, amables y de calidad, y -porqué no- con comercios, restaurantes, bares y cafés, pero a escala humana, serían un legado que las generaciones presentes y venideras agradecerán.