Los “atentados” publicitarios al turismo patrimonial
Por Manuel Valencia, El Mercurio.
Letreros como el que bloquea el puente Pío Nono generan un perjuicio estético silencioso.
El puente Pío Nono es, probablemente, uno de los más transitados por los turistas que llegan a Santiago. Su posición estratégica como paso obligado hacia los principales accesos al cerro San Cristóbal atrae en forma natural a los turistas que aprovechan de sacar fotos al Mapocho, al Teatro del Puente y -hacia el oriente- a la cada vez menos nevada cordillera.
Hoy casi ningún turista se detiene en el puente a apretar un obturador. Los visitantes pasan raudos entre los fierros de una estructura publicitaria que cada año se instala sobre el puente con una excusa similar: financiar la restauración patrimonial del mismo viaducto.
Hace 20 días la municipalidad reinstaló el puente por tres meses, con el mismo argumento: “Lamentablemente es un sector en el cual hay daño permanente en la vía pública. No hay ningún contrato que resista hacer una mantención de este puente”. Un fin noble y ya recurrente que oculta varias externalidades.
En 2011 la gigantografía desataba el envío de cartas a los diarios. En 2013, el especialista patrimonial Jorge Atria criticaba: “la medida es nefasta. Ese puente es muy frágil en términos visuales y esto le genera un menoscabo a su valor patrimonial”. Hoy algunos transeúntes se quejan. “Los fierros no solo son feos, sino que molestan y hacen más oscuro el puente, lo que atrae (a vendedores) ambulantes y delincuencia”, dice Pablo Hernández, vecino del sector.