¿Por qué llovió tanto?
Por Cristina Espinoza, La Tercera.
Una conjunción de condiciones meteorológicas, que incluyen el debilitamiento del Anticiclón del Pacífico y la presencia del fenómeno de El Niño, provocaron una tormenta perfecta sobre la zona central del país. Un evento extremo, pero no tan inusual, que la prolongada sequía nos había hecho olvidar.
Dos condiciones hicieron que el actual sistema frontal llegara directo a la zona central, donde hasta ahora el agua había sido esquiva o mezquina: el debilitamiento del anticiclón subtropical (alta presión atmosférica que provoca la ausencia de precipitaciones) que estaba frente a las costas chilenas, y el desplazamiento hacia el sur de la alta presión del océano Atlántico Sur, que permitió el paso de frentes hacia esta zona.
Pero fue la humedad proveniente del Ecuador -propiciada por el fenómeno de El Niño-, lo que aportó a la formación de un llamado “río atmosférico”, movimiento de vapor de agua en dirección al continente, que ha mantenido constante la disponibilidad de agua precipitable (lluvia).
“Se veía potente desde el principio”, dice el climatólogo Roberto Rondanelli, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2). La razón principal, explica, tiene que ver con el transporte de vapor de agua del Pacífico tropical (el mencionado “río atmosférico), “inusualmente activo por el fenómeno de El Niño. La precipitación se mueve desde el Pacífico oriental al central y la mayor temperatura superficial del mar hace que haya más vapor de agua”, indica.
El climatólogo recuerda que vio eventos tan intensos en los años 1982, 1987, 1997 y 2002, casi todos años en los que se presentó el fenómeno de El Niño.
“El alto contenido de humedad es la razón de por qué esta tormenta ha sido tan intensa”, dice Jason Nicholls, meteorólogo de AccuWeather que ha estado monitoreando el evento. “Esta tormenta se debe, en parte, a El Niño (de intensidad) moderada a fuerte, que ha ido evolucionando y fortaleciéndose desde abril. A pesar de tener condiciones de El Niño en vigor desde abril/mayo, el patrón típicamente húmedo para el centro de Chile ha sido muy lento en desarrollarse. La principal razón de la demora fue un fuerte anticiclón en Chile central que estaba dirigiendo las tormentas bien al sur. El anticiclón finalmente se debilitó en julio, gracias al fortalecimiento de El Niño, que ayudó a abrir la puerta para los sistemas de tormentas”, dice.
Arnaldo Zúñiga, meteorólogo de la Dirección Meteorológica (DMC), dice que el actual fenómeno es extremo, pero recuerda que también ocurrió en agosto de 1987, cuando se promediaron unos 98 mm en 24 horas, y en 2008, con 74 mm en un día, ambos sobre el promedio climatológico para ese mes (51,8 mm). “Es improbable que se repita un evento tan intenso dos veces en el mismo periodo, pero estamos con el fenómeno de El Niño y es posible que haya más eventos (aunque más débiles)”, señala.
Según al pronóstico, la intensidad debería bajar este viernes, pero se reactivará el sábado y continuará húmedo por unos días.
Diego Campos, meteorólogo del Centro Nacional de Medio Ambiente (Cenma), agrega que el sábado una masa de aire frío se unirá al sistema, otorgando más inestabilidad a la zona del Pacífico entre Valparaíso y Concepción. “Esto hará que se desarrolle una baja presión en las costas. Ese sistema será intenso en vientos, chubascos y probables tormentas eléctricas”, indica.
Con todo, ni superando los niveles históricos en 24 horas se logrará revertir la sequía, al menos en Santiago, dice Rondanelli. “Mientras no logremos terminar en año normal, nos queda por recorrer. Hay que llegar por lo menos a 270 mm. Queda mucha lluvia para revertir el año seco, porque no llovió nada hasta julio y el déficit es muy grande todavía”.
En las regiones de Atacama, Coquimbo y Valparaíso, no obstante, sí terminará siendo un año normal, dice. El comienzo del fin de la sequía.