Carta: Reflexiones sobre el impacto patrimonial en una ciudad – puerto como Valparaíso
Por Gonzalo Ilabaca Astorga. Vocero del Pacto Urbano La Matriz. Pintor, ciudadano ilustre de Valparaíso.
El término Impacto Patrimonial es nuevo para nosotros, pero esto no impide analizarlo a través de nuestros tres cerebros: el intuitivo, el emocional y el racional…O sea, hablamos desde el punto de vista del habitante, donde lo que importa del patrimonio es vivirlo.
Creo que las ciudades-puertos requieren un concepto patrimonial particular, puesto que todo puerto -en su esencia- no sólo transporta mercaderías sino personas, ideas y culturas. A eso lo llamamos el patrimonio intangible. Por lo tanto, en los puertos lo intangible es tan fundamental como las mercaderías y diría que hasta se complementan, porque las mercaderías pasan y lo intangible muchas veces permanece, y a veces se cristaliza y se transforma en cultura y es ahí cuando las ciudades-puertos entran en su máxima potencia: y ese es el momento que aparece el patrimonio.
¿Donde están los miles de quintales de trigo que se embarcaron en Valparaíso con destino a la fiebre del oro de San Francisco en 1855?
¿O el piano Steinway y los sombreros Bowler que mandaron desde Londres en 1910 a la familia Waddington?
¿Donde están las 10 toneladas de guindas cosechadas en Curicó que salieron de Valparaíso la asoleada tarde del 23 de marzo del 2003?
Todo eso ya pasó, permitiendo el maravilloso comercio entre los pueblos.
El rock entró como un intangible a Chile por el puerto de Valparaíso en un mercante que traía vigas de acero de Liverpool a principios de los ´60 o quizás venía de Filadelfia. Entonces nacieron Los Jaivas en Valparaíso y su música se quedó entre nosotros y es la banda más querida de Chile. Valparaíso es la ciudad más cantada de Chile y las canciones que hablan de él también viajaron por barco desde y hacia el mundo mucho antes que existieran los aviones comerciales. Valparaíso siempre ha sido una inspiración.
Y el fútbol también entró a Chile por Valparaíso. El espíritu de los inmigrantes, el fútbol y la música son intangibles que se cristalizaron acá y enriquecieron la sociedad porteña y la de Chile. El futbolista chileno que más temporadas ha jugado en el extranjero es de Santiago Wanderers y se llama David Pizarro y el defensa más famoso del fútbol chileno también era del Wanderers y se llama Elías Figueroa. Y la defensa ciudadana que lleva más temporadas defendiendo al anfiteatro y a su borde costero, también es de Valparaíso. El incendio más grande de Chile ocurrió acá en el 2014 y al otro día los siniestrados ya estaban martillo en mano haciendo -una vez más- una casa para su familia. Las casas de los porteños se adecúan a la geografía así como ellos se adecúan a sus vidas. No es que esté mezclando peras con manzanas, sólo quiero llegar a lo siguiente: el Patrimonio de la Humanidad en Valparaíso es la Humanidad de su Patrimonio: su gente. La zona Unesco en Valparaíso es un símbolo, una espléndida estrategia para poder potenciar esa cultura y hacerla aparecer en el mapa del mundo….
La geografía del anfiteatro y del puerto en la bahía, ha moldeado una cultura imperfecta pero diferente a todas, la cultura de la promiscuidad y el tesón, de la fiesta y el comercio, de la indolencia y la tolerancia, de la belleza y la tragedia, de la autogestión y la viveza y de toda esa mezcla sale algo que se llama la experiencia. De esa experiencia multicultural salieron y siguen saliendo canciones, casas, hoteles, bodegas, oficios, perros vagos, clubes sociales, hijos e historias. Vivir y visitar Valparaíso es una experiencia. Hasta manejar un auto aquí es una experiencia. Eso “vivencial” es precisamente la gran riqueza de Valparaíso.
Por lo tanto, el Impacto Patrimonial debe medir el riesgo de los proyectos que amenazan esa riqueza de cómo el porteño habita su territorio y no deber ser tergiversada, como un comodín ante la Unesco, para reivindicar aquellos edificaciones y murallas de containers que pretenden levantar en el borde costero, como el Mall Barón, el VTP y el T2 que justamente no consolidan el anfiteatro, sino que lo separan del mar irreversiblemente, careciendo de todo urbanismo y atentando la máxima dignidad de cualquier ciudad que está junto al mar y que se le niega su acceso. ¿Seremos acaso la única ciudad de Chile al lado del mar sin poder llegar a él en el centro de la bahía? Algo así no puede ser mitigado ni compensado como pretende la DIBAM en este primer encuentro informativo cuyo objetivo de hechos consumados -según leemos en la invitación- no aceptaremos. La democracia de la vista en los cerros debe consolidarse con la democracia de llegar al mar en el borde costero. Ese es el patrimonio que queremos. ¿Y qué tiene que ver esto con el polígono de la zona Unesco? -dirán algunos- En el día a día de los porteños, tal polígono no existe. El rol de un Impacto Patrimonial es justamente ese, darle vida a las zonas pintadas en un mapa.
También hay que consignar con exactitud que la palabra Patrimonio, en tanto a riqueza económica, en las ciudades-puertos, es el mar y no el puerto. Porque es arriba del mar donde se hacen los puertos. Para medir el Impacto Patrimonial de Valparaíso hay que medir la riqueza vivencial de los cerros y la riqueza económica del mar. La riqueza del mar tiene 3 riquezas:
1. La riqueza de lo que contiene el mar: sus peces y mariscos, su flora y fauna, sus naufragios, y sobre todo los oficios del mar, es decir los pescadores y los trabajadores del dique, los lancheros y los deportes náuticos. El Impacto Patrimonial debe medir la expulsión por parte del T2 de los pescadores de la Caleta Sudamericana, la salida del dique de la bahía o su peligrosa ubicación en aguas no abrigadas, debe medir el peligro del futuro de los lancheros del muelle Prat circulando con sus pequeñas embarcaciones entre gigantes busques postpanamax ¿podrán continuar haciéndolo, brindándole ese maravilloso paseo por la bahía a quienes visitan nuestro puerto? Y también hay que pensar en los más de quinientos naufragios en la bahía. El hábitat ideal de los naufragios son el fondo del mar, es allí adónde hay que ir a verlos, a través de la cultura submarina aún por implementar. El Impacto Patrimonial debe medir también las consecuencias ambientales y sociales de una cantera en Laguna Verde, Reserva Mundial de la Biósfera.
2. La riqueza del mar son sus aguas portuarias, la recalada de barcos y trasatlánticos. En el mundo hay más de 30 ciudades-puertos emblemáticas que a partir de los años ´70 han optado -y con éxito- por sacar del centro de la ciudad los mega-puertos con los mega-barcos. El Impacto Patrimonial debe medir ¿qué significa ir para Valparaíso 45 años atrasados y en el sentido contrario? Por qué no apostar por lo que hicieron todas aquellas ciudades- puertos que además de modernizar sus grúas modernizaron también el concepto de los nuevos puertos, trasladándolos a los costados, liberando los bordes costeros centrales, sus antiguos muelles y zonas portuarias ya obsoletas, a nuevos usos y espacios públicos, entregándole a sus ciudadanos más trabajos y una mejor calidad de vida y al mismo tiempo conservando su vocación y su historia portuaria.
3. La riqueza del mar es el borde costero. El Impacto Patrimonial debe medir lo ridículo de ocultar las edificaciones portuarias del pasado, como la bodega Simón Bolívar, amenazada de ser tragada por el Mall Barón para quedar prisionera en sus entrañas, en vez de ser restaurada y habilitada en todo su esplendor. El Impacto debe medir también el patrimonio arqueológico que están debajo de esas áreas que pretenden ser intervenidas. El Impacto deberá medir los problemas suplementarios de la mega-actividad portuaria en el centro del anfiteatro como el tráfico terrestre, la seguridad, la contaminación, el ruido de grúas diurno y nocturno para los miles y miles de porteños que habitan en el anfiteatro. También deberá medir la minusvalía y mayor abandono del barrio aledaño a causa de un borde costero inaccesible levantados con muros y alambre púas, donde dicho barrio quedará para siempre como patio trasero de un acopio de containers. El impacto Patrimonial deberá saber que, por lo angosto del plan de Valparaíso, todo el plan es aledaño al borde costero, por lo que deberá medir cuál es el Impacto que dicha pared industrial causará en todo el plan de Valparaíso.
El Impacto Patrimonial deberá medir la falta de trabajo que implica no tener propietarios , emprendedores o inversionistas que se motiven a rescatar sus viviendas semidestruidas en el plan, lo que podría generar múltiples trabajos: cuidadores, estucadores, carpinteros, calculistas, eléctricos, administradores, contadores, arquitectos, restauradores, garzones, gerentes y un largo etc de oficios y profesiones muchos de ellos salidos de las mismas sedes universitarias e institutos técnicos aquí existentes, pero que tienen que emigrar por falta de trabajo. Es decir el Impacto Patrimonial deberá medir la economía y la calidad de vida de sus habitantes y a los riesgos sociales a que se expone esta ciudad con estos proyectos mal diseñados y cortoplacistas, que prolongarán por más décadas la decadencia, producto de malas políticas y malas administraciones del Estado y de las autoridades locales. Nosotros decimos: después del incendio, otro Valparaíso.
Finalmente el Impacto Patrimonial deberá medir la decisión de para qué sirve tener una zona Unesco sin tener una costanera que la reivindique y que la justifique, en una ciudad al lado del mar que no tenga acceso al mar. Es el momento entonces que dicha zona Unesco tenga, como siempre debió haber tenido, el borde costero para que sea el mar quien la proteja con sus monstruos marinos.
El Impacto Patrimonial deberá por lo tanto medir la pérdida de la vocación marítima y oceánica, que es la mejor manera de relacionar a Valparaíso y su cultura con el mundo, que es a fin de cuentas el principal sentido de los Sitios Patrimoniales Universales junto a preservarlos en el tiempo para las futura generaciones.
Algunos dirán que el Impacto Patrimonial no tiene nada que ver con todo lo que he mencionado, pero creo que el sitio Unesco está inmerso en un paisaje inmaterial, cultural e histórico más amplio y del cual depende su real existencia, y por lo tanto, este Impacto Patrimonial debe llegar hasta donde lleguen estos paisajes.
Pedimos entonces al Estado Parte representados aquí por la DIBAM, que cumpla sus compromisos internacionales con la Unesco con la misma seriedad que Chile pide a Perú y Bolivia que cumplan sus tratados en la Corte de la Haya. Pero sobretodo pedimos que las políticas del patrimonio las tome con quienes viven y son ese patrimonio.
En nombre del Pacto La Matriz, que agrupa a más de 20 asociaciones y muchos ciudadanos preocupados y ocupados del destino del borde costero, entrego este texto en 3 copias: al sr Ángel Cabezas, director de la DIBAM, al arquitecto consultor Juan Luis Isaza a quien le decimos educadamente que no tenemos nada en contra él pero rechazamos el objetivo de su contratación si este consiste en mitigar y/o compensar de antemano pues consideramos que dicho Impacto Patrimonial debe determinar cuál es el impacto del Mall Barón y el T2 y si afectan o no al valor Patrimonial Universal de Valparaíso.
También entregamos este texto a ICOMOS Chile a quienes sí apoyamos en su trabajo de querer extender la zona patrimonial a todo el borde costero.
Este texto no valida ningún informe desde el punto de vista de participación ciudadana, ya que no consideramos esta instancia como tal y no puede ser usado para ningún otro fin que no sea informar al consultor a quien invitamos cordialmente a consultarnos y a consultarle y a reunirse con nuestra comunidad, tal como ya lo hizo con el Mall Barón, la Municipalidad y la Empresa Portuaria, cuyo accionar en el borde costero ha sido indolente, ilegal y a espaldas de los ciudadanos y por lo tanto, los que tienen a cargo de cuidar nuestro patrimonio no pueden avalar a quienes lo están poniendo en peligro.