Nueva biblioteca de la Escuela Militar estará abierta a todo público
Por María Soledad Ramírez R., El Mercurio.
Este viernes se inaugura oficialmente el espacio, de moderna tecnología, que contiene una colección de casi 29 mil volúmenes. Se podrá acceder por la guardia de calle Los Militares sin necesidad de inscripción previa.
Va a cumplir 200 años este 2017 y requería una mejora sustancial en su estructura y tecnología. También, debía modernizarse en sus procedimientos, personal y facilidades de uso, como una necesidad del proyecto educativo de la Escuela Militar y su proceso de acreditación.
Así fue como la biblioteca que lleva el nombre del novelista de “Martín Rivas”, TTE. Alberto Blest Gana -cadete entre 1843 y 1847-, comenzó en 2007 un largo proceso de cambio para culminar este viernes en su apertura definitiva. Se convierte así en el primer proyecto en estar listo del conjunto de iniciativas que el Ejército lleva adelante para celebrar el Bicentenario de la Escuela Militar, la más antigua de América Latina.
Con casi 29 mil volúmenes -que incluyen, entre algunas de sus joyas, una “Histórica Relación del Reyno de Chile” de Alonso de Ovalle de 1646 o la valiosa colección del ex capellán del Ejército, sacerdote Florencio Infante-, recibirá a sus visitantes en un espacio de unos mil metros cuadrados, bien iluminado y bien provisto de tecnología.
Esta nueva biblioteca servirá a los alumnos de la escuela “y al mundo civil. Va a estar abierta a la comunidad, entrando por la guardia de Los Militares”, señala el general (r) José Pedro Valdivieso, jefe de los proyectos Bicentenario. No será necesaria inscripción previa. “Lo importante es poner a disposición del mundo cultural todo nuestro patrimonio histórico, que es bastante único”, agrega el nuevo director de la biblioteca, el coronel (r) Roberto Guillard.
La inversión fue posible por los recursos aportados por el Ejército de Chile y donaciones de privados, gestionados a través de la Corporación de Conservación y Difusión del Patrimonio Histórico y Militar y obtenidos bajo la Ley de Donaciones Culturales.
“La biblioteca está en el corazón de las actividades de la escuela”, dice el general (r) Valdivieso. Ubicada en los últimos años en el cuarto piso del edificio, con una estrecha escalera para acceder y con poco personal, la biblioteca estaba desactualizada y con un funcionamiento poco eficiente. Ahora se trasladó al primer piso, en el patio Alpatacal, frente al edificio en donde están las salas de clases y departamentos de los cadetes.
Su colección se remonta, en su origen, a donaciones de oficiales; hacia mediados del siglo XIX ya había unos 750 libros. Fue en la década del 90 de ese siglo cuando se organizó de forma más sistemática, con temas como el arte militar, infantería y caballería, historia y otros. Hoy, junto con su enfoque original, cuenta además con un acervo relevante en materias como matemática, física, psicología, filosofía y educación. Aunque no está definido, contará con un presupuesto anual para compras y se ha establecido un sistema de alertas de novedades editoriales nacionales e internacionales.
Para no intervenir el conjunto arquitectónico creado por el premio nacional Juan Martínez, en la década del 40, se decidió utilizar los antiguos almacenes y talleres del Servicio de Material de Guerra de la Escuela, donde estaban el box de mantenimiento de los autos y camiones, el almacén de armas pequeñas y el pañol de herramientas. “Un criterio que se ha tenido en este proyecto es tratar de no seguir construyendo, sino que ir reconvirtiendo dependencias en la medida que sea subutilizadas”, explica el general (r) Valdivieso.
Proyecto de digitalización
Este gran espacio fue remodelado por el reconocido arquitecto Guillermo Hevia, oficial reservista del Ejército. Como el taller era de gran altura, y para evitar crear un altillo y perder luz, el arquitecto estableció un cubo transparente colgado de la infraestructura y que se tuerce respecto de la octogonal del espacio. La biblioteca incluye también salas para estudio, espacio central de lectura, depósitos de libros en el subterráneo, todo sin romper con la austeridad de la obra de Martínez.
“La parte que más cuesta es que uno tiene que respetar un edificio patrimonial”, confiesa Hevia.
Para adelante el desafío de la biblioteca es su digitalización, ya que hoy no hay nada en ese soporte. “Tenemos un proyecto de que todos nuestros libros patrimoniales se van a digitalizar y se pondrán al servicio de la comunidad. Tenemos el presupuesto para esto”, señala el coronel (R) Guillard, quien aspira a tener 10 mil libros más para el año del bicentenario, 2017.