Copiapó: de aluvión a vertedero
Por Andrea Meseguer, La Tercera.
Viñita Azul se llama el sector elegido, a cinco kilómetros de la ciudad, para depositar el barro de la emergencia vivida en marzo. El problema es que la basura comienza a ganar terreno.
Desde hace varias semanas, Víctor Moya se levanta temprano para llegar hasta el sector de Viñita Azul, ubicado a cinco kilómetros de Copiapó, Región de Atacama. Se trata de uno de los tres puntos oficiales de acopio, determinados por la autoridad regional, para depositar el barro que dejaron los aluviones de marzo. “Esto se ve feo, pero igual sirve para ganarme algo de plata, porque no hay trabajo”, señala el hombre. A su lado, hay tierra, restos de sillas, mesas, mesas, equipos electrónicos y una serie de elementos urbanos. A sus costados y por atrás, exactamente lo mismo.
Moya recorre diariamente los cinco kilómetros de este enorme y verdadero basural en busca de cualquier elemento que le pueda servir para reciclar. Y añade que “los fierros y maderas son los más fáciles de ocupar”.
Aquí se encuentra el mayor porcentaje de los 2,5 millones de metros cúbicos de barro retirado. Los otros puntos de acopio (sectores de Jesús María y Bodega, ubicados a 10 y 15 kilómetros de la ciudad, respectivamente) ya no funcionan como tales.
A cinco meses de la tragedia, aún llegan aquí camiones que diariamente arrojan los restos de lodo -ya seco- y escombros. Grandes montañas de tierra mezclada con plástico, muebles, colchones y neumáticos. En rigor, basura. Todo eso ha comenzado a formar parte del paisaje de la zona.
En abril pasado, el subsecretario de Obras Públicas, Sergio Galilea, dijo a La Tercera que “de los dos millones de m3 de barro que ingresaron, hemos retirado alrededro de un millón 700, que equivalen a un Cerro Santa Lucía”.
Gran parte de ese “cerro” está allí, en Viñita Azul. “Ahora la prioridad es terminar con los trabajos de limpieza final en las calles de la ciudad”, señala el seremi de Obras Públicas, Juan Carlos Guirao. Y añade que “aún no está definido quién se va a hacer cargo de los acopios cuando terminemos este proceso, si la municipalidad o nosotros, pero debería ser el municipio”.
Además, y aunque todavía no esté claro quién se va a responsabilizar de estos trabajos, manifiesta que “en unos dos meses se podría comenzar a separar el barro de los escombros”.
Camiones con apuro
Sin embargo, con el transcurso del tiempo, lo que comenzó siendo un espacio para la tierra, ahora sirve de basural, el cual ha ido ganando terreno, hasta alcanzar varios kilómetros. “Aquí, por la noche, llegan camiones, que no son los nuestros, a botar la basura, porque no hay vigilancia”, dice el encargado de la Dirección de Operaciones de la Municipalidad de Copiapó, Hugo Torres.
Desde su punto de vista, estos vehículos “empiezan a tirar antes (del punto delimitado) los restos y escombros, porque mientras más rápido den la vuelta y regresen por otra carga, más les pagan”. Torres añade que “nosotros tiramos todo a un nuevo relleno sanitario que se habilitó, a 25 Km. de la ciudad. Nuestros camiones los tenemos controlados”.
A unos pocos kilómetros de distancia del nuevo botadero se encuentra el que hace pocos años era el vertedero municipal de Viñita Azul. Este sector, en 2013, fue clausurado por las autoridades. Era “el basural” de Copiapó y se cerró en 2007 a raíz de un incendio, que provocó una gran nube tóxica que afectó a varias poblaciones colindantes.
Aquel antiguo vertedero tenía una capacidad aproximada de 700 millones de toneladas, que fue ocupada en más de un 100 por ciento. Tras la limpieza de la zona, la superficie saneada alcanzó un total de 14,7 hectáreas.
Riesgo para la salud
Una de las características del barro que se generó tras los aluviones de marzo es la mezcla que tiene con aguas servidas, ya que los alcantarillados de la ciudad colapsaron y se mezclaron con el lodo. Aún así, el contacto de este material con las personas no ocasionaría ningún riesgo, indica la seremi de Salud, Brunilda González. “Transcurridos varios meses, dichos acopios no representan riesgo directo para la salud; de haber contenido material orgánico proveniente de aguas servidas, como virus o bacterias, éste ya habría desaparecido”, afirma.
No obstante, algunos residentes de zonas relativamente cercanas sostienen que uno de los miedos es la presencia de roedores y vectores. Frente a esta situación, la misma seremi señala que “se realizó vigilancia sanitaria a estos puntos, no encontrando focos de insalubridad, ni proliferación de vectores de interés sanitario”.
Sobre el lugar elegido para depositar los escombros, la seremi manifiesta que “Viñita Azul es un punto que está alejado de la población y cumple con los parámetros logísticos y operacionales de la municipalidad, quien es la encargada del transporte del barro”. La población, sin embargo, continúa atenta. E inquieta.