Falta de planificación y agresividad inmobiliaria deterioran Viña del Mar
Por Mauricio Silva, El Mercurio.
Diagnóstico de los urbanistas:
Expertos dicen que la “carencia de una idea de ciudad” está tras la transformación de la fisonomía de la otrora “Ciudad Jardín”.
“Viña del Mar, que era una ciudad, se transformó en una oportunidad de negocios. Desde cuantiosos negocios inmobiliarios hasta el humilde y asfixiante comercio ambulante que copa sus calles, ambos tan faltos de control”.
El incisivo discurso del Premio Nacional de Humanidades, Agustín Squella, vuelve a apuntar a uno de sus tópicos: el deterioro de la calidad de vida viñamarina al amparo de “permisos de construcción en altura entregados sin ton ni son”.
El académico de la U. de Valparaíso no ha pasado por alto las renovadas críticas de residentes viñamarinos que, con cartas a “El Mercurio”, apuntan a la invasión de torres, embotellamientos y contaminación visual de grafitis y letreros luminosos, que alteran el paisaje urbano. Y dispara: “Viña, que apenas nos daba para ‘Ciudad Jardín’, fue rebautizada por la municipalidad como ‘Ciudad Bella’. Todo un abuso publicitario, por cierto, porque nunca ha lucido más fea que ahora (…). Viña necesita que la mejoren de verdad, no que le hagan fotoshop “.
Un diagnóstico que es compartido por arquitectos y urbanistas. “Muchos dicen que perdió condición de ‘Ciudad Jardín’ y hablan más bien de ‘Ciudad Macetero’, haciendo referencia a los maceteros que se cuelgan de los postes del alumbrado”, ironiza el presidente del Colegio de Arquitectos de Valparaíso, Claudio Reyes Stevens.
Para los expertos, los problemas que originan las quejas de los residentes obedecen a una causa: “Viña del Mar es una muestra mayor de la carencia absoluta de una idea de ciudad”, afirma el académico del magíster en Ciudad y Territorio de la UC de Valparaíso, Mauricio Puentes. Acota que la fisonomía urbana que la explosión inmobiliaria le está dando no está prevista por un urbanista, sino “simplemente por el objeto de sacar la mayor rentabilidad posible al terreno. No hay planificación, sino reglas que favorecen a inversionistas”, afirma. Dice que el municipio participa de esa lógica de rentabilidad cuando privilegia ingresos por avisos en la vía pública aunque afecten el paisaje.
Los análisis de los propios asesores urbanos del municipio indican que, en 2011, Viña del Mar concentró la mitad de los nuevos edificios en altura de la zona metropolitana común que integra con Valparaíso, Quilpué, Concón y Villa Alemana. El plan de la ciudad cobijó sobre la cuarta parte de los cuatro mil proyectos de nuevos departamentos que ese año se construyeron en todo el Gran Valparaíso.
Reyes ejemplifica en población Vergara los efectos de esta “agresividad inmobiliaria”, resultante de liberalizar las edificaciones. “La densidad habitacional superó la condición de barrio que tenía, generando edificios de hasta 23 pisos donde no habían construcciones de más de cinco pisos”, dijo, enfatizando que eso alteró la impronta de chalets con jardines que le valieron el título de “Ciudad Jardín”.
El crecimiento de las últimas dos décadas de Viña del Mar ha estado marcado por el rol que consolidó, junto a Valparaíso, como ciudad proveedora de empleos y servicios frente al resto de comunas dormitorio del Gran Valparaíso. La transformación es irreversible, pero el nuevo Plan Regulador Comunal (PRC), que reemplazará al de 2002, da otra oportunidad para regular.
En espera de estas nuevas reglas, el municipio ha congelado permisos de edificación en altura, además de la población Vergara, en Santa Inés, Jardín del Mar y Reñaca. Además, ha habido ajustes en seccionales en Recreo, Limonares y Miraflores, donde la lucha que han dado sus habitantes, dice la dirigente vecinal Dagny Sepúlveda, preservó el barrio.
Pero el presidente zonal de la Cámara Chilena de la Construcción, Marcelo Pardo, señala que estos congelamientos han sido “indiscriminados” y que se suman a la escasez de terrenos, la judicialización de proyectos, la “poca certeza jurídica” de permisos, la falta de actualización de instrumentos reguladores y la caída en las inversiones.
“Viña tiene problemas propios del desarrollo: el crecimiento de la edificación y del parque automotor supera las previsiones. Hay que enfrentarlo, pero no lo hacemos a tiempo”, dijo, señalando que el nuevo PRC debe cautelar valores consensuados y abordar “con realismo” las necesidades de la ciudad.
Expansión
En las últimas dos décadas, Viña del Mar creció consolidando su rol como proveedora de empleos y servicios al Gran Valparaíso.
30,47%
creció la oferta de viviendas en distintos sectores de la ciudad entre los años 2002 y 2011.
43,83%
aumentó el número de viviendas construidas en ese período en el sector de Reñaca Bajo.
26%
de los proyectos en altura del Gran Valparaíso se concentran en el plan de Viña Mar.