Glaciar de referencia para monitorear el cambio climático pierde un metro al mes
Por Rolando Martínez Vergara, El Mercurio.
El Schiaparelli, en la cordillera Darwin, isla Tierra del Fuego:
El área es analizada por científicos desde 2013, porque se la considera clave para estudiar el adelgazamiento de las capas de hielo.
Unos dos mil kilómetros cuadrados de glaciares se concentran en la cordillera Darwin, ubicada en el extremo sur de la isla Tierra del Fuego, en la Región de Magallanes.
Si bien hay decenas de masas de hielo que nacen en la altura y caen al mar, una de ellas, el glaciar Schiaparelli, es considerada como uno de los sensores para monitorear el impacto del cambio climático en la Patagonia.
Donde termina la lengua de hielo -cuyo frente tiene 520 metros de ancho-, la altura del glaciar se reduce a un ritmo de un metro por mes.
Así lo registra, desde agosto de 2013, un grupo de investigadores encabezado por el glaciólogo Ricardo Jaña, del Instituto Antártico Chileno. En esa ocasión, se adentró por primera vez en la parte baja del glaciar para instalar una estación de monitoreo.
Para Jaña y el también glaciólogo Gino Casassa, de la U. de Magallanes, no hay duda de que es un efecto del cambio climático. A su juicio, influirían variables atmosféricas que combinan aumentos de precipitaciones líquidas con una menor acumulación por eventual falta de nieve.
Para llegar a esa zona hay que navegar entre ocho y nueve horas desde Punta Arenas, por el Estrecho de Magallanes, e internarse en el canal Magdalena. Luego, al dejar atrás la isla Capitán Diego Aracena, destaca el telón de hielo del Schiaparelli.
Ya en la costa, los investigadores caminan en medio de un tupido bosque durante casi cuatro horas, hasta llegar al mejor sector para instalar el campamento base.
Allí, la sensación de que algo pasa con la masa de hielo está precedida por el análisis de imágenes satelitales que revelan un retroceso del frente norte del glaciar, de unos 250 metros, entre 2007 y 2011. Además, en su cara noroeste se formó una laguna proglaciar.
Jaña recuerda que los investigadores españoles Adolfo Erazo y Carmen Domínguez, quienes analizaban grietas en la Antártica, le consultaron qué sabía del glaciar Schiaparelli. “Poco”, les reconoció Jaña.
Así surgió la primera oportunidad de ir. Cuatro visitas posteriores ratificaron que el hielo se adelgaza.
Jaña agrega que junto con su par brasileño Jorge Arigony, el investigador Inti González, del Centro de Estudios del Cuaternario, Fuego-Patagonia y Antártica (CEQUA), y estudiantes de la Universidad de Magallanes instalaron una estación de monitoreo y un mástil flexible para medir variaciones.
“Volvimos en abril de 2014, y nos dimos cuenta de que bajó la altura del hielo al ver esta baliza (mástil) sobresalir varios metros. Nos percatamos de que se estaba perdiendo masa, pues la altura del hielo desciende a un promedio de un metro por mes”, explica.
Nuevas interrogantes
Hace unas semanas, otra expedición halló la estación caída, casi dentro de una grieta, y sus equipos, como baterías, sin funcionar.
“Recuperamos los sensores, y deberemos regresar en las próximas semanas a reinstalar todo”, detalla.
En los próximos tres años comenzará un nuevo proyecto de cooperación entre Chile y Alemania para monitorear el Schiaparelli. También incluirá nuevas mediciones al glaciar Grey, en el Parque Torres del Paine.
Para el glaciólogo Gino Casassa, lo que ocurre en el Schiaparelli sigue la norma de todas las otras masas de hielo, que es el directo impacto del cambio climático por el efecto invernadero. “Tenemos zonas de la cordillera Darwin donde están aumentando algunos glaciares. El Garibaldi y los de Bahía Pía son ejemplo de ello, pero otros han retrocedido, como el Marinelli y el Schiaparelli”, advierte.
El contraste abre interrogantes. Casassa dice que las lluvias han aumentado en torno a Punta Arenas en los últimos 20 años; pero no es claro hasta qué punto ello puede influir en la variación de las masas de hielo.
En el verano, los monitoreos seguirán hacia el glaciar Grey.