Elementos para una discusión urbana en Valparaíso, a propósito del filme La Vorágine
Por Carlos Vergara Constela. Sociólogo por la Universidad de Valparaíso. Máster en Estudios Territoriales y de la Población por la Universidad Autónoma de Barcelona.
“El que valora Valparaíso se siente dueño de vivir acá y tener un espacio. El que es porteño de verdad no tiene duda” (Yerko, protagonista de La Vorágine).
A continuación quisiera exponer argumentos para la discusión sobre algunos de los tantos conflictos urbanos que aquejan a Valparaíso, a propósito del cortometraje “La Vorágine” dirigido por Cristóbal Sánchez1 , el cuál será estrenado de manera oficial en el Festival Internacional de Cine de Viña del Mar, durante el día miércoles 2 de septiembre en la Competencia Latinoamericana de Cortometrajes. A pesar de no contar con conocimientos suficientes y ni siquiera mínimos en materia de Cine, me parece oportuno realizar una reflexión, en clave urbana, sobre lo que La Vorágine propone.
La Vorágine es un cortometraje protagonizado por tres jóvenes (Luis, Yerko y Dylan) habitantes de la población El Vergel Alto, ubicada en el Cerro La Cruz de Valparaíso, que entremezcla elementos documentales y de ficción. El corto, si bien se rodó en varios lugares reconocibles de Valparaíso (Ascensor Lecheros, Zona Portuaria, Congreso Nacional, Avenida Francia), posee una trama que transcurre, precisamente, en el Vergel Alto.
Ahora bien, cabe especificar que antes del incendio, el Vergel Alto era una zona donde se mezclaban asentamientos formales junto a asentamientos informales con necesidades básicas insatisfechas, precisamente falta de alcantarillado público; ubicándose en los márgenes de los límites urbanos establecidos por el plan regulador comunal vigente. En la actualidad, es decir, con posterioridad al siniestro, la zona se ha repoblado en base a la misma lógica mencionada: dualidad entre asentamientos formales e informales.
No resulta en vano destacar que la zona afectada por el incendio de Abril de 2014, comprendida entre la quebrada Jaime (Avenida Francia) y el acceso hacia la Ruta 68 (Avenida José Santos Ossa), era identificada –paradojalmente-, por estar “fuera del mapa”. Carente del patrimonio arquitectónico sobre valorado en la ciudad y sumergida en un proceso de relegación y pauperización de larga data, los cerros La Cruz, Las Cañas, Merced, La Virgen, Ramaditas, Rocuant y San Roque, para los Censo de 1992 y 2002, se caracterizaban por poseer los índices más altos de concentración de población con baja calificación laboral2 .
El corto, de una duración aproximada de veintiún minutos, ha sido co producido entre el Centro Comunitario El Vergel (ubicado en la zona alta del Cerro La Cruz de Valparaíso), el Centro Comunitario Las Cañas y la carrera de Cine de la Universidad de Valparaíso. La historia transcurre en torno a la cotidianeidad del lugar vivida por los tres jóvenes. Se aprecia cómo se practica la auto-construcción de viviendas, cómo hay una respuesta colectiva ante las problemáticas que posee el barrio (desplazamientos y necesidades básicas insatisfechas), cómo existe una intromisión de camiones que botan basura en la zona, y cómo los protagonistas se enfrentan a estos. La historia, en su en culminación, presenta una hipótesis que entrelaza un homicidio en el vertedero El Molle (basado en hechos reales) y el mega incendio del 14 de abril (originado en el perímetro del vertedero El Molle). El filme, el cual es una pieza de ficción que se nutre de elementos documentales, evidencia la trama de corrupción sobre la que opera el mercado de vertederos clandestinos, las luchas por la vivienda y deja entrever, de manera interpretativa, algunas causas que produjeron el mega-incendio de Abril del 2014. Por ejemplo, el hecho de mostrar el vertedero y luego la llegada de un camión de combustible, está basado en hechos reales, testimoniados por habitantes que vieron camiones de gas en lugares colindantes al del inicio del incendio.
En este contexto, el corto posee alto interés público debido a las temáticas que aborda y a la forma en cómo las propone: en ningún momento cae en la nostalgia (algo común en las producciones artísticas con escenario en Valparaíso), y se hace cargo de problemáticas urgentes. En sus veintiún minutos de duración, la historia gira en torno a las fuerzas que producen socialmente el Vergel Alto; identificando actores, conflictos y procesos en curso. Entonces, de acuerdo a lo anterior, la idea de esta reseña comentada es reflexionar a cerca de dos cuestiones centrales en el filme: las causas del incendio y las disputas por la vivienda.
Corresponsables… ¿Te invité yo a vivir aquí?
De acuerdo a datos oficiales provenientes del Plan de Inversiones, Reconstrucción y Rehabilitación Urbana de Valparaíso, efectuado por el Ministerio del Interior, el incendio de Abril de 2014 afectó a 2.910 viviendas, algo así como el veinte y cinco por ciento del total de viviendas comprendidas entre los límites de la zona afectada (ponderación realizada según datos del Censo del 2002).
Acá es donde el asunto se pone interesante y el corto se erige como una apuesta valiente. De acuerdo a los peritajes realizados por el Laboratorio de Carabineros (LABOCAR), y los departamentos OS-9 y OS-5, la causa última que detonó el siniestro fue la muerte de dos aves electrocutadas tras posarse en el tendido eléctrico de la zona. Al respecto, se añadió que el incendio se descontroló debido a las características del viento en aquel momento (Sur Oeste a 30 nudos, lo que equivale a 70 kilómetros por hora). Por otro lado, según especialistas de la Universidad de Concepción ligados al área de la Ecología del Fuego, la morfología de la zona (pendientes y relieve accidentado), las cargas combustibles y las condiciones atmosféricas propias de Valparaíso, contribuyeron a la extensión del fuego por más de seis cerros, bastante distanciados unos de otros.
Cabe señalar que en Valparaíso, el fuego es un elemento más o menos común, que ha sido resaltado tanto por Joaquín Edwards Bello3 , como por Joris Ivens. Por ejemplo, las estadísticas de incendios a nivel nacional entre 1985 y la actualidad sitúan a Valparaíso como la comuna con mayor cantidad de siniestros. Lamentable. A pesar de este contexto “adverso”, el chivo expiatorio de los jotes electrocutados, más allá que es una explicación con un soporte científico, resulta, por decir lo menos, dudosa. A través del filme, podemos interpretar cuestiones más evidentes, puesto que nos entrega una visión más relacional de los hechos.
En La Vorágine es posible apreciar cómo camiones de las empresas Benavente y Ultramar, y de la misma Ilustre Municipalidad de Valparaíso, botan residuos sólidos y líquidos en los márgenes del límite urbano comunal, precisamente a un costado de El Vergel Alto, prácticas que pueden leerse como una suerte de “externalización de costos ambientales”. Así también, los relatos de los protagonistas son decidores. Señalan tres cuestiones fundamentales: que por lo menos hace cinco años que ya no corre agua limpia por las quebradas; que en este mismo periodo temporal esta zona ha comenzado a ser visitada por camiones de diversas procedencias, siendo utilizada como vertedero ilegal; y que cada vez que llueve, la basura del vertedero comienza a propagarse en distintas laderas y fondos de quebrada de la zona: la basura corre y se va acumulando cerro abajo. Entonces ¿cómo decirlo de manera más clara? Esta práctica asentada por lo menos hace cinco años -botar basura-, enmarcada en un mercado ilegal de la gestión de residuos de Valparaíso, donde participan actores sociales de la comuna totalmente reconocibles, ha contribuido de manera significativa con material combustible de sobra para que el incendio cobrase las magnitudes que tuvo ( (El audio contenido en este link es una versión ampliada del diálogo de la célebre frase “te invité yo a vivir aquí”, emitida por Jorge Castro (Alcalde de Valparaíso), semanas posteriores al incendio. En éste se puede oír a un vecino señalándole que él -el alcalde- nunca hizo algo para remover los basurales clandestinos de la zona de El Vergel, donde había depositado petróleo y otros materiales combustibles )) .
En la figura 1 es posible apreciar la localización de los vertederos ilegales de la comuna de Valparaíso. Estos son ilustrados mediante puntos verdes que dan cuenta de su ubicación, existiendo una cantidad no menor de vertederos ubicados en los perímetros dónde se desarrolló el incendio. El objeto de mostrar la ilustración sigue siendo el mismo: la CONAF ha contado históricamente con esta información, sin embargo este conocimiento no ha sido relevado por las autoridades de la comuna, ni puesto en función de un mejoramiento de las condiciones ambientales de la comuna.
Nota: Los números corresponden a la localización de vertederos en lugares afectados por el incendio: 1 = El Vergel Alto; 2= Cuesta colorada/ Cerro Ramaditas; 3= Cerro Las Cañas; 4 = Cerro La Cruz; 5 = Cerro Pajonal; 6 = Mesana o Cerro Mariposa Alto; 7 = Vertedero El Molle
Nota: Los números corresponden a la localización de vertederos en lugares afectados por el incendio: 1 = El Vergel Alto; 2= Cuesta colorada/ Cerro Ramaditas; 3= Cerro Las Cañas; 4 = Cerro La Cruz; 5 = Cerro Pajonal.
Nota: Los números corresponden a la localización de vertederos en lugares afectados por el incendio: 6 = Mesana o Cerro Mariposa Alto.
Luego de los elementos puestos en relación, resulta insensato señalar y preguntarse por qué, pesar de todas las modificaciones que se le han realizado al Plan Regulador Comunal vigente, nunca se ha expandido el límite urbano, con el fin de “integrar” y hacerse cargo de la población que ha residido en los márgenes de éste. La trama de corrupción, desidia y corresponsabilidad en las causas del mega incendio son evidenciadas en el trabajo de Cristóbal Sánchez.
Entre el derecho a permanecer y los intereses sobre Valparaíso
La Vorágine da cuenta de las problemáticas por el acceso a la vivienda de habitantes con condiciones económicas desfavorables, y al mismo tiempo da cuenta de los intereses inmobiliarios situados en esa misma zona. La parte alta –sobre cota 200- de la zona que se mencionó en un principio –la comprendida entre Santos Ossa y Avenida Francia-, actualmente es un espacio en disputa. Al respecto, en una escena del filme, se aprecia a un protagonista recibiendo una notificación de una orden de desalojo por riesgo de derrumbe emitida por el municipio de Valparaíso (la cual está basada en un documento real). Los motivos tienen relación con que esa zona, la misma que hoy se encuentra cercana a los vertederos ilegales, ha sido tipificada como riesgosa para ser habitada. Luego, se muestra una actividad del centro comunitario, donde un dirigente del barrio señala de manera enfática: “de aquí no se va a mover nadie”; dejando claro que los habitantes de esa zona están siendo objeto de presiones para ser desplazados.
El Plan Regulador Metropolitano de Valparaíso (PREMVAL) -recientemente aprobado después de largos años de discusión y modificaciones- sitúa la zona alta colindante al Cerro La Cruz (donde se ubica El Vergel Alto) y a la zona aledaña ubicada al oriente de La Cruz, como zonas de extensión urbana (ZEU 9 y ZEU 10, respectivamente). Las condiciones de edificación establecidas por el PREMVAL dan cuenta de coeficientes de constructibilidad relativamente altos (0.8 y 1.25) y densidades brutas máximas también altas (480 hab/ha y 280 hab/ha), lo que se traduce en que las normativas para estas zonas de la ciudad poseen características que hacen “interesante” el desarrollo de proyectos inmobiliarios. Dicho de otra manera, es una forma de promocionar suelos rentables para la inversión inmobiliaria4 .
Pero por otro lado, esta zona se ha poblado bajo otras características: es uno de los tantos espacios de Valparaíso dónde se ha construido hábitat popular bajo estrategias colectivas de localización y apropiación de espacios de la ciudad, que permitan ubicarse de manera contigua a quienes pueden actuar como soporte. Dicho de otra manera, el capital social y las redes por donde circulan distintos bienes están condensados en un espacio no extenso5 .
Luego del incendio, las autoridades locales y nacionales competentes construyeron una gama de proyectos para la reconstrucción, compuesta por inversiones y subsidios para los afectados. El Plan de Reconstrucción ha contemplado un cúmulo de subsidios basados en tres ejes discursivos: equidad, desarrollo y seguridad. Este último punto es bastante relevante puesto que los subsidios han sido entregados sólo mediante la visa de la Dirección Municipal de Obras de Valparaíso (DOM), quienes han tenido por premisa no dejar habilitar construcciones en lugares potencialmente riesgosos ante nuevos incendios. La preguntas surgen de inmediato ¿realmente tenemos parámetros para establecer cuáles lugares son potencialmente riesgosos dentro de toda la ciudad? Considerando las estadísticas de siniestros y la composición ecológica y morfológica de las quebradas y fondos de quebradas de la comuna ¿no se debería hacer un desplazamiento masivo en la ciudad? (Ojalá que esto ni siquiera sea pensado como una idea posible).
El punto que pretendo que quede más o menos claro es el siguiente: el plan de reconstrucción posee una lógica que solamente contempla al hábitat formalizado, no estableciendo con certeza los criterios de seguridad con los que actuará la Dirección de Obras para hacer valer los subsidios a las personas y familias damnificadas. Es decir, no tiene un norte claro respecto a las condiciones de hábitats potencialmente riesgosos ante la iniciación de siniestros. Además, los subsidios son operativos para quienes son propietarios, arrendatarios o allegados de sitios siniestrados, pero no establece mecanismos de regularización y cómo potencialmente se efectuarán subsidios para quienes no han legalizado su dominio de terreno, o para quienes han construido hábitat fuera de los límites urbanos de la ciudad. Para el Estado son ciudadanos invisibles.
El punto anterior ha sido determinante para la reconstrucción de viviendas en Valparaíso. El proceso se ha encargado de demostrar que el Estado ha actuado como un agente que está desplazando de la ciudad a población damnifica por el incendio. Por lo tanto, quienes no poseen título de dominio y a quienes no se les ha aprobado las condiciones de mitigación y seguridad de los sitios dónde se reconstruirán viviendas, no han podido hacer efectivos los beneficios establecidos. Pero además, los valores de los subsidios para quienes sí pueden hacerlo efectivo parecen alejados de los valores de las viviendas en las zonas centrales y pericentrales del área metropolitana de Valparaíso (( Plan de Inversiones, Reconstrucción y Rehabilitación Urbana Valparaíso 2014. Gobierno de Chile, p.37. )) . Esto ha significado que determinadas personas han debido migrar principalmente hacia las periferias del área metropolitana, perdiendo no sólo sus enseres siniestrados y su localización, sino que también los sentidos de pertenencia y arraigo, y su red de apoyo más cercana… eso que llamamos capital social… eso que se expresó en toda su magnitud durante los días de trabajo más álgido en la remoción de escombros, pero sobre todo, eso que continúa operando en la cotidianeidad de quienes siguen ejerciendo su derecho a permanecer en un pedazo de suelo que les es propio.
Para cerrar: algunas formas de practicar el urbanismo en Chile
Desde la elaboración del Plan Valparaíso en los inicios de la década del 2000 y la denominación UNESCO, la ciudad de Valparaíso cambió su vocación. De las economías centradas en la actividad portuaria, se pasó a las economías centradas en el turismo patrimonial y todo lo referente al mundo universitario: carrete, alojamiento, fotocopias y comida: sobre todo completos, soya y empanadas. A pesar de la gama inyecciones económicas e inversiones sobre la ciudad, no ha existido una reducción de la tasa de desempleo que no sea explicada por los vaivenes de las tendencias nacionales. A pesar de las promesas de “reactivación”, “rehabilitación”, y “mejoramiento” de las condiciones materiales de vida, Valparaíso se mantiene estancado6 ; sin alternativas de trabajo reales, más que las auto-producidas por sus propios habitantes: comercio informal, comercio informal y comercio informal, podemos decir con certitud que la ciudad tiene carencias estructurales: no hay pobrezas endémicas, si no socialmente producidas. Los planes laborales se reducen a la entrega de permisos de trabajo precario por la municipalidad… pero al contrario, sí hay consolidaciones turísticas.
Por otro lado, el filme por lo bajo, logra desnaturalizar y poner en cuestión aquel imaginario del habitante cochino de Valparaíso, el cual lo caracteriza como “falto de cultura”, que bota basura irresponsablemente, que “no sabe dónde vive”, “que es pobre y por lo tanto sucio”, que se localiza en las laderas y alturas de la ciudad, y que más encima, por culpa de esa práctica asentada por tanto tiempo, el incendio cobró mayores magnitudes. Sin lugar a dudas, otro de los chivos expiatorios más o menos asentados y arraigados como sentido común en una ciudad con una problemática ambiental considerable, la cual, por qué no, podría servir para ser revertida, distinguirse y ser pionera en materia de reciclaje.
Lo que La Vorágine nos deja en claro, además de evidenciar los intereses de actores estatales y privados, es la disputa por los espacios de la ciudad para distintos usos. Nos muestra cómo hay habitantes que están practicando la resistencia ante distintas presiones y acciones que tienen como fin el desplazamiento (desde los camiones que van a botar basura y ensucian su hábitat, hasta las constantes órdenes de desalojo); que están haciendo valer su derecho a permanecer en un territorio que ellos han (re)construido; y que existen más formas y posibilidades para repensar y practicar el urbanismo en Valparaíso… el cómo hacer y producir el barrio, desde una óptica colectiva.
El devenir del interés privado y del Estado en esta zona resultará concluyente puesto que la gama de prácticas de los gobiernos locales, regionales o nacionales tienen efecto sobre el espacio urbano. Los estudios de los urbanistas nacionales, Ernesto López, Ivo Gasic y Daniel Meza han mostrado esto con certitud: el Estado chileno es un agente determinante en las políticas urbanas, puesto que define dónde y cómo invertir, desinvertir, regular o desregular. En ese sentido, se debe comprender al Estado como un agente activo en los procesos de reestructuración urbana y los consecuentes desplazamientos de población7 . El plan maestro de reconstrucción y el PREMVAL, me parece que precisamente van en esta lógica: se están inyectando recursos públicos; se está fragmentando la escala de planificación urbana; se están haciendo llamados a la inversión privada para proyectos habitacionales; se están otorgando las condiciones en normativa urbana para la capitalización privada. Pero por otro lado, las apropiaciones y los sentidos de pertenencia están dispuestos a la resistencia… como se escucha señalar a un dirigente vecinal de El Vergel durante el filme: “No hemos perdido las ganas de seguir acá en los cerros, le decimos desde antemano a todas las autoridades que de aquí no se va a mover nadie. Hoy día vamos a estar en una dura lucha contra las autoridades y contra las empresas inmobiliarias que quieren tomarse estos terrenos; este es un mensaje a las autoridades: ¡nadie se va a mover de aquí!”.
*Agradezco la generosidad de Cristóbal Sánchez, quien se interesó en gran medida por este escrito y, además, facilitó las imágenes del filme y las cartografías presentadas en este texto.
- Egresado de la carrera de Cine de la Universidad de Valparaíso [↩]
- Nelson Carroza y Felipe Valenzuela. Transformaciones en el mercado de trabajo y expresión territorial de las desigualdades sociales: el caso del área metropolitana de Valparaíso. Revista Líder, volumen 17, año 12, 2010. [↩]
- Joaquín Edwards Bello. Valparaíso ayer y hoy. Crónicas Valparaíso – Madrid 1924. Republicado en libro compilatorio Memorial de Valparaíso de Alfonso Calderón y Marilis Schlotfeldt. RIL Editores, año 2001, pp. 377-395. [↩]
- Además, el Estado, a través del Plan de Reconstrucción mejorará los accesos viales de toda la zona siniestrada. Realizando una extensión de Avenida Alemania, construyendo una avenida orbital alternativa a Avenida Alemania y Camino La Pólvora, y ampliando accesos verticales plan-cerro. Si bien estas obras son necesarias, a fin de cuentas la lectura que se hace redunda en las naturalezas de las alianzas público-privadas. El Estado promueve suelos, mejora los entornos viales, se elaboran planes que no favorecen las condiciones materiales de vida de la población residente y, a fin de cuentas, los agentes inmobiliarios capitalizan la tragedia [↩]
- Andrea Pino y Lautaro Ojeda. Ciudad y hábitat informal. Las tomas de terreno y la autoconstrucción en las quebradas de Valparaíso. Revista INVI, volumen 28, n° 78, 2013 [↩]
- En relación a esto, cabe señalar que la urbanista Rachel Weber en su texto “Extracting value from the city”, publicado en 2002 por revista Antipode, ha señalado que la existencia de prácticas urbanistas pro empresariales, es decir, dónde los gobiernos locales o nacionales promueven la inversión y la capitalización de agentes privado se encuentran ancladas a la producción y circulación de discursos públicos articulados bajo ideas como el mejoramiento, el resurgimiento, el aprovechamiento de oportunidades, la renovación, la rehabilitación, etc., lo que implica que las zonas de intervención sean catalogadas como obsoletas y degradadas, carentes y necesitadas de inversión pública y privada. [↩]
- Ernesto López Morales, Ivo Gasic y Daniel Mesa. Urbanismo pro empresarial en Chile: políticas y planificación de la producción residencial en altura del pericentro del Gran Santiago. Revista INVI, volumen 27, n°76, año 2012. [↩]