Estaciones abandonadas de trenes al sur se convierten en refugios de los delincuentes
Por Óscar Riquelme y Maximiliano Vega, El Mercurio.
Solo la de Osorno fue recuperada y ahora es un museo interactivo:
Vecinos de terminales de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos relatan que los lugares se transformaron en focos de vandalismo y destrozos.
“Es peligroso, no solo de noche”, asegura Dennis Arriagada (65), de la comuna de Loncoche, Región de La Araucanía, al cruzar el abandonado terminal de tren local. Basura, delincuencia, robos, rayados y destrozos se repiten en estaciones de trenes del sur del país.
“El Mercurio” recorrió los terminales de Freire, Gorbea, Loncoche (La Araucanía), Máfil, Los Lagos, La Unión (Los Ríos), y Osorno, Llanquihue y Puerto Montt (Los Lagos) para ver cómo se encuentran a 10 años del Plan Tren al Sur.
El proyecto fue puesto en marcha a fines del 2005 en el gobierno de Ricardo Lagos. En total se invirtieron unos $2.000 millones de la época para restaurar el valor arquitectónico patrimonial y mejorar la infraestructura. Dos años después, el plan fue paralizado y las estaciones quedaron en su mayoría abandonadas. La única que es utilizada en la actualidad es la de Osorno, que desde el 2013 instaló ahí el Museo Interactivo de Osorno. La de Gorbea fue consumida por completo por un incendio, causado por indigentes que dormían en el recinto, en junio del año pasado.
El alcalde de Loncoche, Ricardo Peña, afirma estar al tanto de que el sitio está descuidado. Cuenta que hace unas semanas “individuos robaron parte de las líneas férreas, unos 40 km”.
“No sé por qué, pero el punto de reunión que fijan algunos cabros para empezar a tomar y romper cosas es aquí, en la estación”, cuenta Pedro Bustos, taxista que desde hace 8 años transita por la cercanías de la estación Máfil. Desde el municipio buscan habilitar la estación para la gente (ver recuadro).
Pese al abandono, la Empresa de los Ferrocarriles del Estado (EFE) ha puesto guardias en algunos de estos recintos para frenar los daños, como en el terminal de Freire, que se encuentra en perfectas condiciones. Pero otros, como Los Lagos, no cuentan con vigilantes y los destrozos son peores que en Máfil, en especial en las instalaciones sanitarias.
Cristina Leal (55), quien vive frente a la estación La Unión, destaca que ahora el recinto tiene guardias durante las 24 horas. “Antes se notaban más daños, pero ahora está más tranquilo el ambiente”. En las estaciones de Puerto Montt y Llanquihue se aprecian vidrios rotos y grafitis, aunque cuentan con guardias. El alcalde de Los Lagos, Simón Mansilla, dice que pretende, al igual que los alcaldes de estas localidades, poder transformarlas y “aprovechar estos espacios, porque afean el centro de nuestra ciudad”.
Gestiones para rescatar los recintosEFE informa que desde inicios del año pasado desarrolla un plan de gestión patrimonial y de recuperación que involucra a las estaciones. Esto, indican, tiene “como un objetivo central poner estos activos a disposición de la comunidad como un espacio público gestionado por los gobiernos locales”.
El ejemplo de esto es la buena evaluación que ha tenido el Museo Interactivo de Osorno, antigua terminal abandonada. En este espacio de 100 metros cuadrados se habilitaron diversos módulos asociados a experimentos que explican las leyes de la física, ondas y sonidos de una forma lúdica, que son visitados en su mayoría por estudiantes de la comuna.
En Máfil se revisa una solicitud del municipio para que sea un espacio comunitario, misma medida que se evalúa en Los Lagos. El alcalde de Gorbea, Juan Esteban Meza, dice que buscan reconstruir la casona, destruida en 2014 en un incendio, en 2016 con un presupuesto estimado de $50 millones.
En Loncoche no se descarta pedir la reactivación del tren a futuro. “Una estación de tren genera movimiento en el entorno, genera emprendimiento”, dice el alcalde Peña. Flor Zapata, vecina de Loncoche, dice que estaría feliz si vuelven los trenes. “Era lindo. La niñez de ahora no lo ha vivido y no hay que ser egoístas con las nuevas generaciones”.