El despertar de la zona cero y la normalización de las áreas sacudidas
Por Sebastián Sottorff, El Mercurio.
Illapel y Canela, los epicentros del terremoto:
A pocas horas de la catástrofe y pese a la intensidad del movimiento telúrico, ambas comunas comenzaron a restablecer sus rutinas.
Primero, el ruido. Una vibración profunda y subterránea que se antecedió al temblor. Luego, el movimiento. Ondas oscilantes “y desesperadamente largas”, que tambalearon la tierra y sembraron el terror.
“Fueron minutos eternos”, dice Eduardo Leiva, mientras mira el cerro de escombros que hasta hace unas pocas horas era su negocio familiar: una confitería en calle Constitución en Illapel.
Junto a Canela, esta comuna de la Región de Coquimbo, fueron los epicentros del terremoto de 8,4 Richter que el miércoles azotó al país.
Sin embargo y pese a su intensidad, los daños en ambas localidades no fueron tan graves como en catástrofes anteriores. Sin ir más lejos, el negocio de Leiva fue uno de los pocos inmuebles que hasta ayer sucumbieron ante la pérdida total en el centro de Illapel.
“Una pena, pero afortunadamente mi señora alcanzó a escapar”, agrega resignado el comerciante.
El adobe fue el gran enemigo de esta y otras propiedades que cedieron ante la fuerza del temblor. Muchas casas construidas con este material colapsaron.
“Afortunadamente fueron las menos, pues la experiencia de terremotos anteriores ha hecho que la gente haya ido cambiando los materiales de construcción”, explica el alcalde de Illapel, Denis Cortés, quien detalla que pese a que no hay daños de consideración en su comuna, aún persisten problemas en el abastecimiento de agua y luz.
“También estamos tratando de mejorar la conectividad con ciertas zonas que quedaron aisladas. Queda mucho trabajo por hacer”, agrega el edil.
De esta ciudad también es una de las diez víctimas fatales que dejó el terremoto. Se trata de Lizeth Araya (26), una joven que falleció aplastada por el desprendimiento de una cornisa en el local comercial donde trabajaba.
Área cero
Canela, comuna ubicada a 175 km al sur de La Serena, es conocida porque justo aquí se presenta el ancho mínimo del territorio nacional. Desde ahora será también renombrada por ser el punto donde se registró el epicentro exacto del terremoto que acaba de azotar al país.
“Fue un desastre que nos pareció interminable. La gente de inmediato salió de sus casas y a partir de ahí se cortó la energía eléctrica”, dice Bernardo Leyton, alcalde de esta comuna de 10 mil habitantes, que pese a la magnitud del sismo no sufrió grandes embates.
A los perjuicios en una decena de casas, casi todas de adobe, se suma el daño en algunas embarcaciones menores en la caleta local. Hasta ayer solo había 37 personas damnificadas.
“No había forma de pensar de que la casa no se nos caería. Afortunadamente no pasó nada más grave, y bueno, lo material se puede reconstruir”, dice Josué Vegas, canelino de 53 años que sufrió daños en la centenaria casa de adobe que habita junto a su familia y que a pocas horas de la emergencia, ya se apura en reparar los daños.