El cariz amable del Transantiago con los ciclistas
Por Manuel Valencia, El Mercurio.
Las empresas de buses y los usuarios de bicicletas buscan mejorar su convivencia.
Usualmente conductores de buses y ciclistas son adversarios. Unos suelen ser vistos como amos y señores de las calles, y los otros han emergido como nuevos ocupantes de las vías. Y lo hacen notar. En sus distintas posiciones, suelen quejarse uno del otro: los ciclistas de los atropellos, choques y falta de respeto; y los conductores, de la molestia que les generan los ciclistas por aparecerse en puntos ciegos y las ciclovías les han quitado pistas para transitar.
Este nudo ciego de animadversión ha comenzado lentamente a encontrar un modo de desenredarse: las empresas de buses y las organizaciones han sostenido encuentros en los cuales, por ejemplo, choferes y ciclistas intercambian roles. Esto ha redundado en una mejor empatía entre ambos.
También recientemente una de las empresas de Transantiago ha comenzado a probar el primer sistema de portabicicletas del Transantiago, tal como los que cotidianamente utilizan los ciclistas en ciudades como San Francisco o Estocolmo para generar viajes intermodales. Hoy los fabricantes están socializando la idea entre operadores.
Una experiencia similar ha impulsado el Metro de Valparaíso con espacios dedicados a las bicicletas, tal como lo tienen los carros del Metro de Berlín (S-Bahn). Y a partir de ello, no pocos se preguntan si el Metro de Santiago está en condiciones de replicar la idea. Más allá de todo, la conexión y facilitación de viajes intermodales parece ser la lógica que permita mejorar el uso de medios sustentables para recorrer la ciudad.