Reconstrucción post terremoto en Christchurch busca que la ciudad vuelva a ser una ‘Ciclópolis’
El 22 de febrero de 2011, la segunda ciudad más importante de Nueva Zelanda, Christchurch, fue destruida por un terremoto de 6.3 grados en la Escala de Richter que dejó más de 180 fallecidos, cientos de desaparecidos y decenas de edificios en el suelo.
La catástrofe fue tan dañina que transformó la ciudad en “una zona de desastre total”, según declaró el propio primer ministro, John Key, e incluso es considerada como una de las peores de los últimos 80 años.
Durante los meses siguientes, moverse por la ciudad no era fácil debido a los cortes y desvíos en los caminos, por lo que la bicicleta se consolidó como el mejor medio de transporte, sobre todo cuando muchos debían volver a sus casas tras una réplica.
Por esta razón, los habitantes propusieron en el plan de reconstrucción para la ciudad que se construya infraestructura ciclista, una opción que fue vista por las autoridades como una oportunidad para mejorar la ciudad y volver a sus raíces de los años 20, cuando era conocida como “Ciclópolis” y la “Copenhague del sur”.
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A inicios del siglo pasado, Christchurch tenía alrededor de 80 mil habitantes y aproximadamente la mitad se desplazaba en bicicleta, por lo que la ciudad rápidamente se posicionó como un referente del ciclismo urbano a nivel nacional. Varias décadas después, esta fama persiste debido a que este medio de transporte representa un 7 por ciento de los desplazamientos.
No obstante, mediante las obras del plan de reconstrucción, que fue lanzado en julio de 2012, este porcentaje se busca aumentar. Esto porque las medidas enfocadas en la movilidad e incluidas en el Plan de Ciudad Accesible que partió en octubre de 2014, está considerado hacer que la ciudad sea más habitable y verde.
Esta opción fue la que las autoridades determinaron que era viable si se construye una red ciclista, para lo que diseñaron 13 rutas ciclistas que pretenden mejorar la conectividad a los barrios periféricos con el centro. Además, se crearán rutas en el centro y otras recreacionales, para dar acoger las distintas necesidades de los ciclistas.
Asimismo, para que los viajes sean más seguros, se estableció que se diseñarán calles en donde puedan convivir diversos modos de transporte, privilegiando a los peatones y ciclistas.
El encargado de implementar las renovaciones que abarcan el ciclismo es el ingeniero en transportes Glen Koorey, quien dijo en una entrevista con The Guardian que si bien “no debería tener que haber un terremoto para que esto suceda”, la catástrofe se decidió enfrentar como una buena oportunidad para impulsar este medio de transporte e incluso plantea que Christchurch “puede llegar a ser una de las mejores ciudades de ciclismo en el mundo”.
Junto con la red ciclista, también está previsto mejorar las intersecciones y establecer Zonas 30 en donde los automovilistas solo podrán circular a 30 kilómetros por horas, dando lugar a calles menos ruidosas, descontaminadas y seguras.
Paralelamente al incremento en el uso de la bicicleta, en la ciudad han surgido otras iniciativas para lograr que más personas se desplacen en bicicleta, como grupos ciudadanos dedicados en enseñarle a las mujeres a andar en bicicleta y en realizar talleres de mecánica, lo que se complementa con la implementación desde el mes pasado de un sistema de bicicletas públicas.
Si bien aún falta para que la red esté construida en su totalidad, aproximadamente cinco años, Koorey es optimista y considera que este plazo servirá para que más ciudadanos se bajen de los automóviles y se suban a las bicicletas. Incluso, estima que durante este período, los ciclistas se podrían duplicar y con ello retomar su fama que alguna vez tuvo como ‘Ciclópolis’.
Referencias: Unidad Central de Desarrollo de Christchurch (CCDU), Ministerio de Transportes de Nueva Zelanda, The Guardian y El País.