Defensa de la tierra: llaman a no demoler construcciones en adobe
Tras los daños del terremoto, el Colegio de Arquitectos y la red Protierra Chile alertan sobre los efectos que esta medida puede tener sobre el patrimonio: “Reconstruir en tierra llega a reducir hasta en un 50 por ciento los costos en una vivienda social”.
“La casa construida en adobe solo necesita buenos zapatos y buen sombrero”, dice una sabiduría popular ante la creencia de que este vilipendiado material solo debe utilizarse en climas secos. Según Patricio Gross, presidente del Comité de Patrimonio del Colegio de Arquitectos, la idea se refiere a las correctas construcción y mantención.
Ese enunciado vale también para los efectos sísmicos a los que está sometido el adobe en Chile, y ello quedó en evidencia con el terremoto de 2010, donde de las 200 mil viviendas dañadas, 60 mil eran históricas, edificadas en este material. Otro tanto de ellas sí resistió la sacudida.
“En el adobe todo depende de si está bien utilizado y cómo se realizan las mantenciones. Si se respeta el espesor de los muros, si se utilizan escalerillas, o si se conserva la relación entre vanos y ventanas, que debe ser mínimo de dos a uno”, dice el arquitecto.
A tres semanas del terremoto de 8,4 grados Richter que azotó a la Cuarta Región -donde de las más de mil viviendas dañadas, el 20 por ciento era de adobe-, los mismos especialistas y defensores de la construcción en tierra salen al paso a alertar de un peligro más al respecto: la tendencia de las autoridades a la rápida demolición de estas edificaciones. Tanto el Colegio de Arquitectos como la red Protierra Chile, que investiga y divulga el uso de la tierra como material constructivo, se unieron en esta defensa.
“Recorrí las zonas damnificadas del 2010 por cuatro años, y vi cómo muchas veces había disputas entre una autoridad que quería demoler y otra que quería conservar. En muchos casos se demolió y el daño para la comunidad fue peor, porque sus localidades perdieron el valor patrimonial y el atractivo que tenían para los visitantes. Así también pierden sus ingresos del turismo”, dice la arquitecta Isabel Bowers, que reconstruyó 16 casas en Chimbarongo siguiendo las tipologías patrimoniales, con corredores, ventanas y tejas de tipo colonial.
“El peor negocio es demoler en forma irresponsable. Hoy existen tecnologías que hace 15 años no existían y que pueden ayudar a recuperar las estructuras hechas en tierra”, añade el arquitecto Hugo Pereira, coordinador internacional de Protierra, en referencia a las geomallas de alta resistencia o las cuerdas de plástico que se aplican alrededor de una edificación.
Misión al norte
“Los diagnósticos de hoy están equivocados: una grieta de un centímetro en adobe es una lesión leve, pero la misma grieta en concreto o ladrillo está considerada gravísima. Como en las universidades no se enseña el uso de la tierra, los directores de obras no conocen estas diferencias, y se guían por los antiguos conocimientos”, agrega.
Una misión de especialistas a cargo de la Escuela Taller de Artes y Oficios Fermín Vivaceta viajará este mes a lugares como Combarbalá, Montepatria, Canela Baja y Punitaqui para realizar un catastro de daños y talleres de uso de adobe y recuperación.
Firmado por Patricio Gross, esta semana el Colegio de Arquitectos emitió un documento donde se apunta la necesidad impostergable de incluir a estos especialistas en los diagnósticos que se están haciendo en el Norte Chico. Pone atención en aspectos sobre cómo debe ser la reconstrucción de monumentos nacionales, la gran cantidad de bienes patrimoniales que no ostentan declaratorias y que requieren restauraciones, el respeto por las zonas típicas e históricas, el extremo cuidado sobre el patrimonio arquitectónico religioso dañado.
“No debe confundirse lo inhabitable con lo que se debe demoler. Toda construcción dañada es recuperable”, señala Gross. En ese caso “deben protegerse en su estado actual, aislándolas para evitar riesgos”, agrega.
Según Protierra, reparar una casa de adobe es mejor que construir una nueva, pues protege el aspecto patrimonial y reduce los costos en el orden del 20 por ciento, y hasta el 50 por ciento en viviendas sociales.
“La reconstrucción en tierra involucra siempre a la comunidad y genera un saber popular a través de las técnicas y el uso de los materiales: qué tipo de tierra o paja se debe buscar, cuánta agua se tiene que usar, qué proporciones son las correctas”, dice Gross. “Hay que desmitificar que la construcción en adobe es mala. Si la construcción en cemento o ladrillo es mala, con un terremoto también se va a dañar”, cierra Bowers.