Tras un siglo, desaparece último emporio que mantuvo la tradición de antaño en Valparaíso
Por Hernán Cisternas A., El Mercurio.
La Gran Bodega Pedro Montt Bacigalupo y Cia. fue declarada Memoria Viva del puerto en 2006:
Establecimiento ubicado frente al Congreso Nacional resistió por años el desafío de los supermercados con ventas a granel y atención personalizada.
Dentro de 20 días, en Valparaíso cerrará sus puertas el último emporio de principios del siglo XX que quedaba en el puerto. Uno que, por más de 100 años, preservó el estilo de los antiguos negocios donde el público podía comprar a granel en un ambiente impregnado de aromas a canela, clavos de olor, frutos secos y deshidratados, en medio de grandes vasijas con especias, pimienta y comino; cocoa, té, chocolate, chuño y huesillos; harinas, charqui o miel, entre cientos de productos.
La Gran Bodega Pedro Montt Bacigalupo y Cia., que se ubica en avenida Pedro Montt con Rawson -la misma dirección del Congreso Nacional, pero en la esquina opuesta-, abrirá por última vez el 30 de octubre, poniendo fin al emprendimiento iniciado en la primera década de 1900 por los hermanos Santiago y Bernardo Bacigalupo Garibotto, veinteañeros originarios de la región de Liguria, que llegaron a Chile como inmigrantes italianos en busca de una nueva vida.
La decisión del cierre la adoptaron Ezio y Roselba Bacigalupo Lanata, hijos de los fundadores, luego que sus descendientes eligieran profesiones alejadas del rubro comercial. Mientras atiende la caja, Roselba se ve obligada a explicar a sus clientes las razones del cierre. “Señora, me va a hacer llorar a mí también”, le comenta a una mujer de edad avanzada, que le expresa sus sentimientos al cancelar su compra. “Cumplimos un ciclo y ahora vamos a descansar”, agrega.
A otro cliente le señala que “como detrás de nosotros no hay nadie que quiera seguir con el negocio, simplemente nos vamos a la casa. La vida es así. Ya cumplimos con el trabajo y ahora tenemos que descansar”.
La mujer recuerda que cuando llegaron los supermercados “nos dijeron que nos transformáramos en lo mismo, pero no quisimos. Reforzamos todo lo que es aliño, frutas secas de todo tipo y glaseadas, convirtiéndonos en un referente obligado de quienes hacen pasteles, tortas y dulces”.
En julio de 2006, en la administración del entonces alcalde Aldo Cornejo, el municipio declaró al emporio y a la familia Bacigalupo como Memoria Viva de Valparaíso “por su esfuerzo, tradición y su activa contribución a la comunidad”.
Alberto Vilches, el empleado más antiguo, con más de 50 años, dice: “Duele que Valparaíso pierda un negocio que es único, porque no queda ninguno más de este tipo en la ciudad, pero hay que pensar que en la vida también hay que descansar”.