Columna El Observador Urbano: Emergen las ciudades capitales del Pacífico
Por Miguel Laborde, El Mercurio.
hacia un Santiago de calidad mundial
Nueva York, Río de Janeiro y Buenos Aires eran la cara de América, las ciudades más visitadas y celebradas; eran, en el océano Atlántico, los polos visibles y puertos de entrada al Nuevo Mundo.
El eje comenzó a desplazarse hace medio siglo hacia el oeste. En Estados Unidos a San Francisco de California primero y luego a Seattle, mientras aquí, un poco más tarde, Santiago, Bogotá y Lima comenzaron a ofrecer los progresos más vertiginosos de Sudamérica. Así ha sido en las últimas décadas, y el fenómeno sigue en progreso.
Las tres tienen barrios interesantes y muy diversos, una gastronomía de sabores intensos que deriva de sus buenos suelos, y un valioso mundo de paisajes que van en poca distancia de lo andino a lo marítimo y lo desértico.
Bolivia va en sentido inverso. Aunque la retórica altiplánica se refiera al Pacífico, su ciudad más dinámica y emprendedora, Santa Cruz, la que algunas veces ha generado sueños separatistas, mira hacia el Atlántico. Talvez porque sus profesionales se forman o cursan sus posgrados en universidades de Brasil y Argentina, o porque no lejos de ella nacen accesos a la cuenca amazónica y la platense.
Bogotá gozó de una secuencia de alcaldes mayores de Bogotá encabezada por Antanas Mockus, quien entró en 1995 y terminó su segundo período el 2003, con Enrique Peñalosa de por medio. La transformación de Lima fue liderada por los Andrade Carmona casi al tiempo; Alberto comenzó en 1996 la recuperación y modernización del área central y la completó el año 2003, en tanto su hermano Fernando inició el notable desarrollo de Miraflores el mismo año de 1996, en una gestión que abrió la capital peruana al mar con avenidas y paseos costeros, los que ahora se prolongan a todo el ancho de la ciudad.
El caso de Santiago ha sido más prolongado en el tiempo, a lo largo de más alcaldes, pero el resultado es el mismo; ahora es también un destino turístico y no solo un aeropuerto internacional para -en nuestro caso- ir a Atacama o la Patagonia. Como las demás, ya tiene un lugar en el mapa del turismo.
Las tres son variadas. Bogotá, que salvó su área colonial La Candelaria hace medio siglo, ahora suma barrios gastronómicos donde antes había mansiones de arquitectura europea de los años 20 y 30, en la Zona Rosa, y suburbios residenciales de buena calidad ambiental en el sector de la antigua hacienda de Santa Bárbara, o en Usaquén y Los Rosales.
Santiago calladamente ha ido sumando Bellavista y Lastarria -Bellas Artes, la renovación de los barrios de Providencia, Barrio Italia, Santiago poniente, el polo El Bosque-, Isidora Goyenechea, el Parque Bicentenario y El Mañío en Vitacura, más la renovación del casco histórico, los que hoy hacen de Santiago un destino de mención frecuente en diarios y revistas del mundo.
El sino de América, el “no ser siempre todavía” como lo definió el venezolano Ernesto Mayz Vallenilla, al fin se está superando en este eje. Es un momento expectante para la región que, desde esta Sudamérica occidental, contempla las aguas del Pacífico sur.
Nuevo ejeSantiago, Bogotá y Lima tienen barrios interesantes y muy diversos, una gastronomía de sabores intensos que deriva de sus buenos suelos, y un valioso mundo de paisajes.