Patrimonio de uso diario en Santiago
Por María José Jarpa, La Tercera.
El lunes, las puertas de la iglesia San Francisco sufrieron un ataque incendiario. Además del valor patrimonial, ese hito posee una relevancia histórica desconocida, como muchos otros lugares de la ciudad que pasan inadvertidos.
La imagen de dos puertas de la iglesia San Francisco envueltas en llamas, tras recibir el impacto de una bomba molotov durante una manifestación por los pueblos originarios el 12 de octubre, no sólo causó el repudio de la sociedad civil y autoridades, sino que también, impotencia en la Orden Franciscana que resguarda aquel templo, declarado Monumento Nacional en 1951.
El ataque provocó la detención y posterior formalización de un joven de 20 años por los delitos de porte ilegal de arma de fuego y daño a un monumento nacional.
Pero además de estos simbolismos, aquel lugar del centro de Santiago posee un valor histórico poco conocido: por ahí ingresaban los feligreses de San Antonio de Padua, protector de los pobres. Según la cultura popular, además, ayudaba a conseguir pareja. Lo anterior derivó en que posteriormente la calle que enfrenta el templo recibiera también este nombre: San Antonio.
No son pocos los lugares en la capital, utilizados para comprar artículos comunes o para realizar trámites, que poseen un secreto y olvidado valor cultural.
Luis Eduardo Bresciani, arquitecto y presidente del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (CNDU), comenta que “la comunidad no siempre los reconoce ni los protege adecuadamente (…) la razón de que esto ocurra es que aún el Estado no tiene la plena capacidad para difundir el verdadero valor que tienen alguno de estos lugares”.
El arquitecto Teodoro Fernández, sostiene que “para poder apreciar los Monumentos Nacionales y el patrimonio es que sigan teniendo un uso. Sea el primero destinado u otro que se pueda realizar en el tiempo. De lo contrario los edificios van perdiendo su relación con la ciudad y los ciudadanos”.
Al respecto, Ángel Cabeza, director de la Dibam (Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos) y vicepresidente del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), asegura que “hay situaciones, especialmente en las grandes ciudades, donde todavía no hay un relacionamiento positivo con el patrimonio”. Esto a pesar que, según Cabeza, existe “un despertar en la ciudadanía y en las distintas comunidades respecto a la importancia de conservar, mantener, proteger y cuidar el patrimonio cultural del país”.
Para resolver esta situación, Bresciani comenta que se impulse “una activa política de educación entorno al patrimonio, que implique difundir la historia de los lugares que habitamos y que han tenido un significado para nuestra sociedad”. Además, plantea que las personas “participen activamente en la toma de decisiones en lo relacionado con la renovación de sus comunas o su barrios”.
Mireya Danilo, jefa de la subdirección de Patrimonio de la comuna de Santiago (que concentra 80 monumentos nacionales y 16 zonas típicas declaradas por ley), concuerda en que es fundamental dar a conocer la relevancia de estos hitos para evitar un deterioro. “Es necesaria una política pública de información, de educación, de capacitación (…). Con una malla curricular en los colegios en las universidades, asociar el patrimonio a muchas otras áreas de estudio y de trabajo. El patrimonio no es algo aislado”.
Los gastados adoquines de calle Huérfanos
Al recorrer la calle Huérfanos, en el tramo que va desde Av. Ricardo Cumming a Matucana, se pueden observar antiguos adoquines entre los que se vislumbran vestigios de lo que fue la línea de un tranvía. Estos elementos, en una de las primeras calles pavimentadas de la capital, son parte de la Zona Típica del Barrio Yungay, además de contar con protección de la Municipalidad de Santiago. “Son de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Desde la Guerra del Pacífico hasta 1920, Chile era un país rico, y en ese período se hicieron muchas cosas, como palacios y alcantarillados”, dice el arquitecto Teodoro Fernández.
Sin embargo, buena parte de la calle, actualmente presenta hoyos y parches ocasionados por el uso vehicular. Según la municipalidad, una reparación de esta y otras vías comenzaría este mes.
El palacio que ahora vende repuestos
Poco queda de la fastuosidad que tenía el Palacio Elguín. Situado en plena Alameda, cerca del barrio Brasil, este inmueble de tres plantas construido por Teodore Burchard en 1887 y que perteneció al empresario minero, Nazarino Elguín, perdió una de sus alas cuando se ensanchó Avenida Brasil en los años 20. Posteriormente, se convirtió en un espacio para locales comerciales.
A pesar que la edificación cuenta con protección por estar en la zona típica del barrio Concha y Toro, luce desprolijo y por su exterior cuelgan letreros, la mayoría de ellos de negocios de repuestos de autos. “Desde que se declaró monumento no se puede hacer nada. Monumentos Nacionales molesta. Te piden que mantengas el lugar, y al final, el gasto corre para uno”, dice Carlos Barrera, uno de los copropietarios del edificio, que se subdividió en los años 70.
Una casa presidencial que ahora es comercio
Los transeúntes caminan sin detener la mirada al pasar frente al número 738 de calle Merced, en Santiago, lugar donde se levanta un edificio de dos plantas, que en su interior cuenta con varios locales comerciales, desde venta de lencería hasta tarotistas. Sólo dos placas conmemorativas hacen eco de la otra vida que tuvo este antiguo edifico, declarado monumento en 1966. “Aquí tuvo su hogar y murió don Manuel Montt 1809-1880”, reza una de los recordatorios aludiendo al ex Presidente. La otra menciona a su hijo, Pedro Montt, que también fue jefe de Estado.
Matías Labbé, quien trabaja con un grupo de artistas en el segundo piso dice que en una oportunidad “hicimos un presupuesto para arreglar la fachada, y eran como $ 80 millones”. Pero no tenían los recursos: el Estado sólo financia la mitad. El edificio ahora es de una inmobiliaria.
De hotel de lujo a oficina de trámites
Junto a la Estación Mapocho se ubica la estructura de lo que fue el Hotel Bristol, edificación construida en 1915 por el arquitecto José Forteza Ubah y que fue declarado Monumento Nacional el 2007. El lugar recibió a viajeros extranjeros e incluso tuvo como residente al poeta Pablo de Rokha en los años 60. Hoy alberga oficinas de la Municipalidad de Santiago y poco quede de su antiguo esplendor.
Sobre la transformación de edificaciones de este tipo para nuevos usos, el arquitecto Luis Eduardo Bresciani, indica que “todas las edificaciones o espacios de la ciudad requieren adaptarse a las nuevas necesidades, pero hay ciertas actividades que son compatibles, como transformar inmuebles patrimoniales en oficinas o espacio de cultura, pero hay otras que no los son, como una bodega”.