Unas 173 mil personas serán beneficiadas con instalación de nuevas desaladoras en el norte
Por Mario Rojas M. y Carlos Santana, El Mercurio.
Durante esta década la inversión será de al menos US$ 56 millones en regiones como Arica y Antofagasta:
Más de 276 mil habitantes de esa desértica zona tienen abastecimiento de agua potable por esa vía. Cifra crecerá en 63% en próximos años.
En Michilla, un poblado de poco menos de mil habitantes ubicado a 110 kilómetros al norte de Antofagasta, vive José Valenzuela. Ya jubilado de la minería decidió con su familia instalar un almacén junto a la carretera que cruza el pueblo.
“En noviembre de 2013 llegó el último camión aljibe con agua de Mejillones -50 kilómetros al sur-, porque desde entonces tenemos nuestra propia planta desaladora de agua de mar que abastece a las casas”, cuenta.
La unidad costó US$ 2 millones, aportados por una compañía minera, el municipio de Mejillones y por el Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR), y produce 87 metros cúbicos al día.
El ejemplo de Michilla se replica en ciudades costeras de las desérticas regiones del extremo norte del país, entre Arica y Taltal, separadas por poco más de mil kilómetros.
Allí durante esta década habrá inversiones de por al menos US$ 56 millones en nuevas plantas desalinizadoras destinadas exclusivamente a la producción de agua potable para consumo humano, las que beneficiarán a unas 173 mil personas.
Lo anterior representa el 63% de los 276 mil habitantes de la zona que actualmente tienen la cobertura de ese servicio básico, captado desde el mar.
Ayer en Arica fue la presentación del proyecto de la primera planta de ese tipo en esa región, la que demandará una inversión de US$ 30 millones, tendrá capacidad para producir 200 litros/segundo y abastecerá al 35% de la ciudad. Esto es, alrededor de 81 mil personas.
“La idea es reemplazar el agua que estamos tomando desde el valle de Azapa y con eso asegurarnos de la sustentabilidad de ese acuífero. El primer semestre del 2018 iniciaríamos las operaciones”, explicó Sergio Fuentes, gerente regional de la sanitaria Aguas del Altiplano.
La compañía, que pertenece al grupo Aguas Nuevas, controlado a su vez por el conglomerado japonés Marubeni, evalúa dos emplazamientos: el acceso al valle de Lluta o poco más de 10 kilómetros al sur, en la periferia del radio urbano ariqueño.
Mientras tanto, Pablo Fassi, gerente de planificación de Aguas Antofagasta, indica que esa compañía tiene en carpeta la construcción de una desaladora en Tocopilla, 175 kilómetros al norte de Antofagasta.
La iniciativa está en fase de evaluación ambiental, producirá 100 lts/seg, lo que podría duplicarse. Aunque los plazos de construcción aún no se concretan, se estima que potencialmente abastecería a más de 30 mil habitantes de esa provincia, formada por las comunas de Tocopilla y María Elena.
A lo anterior se suma una segunda unidad en Antofagasta, que se complementará con la que opera desde 2003 en La Chimba, 11 kilómetros al norte del centro, y la más grande hasta hora en el extremo norte del país. También está en evaluación y costaría US$ 19 millones.
“Las plantas desalinizadoras operan sobre la base del proceso de osmosis inversa, que no produce contaminación ambiental, y su principal insumo es la energía eléctrica”, señaló Fassi.
Cinco
desaladoras contempla en el país un Plan Hídrico Nacional, además de embalses.
449 mil
habitantes del norte tendrían abastecimiento de este tipo en esta década.
35%
de los poco más de 50 mil clientes de Arica tienen subsidio de agua potable.
Cinco
plantas desaladoras, urbanas y rurales, operan en Tarapacá y Antofagasta.