Municipal reinaugura sector dañado por incendio y abre nueva sala para orquesta
A dos años del siniestro que destruyó ala sur poniente, se restauró lugar de ensayo del ballet.
Hace casi exactamente dos años, el Cuerpo de Bomberos de Santiago sorteaba difícilmente el laberinto de humo y llamas que inundaba el ala sur poniente del Teatro Municipal. A una temperatura promedio de 600 grados Celsius, a eso de las dos de la tarde, era aún más difícil dilucidar el origen del incendio que afectó al recinto de Agustinas y que desde un principio se sospechó podía provenir de una explosión en el sistema eléctrico de la bodega de vestuario.
Era una talón de Aquiles que no fue cubierto tras las reparaciones del coliseo después del terremoto del 27 de febrero del 2010 y que recién ahora parece definitivamente resuelto. Tuvo que sobrevenir, claro, aquel incendio de proporciones para blindar de seguridad al edificio patrimonial, levantado en el año 1857.
Desde hoy, junto con las esperables medidas de prevención, el Teatro Municipal de Santiago luce además la absoluta restauración y vigorización de aquel sector cuyo vértice es la esquina de San Antonio con Moneda. El principal coliseo operístico del país no sólo recuperó sus dos salas de ensayo de ballet en mejores condiciones que antes del siniestro del 18 de noviembre, sino que contará con la esperada sala de pruebas de la Orquesta Filarmónica de Santiago, que hasta ahora sólo ensayaba en la Claudio Arrau. La flamante nueva antecámara se llama Ramón Vinay y es completamente insonorizada, uno de los requerimientos elementales para cualquier recinto de ensayo instrumental.
Las tres salas serán plenamente ocupadas por bailarines y músicos a partir de diciembre, mes del año en que precisamente llega al Teatro Municipal uno de sus espectáculos con mayor respuesta en boleterías: el ballet Cascanueces. También es el mes de Carmina Burana a cargo de la Filarmónica de Santiago y del Triple concierto de Beethoven y laSegunda sinfonía de Tchaikovsky en la versión de la Sinfónica Nacional Juvenil. Es decir, un mes donde el ballet y la orquesta podrán hacer pleno uso de los nuevos aposentos.
“Con la reconstrucción no sólo se restauró, sino que se aprovechó de revisar el diseño integral de esta parte del Teatro Municipal. Se pudo utilizar mejor el espacio”, explica la alcaldesa Carolina Tohá, que además es presidenta del directorio del Teatro. La inversión de recuperación de la zona siniestrada ascendió a los $ 2.900 millones, de los que $ 1.600 millones fueron aportados por los seguros comprometidos del recinto lírico y otros $ 200 millones por el Consejo de Cultura. “Hubo además 860 millones de donaciones de privados y el resto pertenece a recursos propios”, agrega la autoridad edilicia. Entre los privados que aportaron al recinto en la campaña lanzada a fines del 2013 estuvieron Falabella, CMPC y el grupo Luksic
La disponibilidad de las dos nuevas salas de ensayo permitirá a su vez que los bailarines del Ballet de Santiago desocupen las antecámaras de la Escuela de Ballet, que han sido utilizadas durante estos dos años como alternativa para la práctica y que ha redundado en que los estudiantes deban dejar el Teatro y ensayar, por ejemplo, en el GAM. “Con la reconstrucción se aprovechó de mejorar las condiciones del suelo y también se hicieron techos mucho más altos. Es decir, ahora se cumple plenamente con las necesidades para un bailarín de ballet, que debe saltar constantemente o apoyarse con fuerza en el piso” indica Tohá.
Entre las reestructuraciones hay una mejora en los camarines y en salas de espera (“muy necesarias cuando los bailarines están, por ejemplo, fuera de la obra y esperan lejos del escenario”, dice Tohá), la visibilización de algunas viejas paredes de ladrillos de las salas (que da cuenta del carácter patrimonial del edificio) y la incorporación de un ascensor de gran capacidad para trasladar escenografía, instrumentos y vestuarios.
El Teatro Municipal ha sido atacado tres veces por incendios (1870, 1924 y 2013) y este tipo de siniestros es parte orgánica de su historia. El primero de ellos ocurrió tras una función de ópera, también durante una primavera, exactamente el 8 diciembre de 1870. Uno de los que llegó al fuego desatado fue el comerciante, filántropo y bombero de origen italiano Germán Tenderini. No salió vivo del lugar, pero una de las calles que flanquea el recinto lleva el nombre que todos ya conocen.