Columna El Observador Urbano: Una casa para Los Jaivas (y el Barrio Universitario)
hacia un Santiago de calidad mundial
De la provincia nos llegan aportes más relevantes para el arte y la cultura, y a su paso van dejando huellas: Pablo Neruda a los pies del San Cristóbal, Violeta Parra en su museo en la avenida Vicuña Mackenna, Los Jaivas ahora, viñamarinos, con la casona que le fue asignada a su fundación para que abra un centro dedicado a la música de América Latina.
Buena idea que esta casa, que es una de las once de la Región Metropolitana entregadas por el Fondo del Patrimonio del Consejo de la Cultura y las Artes, esté en el Barrio Universitario, contexto apropiado para que el proyecto tenga éxito.
De 870 metros cuadrados, tiene historia. Al igual que las dos vecinas, construida a principios del siglo pasado por la familia Edwards, está entre las primeras rodeadas de jardín; es aquí donde Santiago empezó a ponerse verde. Coincide con un grupo musical que, precisamente, fue pionero en ahondar en los paisajes de Chile.
La primera vez que se presentaron Los Jaivas en la capital, en 1969 en el Parque Bustamante, fueron menos de cien los asistentes. La ciudad ya estaba dividida políticamente y ellos no estaban en un bando definido. Eran más cercanos al humor y a la propuesta del artefacto de Nicanor Parra: “La derecha y la izquierda unidas, jamás serán vencidas”… La historia los ha reivindicado así como también su postura pacifista.
Es muy conveniente que la capital del país vaya construyendo hitos asociados a sus principales protagonistas culturales. En este caso, un grupo que, junto con la naturaleza americana, a su batería y guitarras eléctricas rockeras, sumó símbolos e instrumentos indígenas como la trutruca, magistralmente integrada en temas de Alturas de Macchu Picchu. Si el gobierno del Perú accedió a facilitar las ruinas de la ciudadela, excepcionalmente, fue por consideración a quienes habían logrado integrar lo ancestral con lo contemporáneo en un sonido nuevo y vibrante.
El Barrio Universitario, para hacerle honor a su nombre, necesita lugares propicios al desarrollo cultural, casonas para talleres, pero también espacios artísticos culturales como será la casa de Los Jaivas.
La recuperación patrimonial del Palacio Piwonka, del Palacio Astoreca, la del Palacio Cousiño que está próxima a culminar tras años de trabajos, la de la Casa Eguiguren en calle Dieciocho, son muy positivas; pero también se requieren lugares abiertos que permitan potenciar el barrio, como la Confitería Torres en el Palacio Íñiguez o el Museo Militar en el noble edificio de su antigua Escuela, recién visitado por más de 800 personas en los Museos de Medianoche. También ha sido un aporte la nueva Biblioteca Nicanor Parra de la Universidad Diego Portales, con salas y auditorios para actividades relacionadas de cine, literatura, fotografía y música.
Sigue pendiente el futuro del Teatro Carrera, el que en su momento se pensó sería el gran espacio abierto de las universidades del sector. Hasta el quiosco del Parque O’Higgins merece una buena programación musical, con tan buen entorno. Entre la Alameda por el norte y el Parque y el Club Hípico por el sur, grandes hitos que tienen en medio a un público de varios cientos de estudiantes, está lo necesario para cumplir con su nombre de “Barrio Universitario”.
BARRIO UNIVERSITARIO
Para hacerle honor a su nombre, necesita lugares propicios al desarrollo cultural.