Marejadas y maremoto redujeron ancho de balnearios de La Serena y Coquimbo
Por: Juan Castellón San Martín.
A dos meses del tsunami, experto indica que playas podrían demorar 5 años en lograr normalidad:
Armada decidirá antes del 15 de diciembre, fecha en que comienza el período estival, si habrá restricciones en el acceso al público en las costas. Medida, incluso, podría limitar el ingreso al mar para los bañistas.
Raúl Sunders, empresario gastronómico, recorre al menos dos veces al día la nueva fisonomía de la playa Socos de Tongoy. “Es como si el mar se hubiese tragado nuestra playa”, dice.
Con una pérdida estimada del 90% y la inundación de 300 metros de arena, que utilizaban cerca de mil visitantes en un día de verano cualquiera, el balneario es uno de los símbolos de la catástrofe que dejó el maremoto del 16 de septiembre.
Un mes antes del terremoto 8,4 Richter en la IV Región, violentas marejadas ya habían afectado a sus playas y la mayor parte del borde costero de La Serena y Coquimbo. Ese temporal de vientos que alcanzaron los 120 km/h junto con los efectos del tsunami son los eventos más graves que se han producido en las playas de esta zona en los últimos 93 años.
“El 15 de diciembre hacemos la resolución de las playas que van a quedar aptas o no para el baño, y es muy probable que Socos no sea habilitada”, adelanta el capitán de Puerto en Tongoy, Marcelo González. Algo más cauto, su homólogo en Coquimbo, Raúl Ceballos, advierte que si bien “las playas no serán inhabilitadas totalmente, quizás se reconsidere para el baño, pero quedarán como solanera”.
La evaluación de la Armada dependerá de una prospección que realizará al fondo marino, con el fin de remover restos de embarcaciones, casas, restaurantes, motores y otros escombros. Los municipios guiarán y seguirán esta etapa con atención, tomando en cuenta los ingresos que generan las 700 mil visitas del verano.
“Estamos redoblando los esfuerzos para que el impacto no sea negativo”, dice la directora de Turismo de la Municipalidad de La Serena, Ana Bahamondes.
La entidad elaboró una campaña focalizada en Santiago y Viña del Mar, a nivel nacional, y Mendoza, San Juan y Buenos Aires, en Argentina. “Vamos a dar un mensaje de tranquilidad y decir que estamos 100% operativos”, explica. También habrá programas centrados en el patrimonio cultural, el casco antiguo y los 17 monumentos históricos de la ciudad; nuevas rutas rurales y fortalecer la relación con los observatorios astronómicos. Por otro lado, se realizarán proyectos de inversión temporal para dotar de más comercio al turístico paseo de la Avenida del Mar.
En Coquimbo se potenciarán las playas de La Herradura, Totoralillo y Guanaqueros con nuevas áreas para los bañistas, con equipos de salvavidas, seguridad y aseo. La idea es reemplazar el espacio de los sectores que se vieron deprimidos, como Peñuelas y Playa Changa, mientras se realiza una limpieza en ellos. La acción se replicará en Tongoy, mediante la autorización de los primeros 5 kilómetros de la Playa Grande. La estrategia implica llevar a esos balnearios parte de la cartera de 50 actividades que organiza el municipio para atraer público.
El académico de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Católica del Norte (UCN), Manuel Berríos, sostiene que aún es imposible cuantificar los daños de la geografía marina.
“La playa va perdiendo la inclinación producto de la pérdida de arena, por eso se ve más chica. Pero en verano es más grande porque se estabiliza y rellena el perfil. Es un juego de la naturaleza, pero ahora se ha visto exagerado”, cuenta. Y si bien el experto advierte que se han visto trazas de recuperación en Cuatro Esquinas y Peñuelas Sur, el proceso será largo: deberán pasar unos cinco años para volver a la normalidad en las áreas más afectadas.