La vida en un pueblo sustentable
En Villa El Manzano, Región del Biobío, aseguran haber alcanzado 70% de autosuficiencia alimentaria. Ahora van por la energética.
El pequeño Pascual (2) no sabe de ruidos de bocinas en un taco, ni del ajetreo que se provoca en los supermercados o centros comerciales de cualquier ciudad. Su día comienza con el cacaraqueo del gallo y el trinar de pájaros. Se divierte recorriendo el campo en su bicicleta, cosechando frutos del huerto y recolectando huevos del gallinero.
El pequeño es hijo de Carolina Heidke y Jorge Carrión, y al igual que los demás niños del sector, está creciendo bajo un modelo poco convencional.
“Aquí los niños disfrutan de la naturaleza, comen sano, respiran aire puro y viven en comunidad”, señala orgullosa Carolina.
Ubicada a 15 kilómetros de Cabrero, en la Región del Biobío, se encuentra Villa el Manzano, una comunidad organizada que comenzó en 2007 como un desafío de los hermanos Carrión: Javiera (36, agrónomo), Jorge (33, agrónomo) y José (29, técnico agrícola), para hacer un emprendimiento en su área y no perder un fundo familiar de 120 hectáreas.
Ellos se definen como una familia que trabaja por lograr un desarrollo sustentable y en armonía con su entorno, con la firme convicción de que una agricultura diferente es posible.
“Demostrar que es un sistema productivo integrado, económicamente rentable, ecológicamente coherente y que puede convertirse en una opción de vida, es nuestro desafío permanente”, cuenta Jorge.
Trabajan la tierra a través de la agricultura orgánica, produciendo legumbres, cereales y frutas libres de pesticidas y transgénicos. Actualmente, aseguran tener un 70% de autosuficiencia alimentaria, trabajan con reciclaje, manejo de residuos y a través de proyectos avanzan hacia la independencia energética.
Hoy el proyecto ya no es un fundo ni un predio. Creció. Se trata de toda la localidad. Involucra a vecinos del sector e incluso adeptos de otras regiones y países.
“El mundo está ávido de nuevas soluciones y formas de hacer las cosas y nuestro proyecto es viable y replicable”, dice Carolina.
Esta localidad también recibe visitantes durante todo el año, la mayoría extranjeros con ganas de vivir la experiencia.
“Es brutal, aparte de la formación, aquí cariño, familia y comida no falta”, cuenta Carlota (23) con las manos y pies llenos de arcilla. Ella es estudiante española de bioconstrucción, uno de los cursos que se imparte en la villa.
La propuesta educativa de El Manzano se centra en el aprendizaje transformativo en acción y la regeneración eco social, ofreciendo talleres en materias como permacultura y bioconstrucción.
“Llegamos aquí buscando un estilo de vida, pero hoy actuamos como modelo”, comenta Grifel Hope, esposo neozelandés de Javiera, la mayor de los Carrión.