El operativo para limpiar el río Loa
Tiene más de 400 kilómetros de largo, pero su desembocadura comienza a llenarse de desechos de los turistas.
Botellas plásticas, partes de vehículos, latas de cerveza y carbón, son parte de los desechos que hoy se pueden encontrar en la desembocadura del río Loa, justo en el límite de las regiones de Tarapacá y Antofagasta. Si bien en el sector no hay cerros de basura ni escombros, sí se evidencia una creciente tendencia entre automovilistas y visitantes de botar deshechos.
“Hemos realizado actividades de limpieza y se han retirado más de 15 metros cúbicos, en su mayoría botellas plásticas que tiran los visitantes”, aseguró Alejandra Malinarich, directora de proyectos de la Corporación Desierto de Atacama.
En efecto, frente a esa problemática, y la importancia que reviste el río Loa -el afluente más largo de Chile, con 440 kilómetros-, un equipo de expertos, agrupados a través de esta Corporación, ha venido impulsando una iniciativa que busca difundir el valor de su desembocadura. ¿Cómo? Ejecutando, en coordinación con diversas instituciones de la región, entre ellas, Carabineros, Armada y alumnos de colegios, campañas de limpieza y protección de especies.
En la primera fase de recolección de desechos, “se acopiaron más de 300 botellas plásticas, a lo que se sumaron envases de vidrio, latas, tapas de ruedas de vehículos y partes de los mismos”, informó la corporación.
Malinarich destacó que la ejecución del proyecto ha considerado campañas educativas acerca del valor del ecosistema natural presente en el río Loa y su desembocadura. “El río Loa es un corredor biológico y una importante zona de descanso para aves migratorias y nativas a lo largo del territorio. Hay que tener en cuenta que las cantidades de basura disgregadas en el área han puesto en riesgo una zona de alta sensibilidad, que posee ecosistemas especiales, flora y fauna que son frágiles. Los desechos se han transformado en un atentado a la conservación de las especies silvestres”, sentenció.
Para apoyar las campañas educativas, la autoridad instaló letreros en la desembocadura con información de la flora y fauna. Según el biólogo Billy Morales, “uno de nuestros principales desafíos ha sido la educación ambiental, que es una herramienta de cambio para entender el desarrollo sustentable que tanto necesitamos que valoricen las futuras generaciones. La idea de los paneles es que los visitantes puedan acceder a información relevante sobre biodiversidad del lugar y cómo utilizar correctamente el territorio”.
Agregó que el gaviotín chico, junto a otras aves migratorias, nidifican en la desembocadura del río Loa. “La presencia de basura incide en sus procesos reproductivos y lo mismo ocurre, con especies como la lagartija corredor de Atacama”, explicó.