Los alcances del acuerdo climático de París
[cOP21] Si bien se trata de un pacto histórico, varios de sus puntos centrales no son vinculantes u obligatorios, lo que pone en entredicho la real eficiacia del tratado logrado en París. Falta, además, que el tratado sea ratificado en 2016.
El acuerdo de París, que reemplazará en cuatro años más al actual Protocolo de Kioto, vincula los destinos de los grandes emisores de gases de efecto invernadero que están generando el calentamiento global, como EE.UU. y China, con naciones amenazadas por el aumento de las temperaturas globales como las pequeñas islas del Pacífico y del Caribe.
El compromiso que 195 países alcanzaron en la Cumbre del Clima (COP21) de París el sábado dejó a casi todo el mundo contento. Por primera vez en las 21 reuniones de este tipo sostenidas por las Naciones Unidas se había conseguido lo que parecía imposible tras el desastre de la cumbre de Copenhague (COP15) en 2009: un consenso pleno en transitar, como planeta y sociedad, hacia una economía baja en carbono.
Políticos, científicos, ONG y asociaciones en todo el globo analizan el texto del acuerdo, con miradas de satisfacción, pero también de prudencia sobre su alcance e implementación.
Si bien el acuerdo es jurídicamente vinculante, es decir, impone una obligación efectiva a quienes lo suscriben, no todos los puntos en el pacto tienen igual carácter, es decir, hay varios que no tienen sanción, especialmente las metas de reducción de gases, uno de los puntos más complejos.
Oxfam declaró que el consenso alcanzado es “insuficiente” al no incluir medidas concretas para ayudar a los más pobres y vulnerables frente al aumento del nivel del mar, inundaciones o sequías.
Incluso, la ONG Amigos de la Tierra lo calificó de “farsa”, ya que “a través de compromisos parciales y tácticas intimidatorias, los países ricos forzaron un mal acuerdo”.
Lo que si se obliga a los firmantespor lo que revisiones periódicas serán necesarias si se quiere mantener el aumento de la temperatura media del planeta por debajo los 2°C o los esperanzadores 1,5°C a los que las naciones firmantes aceptaron “forzarse” a llegar. Además, se establece una contribución mundial de 100.000 millones de dólares anuales que ayudarán a los países más vulnerables y en vías de desarrollo en la mitigación y adaptación al cambio climático, además de revisar el incremento de esa cifra antes de 2025.
Las naciones también se comprometieron a fijar nuevos objetivos en 2025, a reconocer el concepto de justicia climática y considerar el contexto de cada país al momento de fijar sus objetivos climáticos, que se revisarían cada cinco años, aumentando de forma progresiva.
El acuerdo de París es un punto de inflexión histórico donde por primera vez los mayores emisores de gases de efecto invernadero, así como las naciones más vulnerables, se han aliado contra el cambio climático y donde más allá de las felicitaciones por el compromiso alcanzado es necesario actuar impulsando la innovación, energías limpias y el desarrollo sostenible.
Según la delegación chilena, la participación nacional fue fundamental para destrabar el acuerdo.
Pero no solo los países van a dar la pelea por el planeta. El sector privado, que también participó de la reunión, asumió el compromiso de fijarse objetivos de reducción de emisiones de dióxido de carbono, donde uno de los pasos más significativos en ese contexto fue el anuncio de Google de la compra de 842 megavatios de energías limpias para sus centros de datos, con miras a triplicar esta cifra para 2025.
Los que quedan al debe en esta histórica cita son dos de los actores comerciales que más gases de efecto invernadero generan: la aviación y el trasporte marítimo. Y si bien la Unión Europea (UE) buscó introducir una mención en el cuerpo legal que sirviera para impulsar negociaciones internacionales futuras en el área, sus esfuerzos fueron infructuosos.
El presidente de EE.UU., Barack Obama, elogió el primer acuerdo universal de lucha contra el cambio climático y dijo que con él se ha mostrado “lo que es posible” cuando el mundo “se une”.
China destacó, que si bien el acuerdo alcanzado no es perfecto y hay elementos a mejorar, la COP21 les ha permitido “dar un histórico paso hacia adelante”, además de recalcar el rol jurídicamente vinculante en varios puntos del acuerdo alcanzado.
El presidente francés François Hollande incluso fue más lejos en el compromiso de su país y propuso que las naciones que así lo quieran revisen los objetivos acordados en la COP21 antes de 2020, indicando que Francia así lo hará.
Brasil, séptima economía mundial, espera reducir las emisiones de gases contaminantes en 37% hacia 2025 y 43% para 2030, en comparación con sus niveles de 2005. A esto suma la eliminación de la tala ilegal en el país, cifra que se ha incrementado 16% en los últimos 12 meses, resaltando la incorporación de un mecanismo que “permite el reconocimiento y el pago por resultados de las acciones de combate a la deforestación y degradación forestal, siendo fundamental para la implementación de las metas” del país.
Cada Estado se compromete a tomar las medidas necesarias para cumplir lo que dice en su contribución, y los que quieran podrán usar mecanismos de mercado, como la compraventa de emisiones, para cumplir sus objetivos. La adopción del acuerdo tendrá lugar en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, EE.UU., el 22 de abril de 2016 y el nuevo acuerdo entrará en vigor cuando al menos 55 Estados partes, que sumen en total el 55% de las emisiones globales, lo hayan ratificado.