Adultos manifiestan mayor preocupación por temas ambientales que los jóvenes
Por: Benjamín Blanco.
El 71% de las personas con 61 o más años dice estar inquieto por la contaminación. Entre quienes tienen 18 a 30 años esa cifra es de un 54%.
Los adultos manifiestan una mayor preocupación por los temas medioambientales que los jóvenes y tienden a responsabilizar más a las empresas respecto de la contaminación que los chilenos de menor edad. Así lo reveló un estudio efectuado por el Centro de Investigación para la Sustentabilidad de la U. Andrés Bello, que evaluó las actitudes frente a esta problemática en Valparaíso, Concepción y Santiago.
Según el análisis, el 70% de los adultos de 61 o más años aseguró estar “muy” o “bastante preocupado” por los temas ambientales, mientras que entre los jóvenes de 18 a 30 años esta cifra llegó al 54%. Por el contrario, sólo un 22% de los adultos dijo estar “algo preocupado”, versus un 37% del rango etario de menor edad. (ver infografía).
Según Edmundo Muñoz, director de la carrera de Ingeniería Ambiental de la U. Andrés Bello y uno de los autores del estudio, la gente sobre los 46 años tiene mayor conciencia en esta materia debido a que son parte de la generación que vivió un cambio, en 1994, con la puesta en marcha de la Ley de Bases del Medio Ambiente. “Esa legislación significó el control sobre las emisiones y mayor conciencia de cómo se explotaban los recursos naturales”, comenta.
El experto añade que esa generación conoció el inicio del tratamiento de aguas residuales, contaminación atmosférica y las evaluaciones de impacto ambiental de proyectos, a diferencia de los más jóvenes que “sólo han visto la judicialización de casos ambientales, como fue Hidroaysén, Freirina o Pascua Lama, pero no han vivido de manera personal el cambio en el paradigma del cuidado del medioambiente (…). Lo que refleja el estudio es esta diferencia de sensibilidad entre ambas generaciones. En general, los jóvenes sólo han podido conocer resultados mínimos y lentos, por su edad, por lo que naturalmente se desinteresan por estos temas”.
Leonardo Vera, también académico de la U. Andrés Bello, dice que los jóvenes están menos dispuestos a transar por satisfacer sus propios intereses. “El escenario económico actual pudiese ser más complejo y el medio ambiente pareciera no ser una prioridad para estas generaciones y es esto lo que pudiera refleja el estudio”, asegura.
Al respecto, Maritza Rojas, jefa de la Oficina de Residuos y Riesgo Ambiental del Ministerio del Medio Ambiente, sostiene que la preocupación de la gente de más edad puede estar motivada por la sensación de pérdida de algo que se tuvo. “Cuando se está en terreno y se conversa con habitantes de territorios afectados por contaminación, las personas mayores aluden al pasado que tuvieron, al ‘campo donde cultivaba’, al ‘bosque donde jugaba’. Esto nos lleva a concluir que la condición de poder contrastar dos escenarios, pasado y presente, influye en esta preocupación”, comenta.
Según Rojas, el rango etario más joven no tendría tan desarrollada esta sensación, “porque creció en un escenario de mayor presencia industrial (…). Ellos tienen menos identidad territorial y su movilidad espacial los hace ciudadanos más globalizados”.
Reciclaje
El estudio también arrojó que la principal razón esgrimida por los chilenos para no reciclar es la falta de hábito (48%), seguido por no saber dónde hacerlo (17%). Además, el 61% responsabiliza al sector privado por la contaminación del país y más de la mitad cree que las fuertes multas podrían incentivar a que las empresas protejan más el medio ambiente.
“En Chile el reciclaje se lleva a cabo de manera informal y en su mayoría está reducido a las acciones que puedan hacer los municipios y personas (…). El país actualmente no cuenta con políticas públicas sobre este tema”, dice Muñoz, quien agrega que esta situación podría cambiar si se promulga la Ley de Fomento al Reciclaje y Responsabilidad Extendida al Productor, que busca disminuir la generación de residuos y fomentar su reutilización y reciclaje.
Respecto de las multas a empresas, Vera subraya que el desafío es que se fiscalice más “y que las multas sean de una cuantía tal que efectivamente se prefiera no contaminar. Hoy, en muchos casos, optan por arriesgarse y pagar las multas, que en su mayoría son bajas, en vez de hacer cambios sustanciales en sus procesos productivos”.