El potencial de los puentes como espacios públicos y no solo como infraestructura para la conectividad
En 1974, la autopista Harbour Drive de Portland fue demolida para construir el parque Tom McCall en la ribera del río Willamette. Esta obra puede ser considerada la primera de la ciudad que se hizo pensando en aumentar los espacios públicos y priorizar la movilidad sustentable para mejorar la calidad de vida de los habitantes y que de paso marcó un precedente en las futuras inversiones públicas.
Esto porque en las décadas siguientes, se empezó a desarrollar una red de ciclovías que actualmente le permiten a la ciudad tener una tasa de uso de la bicicleta de un 8% que se espera que en 2030 llegue a un 25%.
Junto con esto, se implementaron las Vías Verdes, parecidas a las Zonas 30, que ofrecen desplazamientos más seguros en bicicleta por los barrios y se promovió la instalación de cicleteros con novedosos diseños en estacionamientos para autos a través del programa Art Racks.
No obstante, la apertura del puente Tilikum Crossing -fotografía superior- el pasado 12 de septiembre vino a demostrar que es posible diseñar infraestructura pensando en tener más espacios más acogedores para las personas, ya que por este puente solo pueden circular peatones, ciclistas y el transporte público.
Por este motivo, fue destacado por la organización estadounidense Project for Public Spaces (PPS), la que en un artículo señaló que “es un logro impresionante que habla muy bien de las prioridades de transporte de la ciudad” y planteó la siguiente pregunta: ¿podemos hacer mejores nuestros puentes?
En este sentido, la interrogante de PPS apunta a ver si existen otros puentes que no solo cumplen con conectar dos puntos de la ciudad, sino que sean un destino en sí mismo, lo que considera que sí es posible reconocer, sobre todo en ciudades europeas, como por ejemplo en Venecia (Italia), Praga (República Checa) y Estambúl (Turquía), entre otras.
Así es como rescata que el puente de Rialto, el más antiguo de Venecia que abrió en 1591 para acoger tiendas, actualmente mantenga esta función comercial e incluso se haya convertido en uno de los lugares más turísticos de la ciudad.
Otro viaducto que también funciona como un espacio público es el puente Carlos, inaugurado en 1402, y que en un principio solo era para carros con caballos y peatones, pero que en 1965 se decidió convertir en un destino mediante su peatonalización, instalación de más de 30 esculturas y autorización para la venta de pinturas.
En el caso del puente de Gálata en Estambúl, se trata de una obra que destaca por tener dos niveles: uno superior, para los vehículos, y otro inferior, para los peatones en donde pueden disfrutar de una amplia oferta gastronómicas en sus bares y restaurantes y en donde es muy común que la gente practique la pesca.
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