Reeditan viejas crónicas urbanas sobre La Chimba
La editorial Noche Unánime relanza el libro que el investigador y músico Carlos Lavín publicó en 1947, y que reúne sus recorridos por este territorio fundacional de una identidad capitalina.
No ha sido en absoluto una experiencia exclusiva de nuestros tiempos. Ya en los años 40 el investigador, folclorólogo, musicólogo y famoso compositor Carlos Lavín daba cuenta -y se lamentaba- de la pérdida del patrimonio, la arquitectura y la memoria de los barrios.
“Hace tres años comenzó la destrucción sistemática del antiquísimo caserío. Primeramente se refaccionó, con alardes de modernismo, una casita intermedia de una serie uniforme de construcciones de una planta y con alero, y parece ser que este atentado fue una invitación a la reforma”, escribió en una de sus históricas crónicas acerca de ese territorio norteño de Santiago conocido como La Chimba.
“Chimba es una voz quechua que significa ‘al otro lado de la banda’ o ‘al otro lado del río’, idea que mejor la representa: La Chimba es un lugar más allá del límite natural del Mapocho, donde se desplazó a la pobreza de la ciudad”, señala el historiador Dante Figueroa, investigador de los barrios que hoy ocupan esa delimitación.
Figueroa es también parte del equipo editorial de Noche Unánime, que acaba de lanzar la primera reedición del libro de crónicas “La Chimba (del viejo Santiago)”, de Lavín, que salió en 1947 de la editorial Zig-Zag, y donde se reconoce a una ciudad nueva pero a la vez con rasgos de su propia antigüedad. “Me encontré un día con el libro en un estante. Yo no lo conocía. Lo miré y me sorprendió completamente. Estaba escrito con un lenguaje algo recargado pero fascinante. Nunca había tenido una reedición, así que la hicimos nosotros”, comenta Andrés Aguirre, editor de Noche Unánime.
Carlos Lavín había vivido en París desde 1922. Estudió en la Sorbona y regresó a Chile en 1943 impregnado de su experiencia en la ciudad renovada por el Barón Haussmann. Según concluyen los investigadores, Lavín se lanzó a recorrer La Chimba en un lapso cercano a los dos años.
“Nunca quiso mostrar una Chimba desplazada como había sido desde la Colonia, con los cementerios, los lazaretos o los manicomios, símbolos de miseria y muerte. Quería dar cuenta de la majestuosidad que también existía allí”, anota Figueroa. “Describió los monasterios, los jardines, las mansiones, la cañadilla galante. Observaba la arquitectura ornamentada y la vida aristocrática que tenía lugar allí, como la gran casona de la familia Matte, en calle Los Nidos, que aún está de pie”, agrega.
El libro está desplegado en capítulos temáticos breves sobre suburbios y arrabales, curiosidades chimberas, callejones como el legendario Carrión, casas como la de Manuel Rodríguez o la celda de Pío IX. Y además incluye fotografías capturadas por Lavín, que hoy tienen rango patrimonial porque son las únicas que se conocen. Un ejemplo es aquella que ilustraba la edición de Zig-Zag, con una casa esquina colonial y una vista a la primera escuela de Medicina de la U. de Chile, consumida en 1948 por un incendio, y que dio paso al edificio construido en el mismo sector por el arquitecto Juan Martínez.
Lavín también entraba a las casas y conversaba con las familias. Su investigación fue más bien intuitiva, “pero generó un registro único”, refiere el historiador, quien además escribe un epílogo a modo de recorrido actual y a pie por el mapa chimbero que marcan barrios de la Vega y Bellavista, y los ejes de Independencia, Recoleta y Pío Nono, que limitan simbólicamente al norte con hitos como el Hipódromo (1907), Plaza Chacabuco (1911) y el Estadio Santa Laura (1923).