Columna El Observador Urbano: Vida y trabajo se funden en las ciudades globales
Las ciudades se transforman en esta segunda década del siglo, como siempre y a pesar de las crisis. Es brutal el crecimiento en lo que va de él, con millones de nuevos habitantes urbanos y lo mismo se espera para este nuevo lustro, 2016 al 2020. Los grandes inversionistas están moviéndose por el planeta, vendiendo su capacidad de operación a gran escala, eliminando a los medianos. Gran escala significa hoy, por ejemplo, que India o China construyan decenas de ciudades cada diez años.
Esto podría implicar una operación industrial pragmática y funcional, masiva y en serie, pero, afortunadamente para los seres que las habitarán, al mismo tiempo es también muy rápido el aumento en la demanda de mejor arquitectura, especialmente pública. Los recursos calificados también se desplazan rápido, y si no encuentran ambientes gratos para instalarse, se van a otra.
La nueva arquitectura para oficinas es un buen símbolo. Ella colabora igualmente para atraer a esos talentos, con programas que incluyen salas de juego y de yoga, espacios de reuniones informales, todo para conquistar a las generaciones emergentes que, a diferencia de la de sus padres, no están dispuestas a resignarse a todo por tener un empleo estable. Como muchas personas prefieren trabajar en su casa, tendencia en aumento, se diseñan para ellas oficinas con menos puestos de trabajo y más salas de encuentro. La interacción con sus jefes es más libre y fluida, puntual.
Las tendencias que antes se concentraban en muy pocas ciudades del mundo, operan ahora en red, y se expanden a gran velocidad por el planeta. En Santiago aumentan también las comunas que antes eran puramente residenciales y ahora ofrecen edificios de oficinas, con la ventaja de disminuir la congestión, fenómeno que es también parte de esta cultura laboral más laxa.
Trabajar en una ciudad sin atractivos deportivos y culturales, donde la desigualdad social es deprimente y no hay estrategias medioambientales, se hace cada vez menos viable. Es por eso que la arquitectura es hoy una disciplina fundamental, según declaran los expertos en recursos humanos, para motivar, seducir y atraer a los talentos más valiosos, los primeros en generar cambios en las tendencias. Que los centros de oficinas tengan espacios abiertamente urbanos, de propiedad privada pero integrados al espacio público, se percibe hoy como una necesidad. Si todo cambia tan rápido, hay que trabajar más comunicado, y esto no se refiere a los medios digitales, sino a los espacios físicos donde la relación es cara a cara, real. Se está dando un crecimiento paradojal: mientras más interacción digital, más aumenta la demanda por interacciones de cuerpo presente. La oficina no es ya un lugar para encerrarse; mientras más abierta, mejor.
Así, los centros de trabajo se integran al resto de la ciudad. Con sus propios espacios deportivos, galerías de arte, restaurantes, parques con senderos para ciclistas y trotadores, casi no se diferencian en la trama urbana. Los límites están desapareciendo en las ciudades globales, que están cada vez más inclusivas.
RelacionesSe está dando un crecimiento paradojal: mientras más interacción digital, más aumenta la demanda por interacciones de cuerpo presente.