Vientos sobre 100 km/h vuelcan un bus con turistas, pero magallánicos no se sorprenden
En Punta Arenas sus habitantes están acostumbrados a este fenómeno, que se presenta entre octubre y marzo:
Las fuertes ráfagas, que en octubre alcanzaron 140 km/h, obligan a locales y turistas a caminar agachados en esta época y a sujetarse de cuerdas en las calles del centro.
El lunes pasado, un bus con turistas que avanzaba hacia el Parque Nacional Torres del Paine volcó a un costado del camino. De los 40 pasajeros a bordo, 21 quedaron heridos, de los cuales hay cuatro graves. Las causas se investigan, pero hasta ahora el viento corre como el principal sospechoso. Lo confirma Ana Araya González, quien en Facebook escribió que “nos detuvimos a rescatar a los heridos que aún permanecían al interior del bus, arriesgándonos a volcarnos por la fuerza del viento y la voladura de piedras”.
En las calles de Punta Arenas, muchos caminan agachados y otros avanzan lentos como pingüinos. La mayoría agarrados fuertemente a los cordeles instalados entre los postes de las calles céntricas. Las corrientes suroeste y noreste que envuelven a la ciudad golpean techos, sacuden casas y carteles, y ponen a prueba las construcciones.
No hay otra receta para resistir los vientos que entre octubre y marzo avanzan por sobre los 100 kilómetros por hora en Magallanes, cuando los días son más largos y alcanzan las 17 horas de luz. La imagen es una selfie obligada para Katja Drnovsek y Simón Avbar, turistas de Eslovenia que llegaron -como muchos- sin saber nada del viento y sus ganas de tumbar a los descuidados. “Esto es loco. Sabíamos de la Patagonia y sus bellezas. Pero nadie te habla del viento. ¡¿Qué ciudad resiste esto?!”, dice asombrada la joven.
La colombiana María Fernanda (25), quien llegó hace cuatro años a la ciudad, califica los vientos como “huracanes” y recuerda que el año pasado las ráfagas llegaron a 140 km por hora.
El conserje Ruperto Vera (54) observa desde la mampara que da a la calle del edificio Libertadores, ubicado en una de las esquinas predilectas del viento. Desde ahí sigue atento a las piruetas que hacen los transeúntes para no caerse. “A veces da risa, pero hemos tenido que atender en el hall a las personas que se caen y tienen que esperar a que llegue la ambulancia”, precisa.
Desde 1982, cuando se inauguró el edificio, Vera y sus colegas asumieron la misión de atar una cuerda de 50 metros entre los postes para ayudar a los peatones. Lo mismo ocurre en la esquina del edificio ENAP, donde la tarea recae en el municipio. Con los años, otros locales se han sumado a la causa.
“En invierno las caídas son por escarcha, y en verano son pocas las emergencias que atendemos por caída. La gente está acostumbrada a caminar agachada y los adultos mayores tienen la precaución de no salir”, aclara Carlos Vargas, encargado del Centro Regulador del Samu Magallanes.
Para el director regional de la Onemi, Francisco Cortés, “los magallánicos viven con normalidad el viento. Recién cuando corre sobre los 110 km por hora nos empezamos a preocupar. (Pero) el camino a Torres del Paine es complicado. Velocidad, curvas y viento hacen que las maniobras siempre sean más complicadas”, subraya en relación al accidente.
La última racha fuerte fue en octubre. Cayeron algunos postes, ramas de árboles, internet, carteles y volaron algunas techumbres mal clavadas. “Si hubiera ocurrido en otra ciudad de Chile, lo más probable es que habría sido una tragedia”, apunta.
Cada fin de semana, futbolistas amateurs persiguen la pelota en las canchas sintéticas al aire libre. “Más de una vez el arquero ha sacado y la pelota ha dado una curva terminando en autogol. Por eso hay que dar pases cortos y tratar de avanzar en masa, cuidando el balón”, dice Eliecer Bahamondes.
Víctor Paredes (50) todas las mañanas hace del peinarse un verdadero arte. Cada pelo queda perfectamente ordenado hasta disimular la prematura calvicie. “Es harto trabajo, pero todo termina cuando salgo a la calle, ahí el viento me desordena hasta las ideas, así que en esta época voy directo al peluquero y me asumo”, comenta.
Precisamente, el viento es el mejor aliado de Ana María Ravenna, quien durante el verano ve aumentar su clientela al doble. Cuenta que los hombres eligen el corte militar o algo similar y las mujeres prefieren peinados donde el tiburón u otros pinches arman complejas estructuras para resistir las furiosas ráfagas.
ALERTA
El domingo Onemi había decretado alerta amarilla a todas las líneas de buses, por la intensidad del viento.