YAP: arquitectura para el ocio
El 3 de marzo en Parque Araucano parte una nueva edición de YAP, el programa del MoMA de Nueva York, donde jóvenes arquitectos crean originales espacios de descanso y que se realiza en Santiago desde 2010. Roma, Seúl y Estambul también se han sumado.
Estanques de verano cubiertos de sombras de colores, una catedral de agua, jardines con senderos que se bifurcan, treinta espacios absortos del ruido, un bosque de mimbre. Desde sus nombres, los proyectos que han ganado la versión local del concurso YAP derrochan creatividad e ingenio. Esa fue la idea del Museo de Arte Moderno de Nueva York cuando en 1998 creó el Young Architecture Programme: incentivar la experimentación de los jóvenes profesionales al mismo tiempo que proporcionaba a la ciudad un espacio de descanso y relajo en verano. Dos años después, hizo lo propio la Serpentine Gallery de Londres, con la diferencia de que en vez de talentos jóvenes la institución inglesa invitaba a arquitectos consagrados: la primera fue Zaha Hadid.
En ese sentido, lo de YAP MoMa fue aún más arriesgado, al darle la posibilidad a que arquitectos sin mucha experiencia intervinieran directamente el espacio público. Diez años después de que el programa ya estaba instalado con éxito como un hito de la época estival, la oficina Constructo, de los arquitectos chilenos Marcelo Sarovic y Jeannette Plaut, le propuso a los directores del museo neoyorquino la idea de importar el concurso a Santiago. Aceptaron: el YAP Constructo debutó en el verano de 2011, en la explanada de Matucana 100 y de inmediato se convirtió en un fenómeno de visitas. El público podía capear el calor en comunitarios estanques de agua instalados bajo toldos de malla industrial; y además asistir a fiestas con música en vivo.
El próximo 3 de marzo se inaugura la séptima edición del concurso, con el apoyo del Area de Arquitectura del CNCA y la Municipalidad de Las Condes. En el Parque Araucano se instalará el diseño de los arquitectos Guillermo Hevia y Nicolás Urzúa: Tu reflexión es una galería espejada hecha con láminas de aluminio curvilíneas de 600 metros cuadrados, de aspecto laberíntico, pero que al mismo tiempo se mimetiza con el entorno. Dentro habrán sesiones de DJ y otras actividades culturales. También la oficina Constructo lanzará un libro con la historia de los siete años del YAP Internacional: en estos años y luego de probarse con éxito en Santiago, el programa se ha ido replicando en otras ciudades del mundo. En el museo MAXXI de Roma, debutó unos meses después que en Chile, mientras que en Estambul, Turquía, partió el 2014 y en Seúl, Corea, el año pasado.
“El fuerte compromiso del equipo de Constructo en el YAP y el rápido reconocimiento de oficinas como Pezo von Ellrichshausen, Beals&Lyon o GUN, están ahí para testificar que ya hay una nueva generación lista para representar la calidad de la arquitectura chilena en la escena global”, dice Pippo Ciorra, curador del MAXXI, reconociendo el paso pionero que dio Chile al importar el programa.
Para los socios de Constructo, Marcelo Sarovic y Jeannette Plaut, ganar el YAP significa para un arquitecto joven no sólo reconocimiento local sino que marca un salto de sus carreras en el extranjero. “YAP es una plataforma internacional. Desde 2010 las principales revistas especializadas pusieron su foco en el programa y por ejemplo los últimos ganadores serán publicados de manera extensa en la revista Baumeister de Alemania. Además del hecho de que para muchos arquitectos esta se convierte en su primera obra que se instala de inmediato en el espacio público”, comenta Sarovic.
Un caso notable es el de la oficina GUN de Valparaíso, ganadores en 2011 con el proyecto Catedral de Agua: luego de estar en Santiago hicieron un versión renovada en la Belford Square, de Londres bajo el alero de la Asociación de Arquitectos de la ciudad.
Los ganadores de este año y que por estos días afinan los últimos detalles de su proyecto ven YAP como un verdadero laboratorio de ideas. “Te permite testear ciertas obsesiones que tenemos y que no podemos aplicar en concursos más convencionales”, dice Guillermo Hevía.
Sus obsesiones tienen justamente que ver con la relación entre personas y arquitectura. Por eso eligieron trabajar con láminas de aluminio espejado , instaladas como un largo pabellón de curvas y contracurvas que generan un juego con los reflejos de las personas que circulan alrededor. “La obra tiende a fundirse con el entorno y no funciona sin público. Esa gente que al reflejarse se multiplica y se deforma es esencial para la experiencia que queremos crear”, agrega Hevia.