Columna. Cinco mitos (y certezas) en el crecimiento del Gran Valparaíso
Por Alberto Texidó y Marcelo Ruiz. Integrantes Corporación Metropolítica.
La actualización de los Planes Reguladores en todas las comunas del Gran Valparaíso, en conjunto con los diversos proyectos de inversión pública en estudio, serán temas obligados de la campaña. En virtud de la agilidad de esta discusión y reconociendo una amplia diversidad de problemas de la ciudad, se hace necesario revisar algunos supuestos y prejuicios sobre el desarrollo urbano del Gran Valparaíso, que a veces se hacen presentes en las discusiones a través de medios de prensa y redes sociales, transformándose en mitos incuestionables. Veamos cuáles son esos mitos:
Mito nº 1 “El principal problema del Gran Valparaíso son los edificios en altura”: Si bien las torres de departamentos han invadido el Gran Valparaíso, generando impactos ambientales y la indignación generalizada de los vecinos, están lejos de estar entre los principales problemas de nuestra conurbación. Por el contrario, este fenómeno (que sin duda requiere regulación), es un síntoma de la escasez de suelo urbanizado, que ocurre por la falta de infraestructura que experimenta nuestra área metropolitana. Dicho esto, con total claridad ha de plantearse que los principales problemas urbanos del Gran Valparaíso son dos: primero, la proliferación de campamentos y barrios informales, y segundo, el deficitario sistema de transporte público. Estos dos problemas, por cierto asociados, requieren toda la atención y concentración de los recursos públicos.
Mito nº 2 “Los problemas del Gran Valparaíso, se resolverán cuando se implementen los nuevos planes reguladores”: Los planes reguladores cumplen una importante función en el control del crecimiento urbano, la regulación de la actividad inmobiliaria, la asignación de usos de suelo, la protección ambiental y el resguardo de las fajas viales. No obstante lo anterior, dada su naturaleza exclusivamente reguladora, son instrumentos limitados para enfrentar los desafíos actuales del crecimiento urbano. Lo que el Gran Valparaíso requiere es la aceleración planificada y coordinada de los proyectos de infraestructura, diversificación de transporte, espacio público y equipamientos, que tienen efectos directos en la modificación de las tendencias urbanas. Es importante recordar que cuando los problemas urbanos no se atienden de inmediato, se profundizan y mutan, siendo mucho más difíciles de solucionar en el tiempo.
Mito n° 3 “El centro se llenó de flaites”: Los centros urbanos se han visto invadidos por una nueva diversidad social, y a pesar de la incomodidad del pensamiento conservador, esto es un proceso irreversible que no es culpa de los alcaldes. Tal como explica el sociólogo Ernesto Tironi, en Chile, todos los espacios que antes eran exclusivos de la elite, han sido invadidos por las clases medias, de la mano de la masificación del consumo y el incremento de los ingresos. Este mismo proceso ha impulsado también la inserción de cuñas de clase media, en sectores vulnerables, apareciendo inéditas oportunidades de integración social. En este escenario, es el diseño urbano, la herramienta que permite articular los nuevos espacios de convivencia a través del incremento y mejoramiento del espacio público.
Mito n° 4 “Valparaíso es presa de la gentrificación”: Hay pocos conceptos más repetidos en la discusión urbana que el de “gentrificación”. Técnicamente es una palabra de origen inglés, que alude a la expulsión de población vulnerable en barrios antiguos para dar espacio a segmentos socioeconómicos altos. La realidad en Valparaíso es muy distinta, y un par de nuevos hoteles en el cerro Alegre no alcanzan para hablar de un proceso de gentrificación. Lo que ocurre en la ciudad puerto es el continuo despoblamiento de los barrios tradicionales, mientras que el nuevo crecimiento se concentra masivamente en Placilla y en Santos Ossa. Insistir en la gentrificación de Valparaíso desnuda una visión elitista, ya que los principales problemas de esta comuna son la enorme cantidad de barrios informales y la monopolización portuaria, que ha conllevado a la pérdida de su principal activo urbano, que es el borde costero, más allá de un problema patrimonial o paisajístico, como oportunidad de diversificación de actividades económicas.
Mito n° 5 “Valparaíso siempre ha sido puerto”: En los últimos dos siglos, nuestra ciudad portuaria ha ganado cerca de 76 hectáreas al mar, con gran parte de esa superficie que es hoy ciudad, complementariamente a los espacios del borde ocupados por el recinto portuario, que hasta hace pocas décadas eran accesibles para la ciudadanía. Lamentablemente, tras este mito, ha intentado sepultarse toda posibilidad de ajuste al Plan Maestro Portuario y sus aún corregibles proyectos Terminal 2 y Mall Barón, que fueron emplazados y diseñados sin reconocer adecuadamente el extraordinario entorno urbano y patrimonial reconocido por UNESCO. A puertas de conocerse el Estudio de Impacto Patrimonial encargado por el Estado de Chile, no comprender la complejidad de la ciudad puerto ni la evolución global que han tenido los bordes costeros urbanos, implica una pérdida de oportunidad patrimonial y económica incomprensible.
Es de esperar entonces, que en esta nueva etapa de debate que se abre para el Gran Valparaíso, se generen propuestas que no idealicen la pobreza, con proyectos prácticos y con estudios urbanos serios, definiciones que en definitiva diferenciarán un candidato de otro en su conocimiento sobre la ciudad y sus problemas, a la vez de cual de ellos planteará la dirección más adecuada hacia sus soluciones.
Publicado originalmente en El Mercurio de Valparaíso