Falta de lluvias en verano condiciona forraje para el invierno desde el Biobío al sur
Por: Ximena Bertin, Nathalia Araya y M. José Latorre.
Merma en las praderas afectará la producción ganadera. En Aysén impactará en la calidad de la lana.
“El agua ha bajado en niveles catastróficos. El río (Ñuble) se seca, cada vez llueve menos y cae menos nieve”, cuenta Fernando Jeldres, agricultor de San Carlos, en el Biobío. Esta comuna, junto a Ñiquén y San Nicolás, son las más afectadas por la intensa escasez hídrica que en esa región llega al 93%, la más alta del país.
Además de la disminución de los caudales, la zona no cuenta con sistemas de acumulación, lo que sumado a la sequía y la caída de los precios, atentarían contra la subsistencia de la actividad.
“Los cultivos sin agua son inviables, por eso aquí sólo vamos quedando los valientes”, advierte Jeldres. Con 24 años en el rubro, ha sufrido directamente las consecuencias de la escasez de agua en la zona, sumando otro verano de altas temperaturas: un 35% de sus cultivos de maíz, trigo y remolacha están afectados por la falta de riego. Sólo en sus cultivos de maíz tiene alrededor de 80 hectáreas comprometidas.
“A diferencia de la anterior primavera, que fue lluviosa y permitió el crecimiento normal de los cultivos de secano, en los últimos meses de 2015 y primeros de este año efectivamente ha habido un déficit de precipitación en toda la Región”, confirma el seremi de Agricultura del Biobío, Rodrigo García.
Los altos niveles de escasez hídrica también golpean a La Araucana (80%) y Aysén (74%), donde otro verano seco y con elevadas temperaturas complica la temporada de siembras entrando en otoño. A la fecha, el promedio de escasez es de un 63% en todo el país.
“El efecto de esto es directo sobre las praderas que alimentan el ganado. Al no caer agua el pasto se seca y no brota. Con eso la demanda por forraje queda insatisfecha, y los agricultores se ven obligados a vender su animales a cualquier precio”, dice Fernando Santibáñez, agrometeorólogo de la U. de Chile.
En La Araucanía, los grandes agricultores están relativamente más tranquilos. “En enero y febrero no ha llovido, pero con lo que cayó en diciembre podemos aguantar, pero si no llueve en marzo se verá amenazada la siembra de raps que necesita agua para germinar. Y si no llueve en abril, el trigo se vería afectado”, advierte Andreas Köbrich, secretario de la Sociedad de Fomento Agrícola de Temuco (Sofo).
Producción de lana
En Aysén, las características geográficas y climáticas ponen mayor dificultad a la actividad agrícola y ganadera cuando el agua falta, afectando directamente la calidad del ganado y su lana. Este último verano, en extremo seco y con máximas anómalas que empinaron los termómetros por sobre los 30 grados, causaron estragos en una zona donde no existen las praderas artificiales de alta producción, como en otras partes del país. Además, los arroyos y los ríos pasan por cañones muy profundos, donde elevar el agua es de alto costo.
“El ganado de este año va a ser muy chico, porque las vacas no tuvieron leche para criar y tenemos menos pasto guardado. También bajo la producción de lana, que con menos pasto y menos proteína salen más cortas y quebradizas”, comenta Gilberto Chacano, administrador de la Asociación Gremial Río Baker.
Según el seremi de Agricultura de Aysén, Horacio Velásquez, se podrían presentar problemas hacia el invierno “ya que ésta es época de cosecha y podría perjudicar a las personas que tienen menos pasto. Por eso el llamado es a disminuir la cantidad de animales o comprar forraje de manera anticipada”.
Pronósticos
Si bien sólo es posible hacer predicciones serias sobre precipitaciones para un período de tres meses, según Jaime Leyton, jefe de pronósticos de la Dirección Meteorológica, la única certeza estadística es el descarte de 2016 como un año lluvioso, a diferencia de 2015.
“Es un año de incertidumbre porque el Niño se está debilitando y caminamos hacia un año más bien neutral, que se manifestará entrado el otoño. Por otro lado, las estadísticas asignan un 50% de probabilidades de tener un año seco o por debajo de lo normal, y un 50% a que sea en torno de lo normal. No considera la posibilidad de que sea nuevamente lluvioso”, detalla Leyton.
En esa línea, Lucio Cañete, académico de la Usach y especialista en temas ambientales, afirma que los agricultores tienen que tomar algún tipo de resguardo desde ya, para contrarrestar el efecto acumulativo de la sequía.
“Es altamente probable que a medida que se retire el Niño lleguemos a un período seco, y que llueva muy poco a finales del invierno en el centro y sur de Chile”, comenta Cañete.