Santiaguinos identifican los peores espacios de convivencia en la vía pública
Estudio de la UNAB revela las actitudes que más molestan a capitalinos: Las personas agresivas, que no respetan a los demás o evaden el pago del Transantiago, están entre las que reciben más críticas.
Un conductor que lanza bocinazos desde su auto para abrirse paso en las calles. Un ciclista que avanza rápido en medio de una vereda atestada de peatones. Una persona que lanza basura en un parque. Un evasor del Transantiago, un conductor que ocupa estacionamientos para discapacitados o una persona que no saluda a otra.
Situaciones como estas son cada vez más cotidianas en Santiago y son las que más molestan a los capitalinos consultados sobre la convivencia con otros habitantes de la ciudad en espacios públicos abiertos (calles) y cerrados (centros comerciales, bancos y otros recintos) y el transporte, en una encuesta realizada a 400 personas por la Universidad Andrés Bello (UNAB) y Adimark.
“Tras conocer los datos podemos decir que la ciudad es un espacio de habitabilidad distinta para jóvenes y viejos, para hombres y mujeres y, principalmente, para ricos y pobres. La segregación urbana que caracteriza a Santiago es la expresión física de la desigual distribución de recursos que existe en Chile y que impacta en la calidad de la convivencia urbana”, explicó Marcela Flotts, directora de la Escuela de Trabajo Social de la casa de estudios.
Sobre las cualidades valoradas en el otro, la amabilidad, la honestidad, el respeto hacia los demás y la solidaridad son las características más importantes (entre 15 y 27%) para los santiaguinos, más aún para las personas mayores.
Las diferencias socioeconómicas también se evidencian, por ejemplo, en que los estratos altos tienen mayor impresión de buen trato en espacios abiertos, cerrados y transporte. El estudio sugiere que la experiencia de convivencia deficiente es una carga adicional en los estratos bajos.
El estudio reveló, además, que existe gran inclinación hacia el uso de la sanción como herramientas para regular y mejorar la convivencia.
Asimismo, frente a la pregunta sobre las iniciativas que podrían ayudar a mejorar la convivencia, las mujeres de mayor edad, provenientes de sectores más altos y más bajos, son quienes más se inclinaron por sancionar con trabajos comunitarios e imponer sanciones a quienes rompen las reglas.
En cambio, los adultos jóvenes de niveles medios privilegian mecanismos más comunitarios.
“El estudio muestra que los grupos socioeconómicos y etarios presentan diferentes opiniones respecto de cómo enfrentar los problemas de convivencia. De hecho, llama la atención el interés en lo punitivo como actitud de resolución, lo que sugiere un alejamiento de la sociabilidad de quienes habitan nuestras ciudades y más bien refleja que éstas se están transformando en lugares fragmentados, con escaso sentido de pertenencia”, dijo el psicólogo Borja Castro, miembro del equipo de investigación y académico de la UNAB.
Según el estudio, además, existe bajo interés en conocer a personas de otros estratos socioeconómicos u orientación sexual, excepto en los jóvenes.
A la vez, se evidencia un alto interés en conocer a personas de otra edad, de otra región o de algún país vecino.
“La distancia social y geográfica entre grupos sociales provoca que las relaciones de intercambio por nivel socioeconómico son vistas como una amenaza para los sectores más acomodados. Los más ‘ricos’ estiman que los espacios de encuentro con otros estratos presentan un alto grado de inseguridad”, explicó la socióloga Claudia Mora, directora de investigación de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNAB.
Evasión
La evasión del Transantiago es una de las conductas más rechazadas entre los capitalinos encuestados.