El tránsito del Santiago gris a la ciudad lúdica
Ciclovías y áreas verdes ayudan a dejar atrás de a poco la urbe meramente funcional.
Con ojos extranjeros, Santiago parece ser una excepción latinoamericana. Se la ve ordenada, formal, con un metro limpio y puntual, cargada de farmacias, muy enrejada y repleta de señalizaciones que la estructuran y crean un lenguaje de rigor. Se le percibe también demasiado funcional y poco lúdica. Con escasos espacios para jugar con ella, para disfrutarla sin mirar el reloj. “Si fuese una persona, sería un oficinista vestido de abrigo gris. Lima es más caótica, Río es un relajo y Buenos Aires sabe divertirse”, dice Peter Ramge, urbanista alemán. Esa imagen comienza a quedar atrás, según el académico Luis Valenzuela, de la U. Adolfo Ibáñez. “Estamos usando nuestras plazas y parques, mejorándolos y equipándolos mejor. Vemos a personas que no salían a usarlos, trotan, hacen picnics y festejan”. Julio Poblete, urbanista, dice que las guías de turismo “pasaron de sugerir medio día en Santiago a un día y medio. Somos más en lo funcional que Lima y solo estamos detrás de Buenos Aires, Sao Paulo y Río de Janeiro”. Es un tránsito que avanza de la mano de más áreas verdes, ciclovías, mesas en las aceras, zonas de encuentro. Casi sin darnos cuenta, Santiago es cada vez menos gris.