Informe alerta sobre drástica caída en caudales de los ríos en la zona centro-norte
La cara de la sequía en Chile se puede apreciar especialmente en la Región de Coquimbo. En comunas como Canela y Combarbalá se visualiza la dramática falta de recursos hídricos: son zonas de escasez y de emergencia agrícola, aunque en el pasado sus pobladores vivieron de la agricultura y ganadería, nutridas por los cauces locales. Hoy, muchos de los vecinos han emigrado de esas localidades para buscar un mejor futuro.
Parte de ese escenario lo revela el Atlas del Agua, desarrollado por la Dirección General de Aguas (DGA), del Ministerio de Obras Públicas, que muestra, por primera vez, la realidad de los ríos, acuíferos, glaciares, lagos e infraestructura hídrica en Chile.
El informe incluye la variación histórica de los caudales de los ríos y de las precipitaciones, lo que explica la sequía en algunas localidades. Así, el río Huasco, en la Región de Atacama, muestra la mayor baja en 33 años, pues su volumen disminuyó un 84% si se compara el promedio histórico. En Coquimbo, en tanto, el emblemático río Elqui presenta una reducción de un 73% en el período de monitoreo (ver infografía).
El reporte de la DGA también aborda la situación de las precipitaciones en los últimos 49 años en algunos puntos del país. Se indica que en la Región de Valparaíso se registran los mayores descensos, como es el caso de Trapiche, pueblo cercano a La Ligua, donde hubo una disminución de 66% desde 1965 a la fecha. Esta situación se replica en otras comunas de la zona centro-norte del país.
El director de la DGA, Carlos Estévez, dice que se debe “mirar la situación del agua con un enfoque de riesgo. La escasez del recurso se relaciona con el cambio climático que afecta a una extensa superficie del país; por eso, el acceso al agua debe ser un derecho humano”.
Esto está incluido en la reforma al Código de Aguas impulsado por el gobierno.
Erosión y plantaciones
Además de las variaciones en el clima que han afectado la disponibilidad del suministro (ha disminuido la pluviometría y aumentado la temperatura), los expertos identifican otros factores que inciden en la actual situación de las cuencas.
Cristián Frene, representante de la organización de Ingenieros por el Bosque Nativo, señala que la producción industrial ha impactado la disponibilidad de agua en las últimas décadas. “Ejemplo de ello son las plantaciones forestales que han tenido una expansión enorme. Un eucaliptus consume 200 litros de agua en un día, mientras que los ejemplares nativos llegan a 140, dependiendo de su tipo”, dice.
El experto añade que la flora introducida tiene un efecto negativo en los acuíferos o reservas en el subsuelo, cuya situación también fue descrita en el Atlas del MOP. Se plantea que en diez puntos donde hubo mediciones (de un total de 29) hay descensos de los pozos, entre los que se cuentan el río Mapocho y Maipo, de los que depende parte de la población y el agro. A pesar de este agotamiento, organizaciones ambientales sostienen que el 50% de los derechos para utilizar aguas subterráneas ya fue otorgado por el Estado a diversas entidades, mientras se ha dado un 10% de estos permisos en cauces superficiales.
Francisco Squeo, doctor en Biología del Centro de Estudios de Zonas Aridas (Ceaza) y del Instituto de Ecología y Biodiversidad, afirma que otra explicación al descenso de los volúmenes se da “por la desertificación o proceso erosivo en los terrenos. Esto impide la penetración de aguas en el subsuelo y con ello, se contribuye al agotamiento de las napas para suministro potable, la industria y la mantención de los ecosistemas”.
Agrega que el 80% de los terrenos de la Región de Coquimbo poseen erosión severa, mientras la misma condición se registra en el 70% de los suelos de la Región de Valparaíso. Ello se produce por prácticas agrícolas que no tienden a la sustentabilidad, y a la deforestación que afecta esas áreas.
Otros lugares que se han visto afectados por la merma en los niveles de agua son los bofedales, vegas andinas y humedales, refugios de fauna y sitios que retienen el agua. Sobre este punto, el director de la DGA añade que la reforma al Código de Aguas, debatida en el Congreso, incluye la ampliación de la protección de esas áreas en todo el país para evitar extracciones ilegales.
Cambios legales
Pese a que hay un fuerte descenso de los caudales de ríos, el gobierno reconoce que existe una mínima cantidad de cuencas con una norma de calidad secundaria de aguas, regulación que establece valores máximos de sustancias tóxicas (como nitrato y fosfatos) en esos cuerpos, pues generan riesgo para la salud. Los únicos que las poseen son los ríos Maipo, Biobío, Valdivia y Serrano, además de los lagos Villarrica y Llanquihue.
El ministro de Medio Ambiente, Pablo Badenier, aseguró que “el desafío es que más cuencas tengan esta norma para tener planes de vigilancia y monitoreo, en función de los usos que se le quieren dar a esas zonas”, punto que actualmente se trabaja en la cartera.
Además, el gobierno incluyó en la reforma legal la idea de que el Estado pueda reservar cuencas en caso de que haya comunidades en riesgo. En materia ambiental, no se podrá haber entrega de derechos de aprovechamiento de aguas en glaciares, entre otras disposiciones.