Del porno al arte: el Teatro Condell de Valparaíso
Que los lugares de divulgación del arte cinematográfico en la Región de Valparaíso se han reducido durante los últimos años es un hecho evidente. El problema, sin embargo, no sólo es reducción -dada por las alternativas que ofrece internet-, sino también empobrecimiento cultural: la paulatina desaparición de los cine-arte en el Gran Valparaíso, cuya contraparte es la consolidación de cadenas que escasamente apuestan por películas de alto valor cinematográfico. Por eso fue una gran iniciativa la conversión de un cine-porno en un cine-arte en el año 2010. Más todavía cuando la idea de la reconversión del Teatro Condell y su ejecución surgió de una asociación de la sociedad civil. Ahí donde antes se proyectaban películas triple X y se respiraba un ambiente rancio ahora se proyectan magníficas obras de arte, como el reciente film “Leviatán” del ruso Zvjagintsev.
Si Valparaíso se precia ser “capital cultural” de Chile era impresentable que no tuviese al menos un cine que estuviese a la altura. Habiendo tanto teatro ya desaparecido, convertido en ruina o en tienda de baratijas -por ej., el Teatro Imperio- lo mínimo es que la “ciudad patrimonio cultural de la humanidad” tenga una sala que difunda el cine de calidad. Esto no sólo por un impulso nostálgico –pero no por ello ilegítimo- de volver a una ciudad ya desaparecida con teatros y cines resplandecientes, sino también por la riqueza y calidad de vida que supone la difusión de patrimonio inmaterial -las películas- y la recuperación del patrimonio material –los edificios que albergan los cines y teatros. Borges dice, refiriéndose al cine, que “nuestra memoria es, principalmente, visual”: las imágenes e ideas que transporta el cine son, en efecto, constitutivas tanto de nuestra memoria como de nuestra identidad.
Ahí radica la singularidad e importancia de la conversión del Teatro Condell. Da la impresión, sin embargo, que su situación es precaria. Si bien desde 2010 hubo algunos avances, como el cambio de telón, todavía faltan otros como la recuperación de las antiguas butacas. La cantidad de público asistente tampoco es del todo auspiciosa. De ahí la importancia de promocionar el Teatro Condell y de visitar sus funciones. Así no sólo será un tenue resabio del pasado condenado a sucumbir, sino un centro de irradiación que se proyecta al futuro como aporte a la vida cultural y social del puerto. Esto es tarea de todos: tanto de instituciones públicas, como el Municipio y el Consejo de la Cultura, así como de la sociedad civil y de los habitantes-visitantes del puerto.
Tomas Villarroel es investigador de Fundación P!ensa.