Población de Isla de Pascua se duplica en los últimos 25 años
Era una isla abandonada, con muchos problemas de pobreza, con flagelo de enfermedad grave y sin ninguna esperanza. En un estado prácticamente inmóvil, sin vida”. Así describe Alfonso Rapu (73) cómo era Isla de Pascua en 1964, cuando volvió a ella tras 10 años estudiando en Santiago. Llegó como profesor normalista y se convirtió en el líder de un movimiento que dio a conocer la situación de la isla, anexada a Chile en 1888, pero que nunca había sido tomada en cuenta.
El punto más aislado sobre la Tierra -está a 3.600 km al oeste de Caldera y unos 5.000 desde Santiago- era casi desconocido en el continente, pero desde que comenzó a ser habitado había sufrido colonizaciones y el rapto de su población, que fue forzada a trabajar en las guaneras de Perú, a fines del siglo XIX. Llegó a tener 111 habitantes, y en 1936 el Estado chileno incluso la arrendó, con ellos incluidos, y con acceso restringido al terreno fuera del centro.
Hoy, entre otras inquietudes, como el mantenimiento de su idioma (que está en proceso de ser oficializado), los isleños están preocupados de regular el control migratorio. La isla recibe miles de visitantes, pero muchos se están asentando, lo que ha aumentado la población de 2.762 según el Censo de 1992, a cerca de 5.500, según estimaciones actuales, lo que representa un alza de 100% en 25 años, y con una población flotante de 3.000 personas. El tema les preocupa.
Ricardo Lagos Weber, presidente del Senado, y representante de la circunscripción a la que pertenece la isla, dice que pronto debería darse a conocer la propuesta definitiva del gobierno sobre la regulación de la permanencia en la isla, lo que ha sido conversado con representantes del pueblo. “La población ha crecido significativamente y hay que regularlo sí o sí. No es lo fundamental, pero es importante en el corto plazo, porque acá hay un límite de lo que la isla puede soportar como carga de personas”, dice.
Al respecto, Alfonso Rapu sostiene que no se trata de cerrar las puertas. “No me gustaría que la isla fuera entregada a un turismo masivo, porque es frágil, es un monumento abierto, son tumbas, ruinas, es como un museo y al haber visitas masivas se corre el riesgo de ser destruido. Habría que tener un control muy estricto, no rechazando, sino impidiendo que se vaya instalando infraestructura que no se justifica, porque eso dañaría el resto del valor cultural en la isla”, dice Rapu.
El poder de la tierra
No es la única preocupación de los isleños. Para 1964, los pascuenses todavía eran llamados “canacas”, nombre que se daban los pobladores austronesios y que significa hombre, pero que desde el siglo XVIII a principios del XX se usó de manera peyorativa en el continente para señalar a quienes consideraban de clase inferior, explica Claudio Cristino, coordinador del Centro de Estudios de Isla de Pascua y Oceanía, de la U. de Chile. Los isleños no tenían derechos.
El movimiento pascuense, que no era el primero que se formaba, tuvo finalmente éxito en 1966, cuando fue creada la Ley Pascua, con la que pasaron a ser parte de la Región de Valparaíso. Su población accedió a la ciudadanía -lo que conmemoraron esta semana (ver recuadro)- pero los cambios desde entonces han sido más lentos de lo esperado.
Pedro Edmunds Paoa, alcalde rapa nui, tenía casi seis años cuando se dictó la ley. Recuerda las marchas previas y la llegada del primer avión a la isla. También la instalación de una base militar norteamericana y, con ello, la llegada de la modernidad. “La isla da el salto de la edad piedra a una edad moderna. Las cosas llegaban directo de EE.UU.”, dice.
No obstante, el proceso de vivir como ciudadanos fue afectado por el Régimen Militar, acusa, por lo que sólo a principios de los 90 comenzaron a percibir algunos beneficios de la ley. “Tarde, porque muchos de sus articulados, que venían a ayudar a la economía, caducaron, o fueron derogados. Hoy son dos o tres los que favorecen a la isla y nada más, pensando que fue una ley que se elaboró para responder a una injusticia”, dice Edmunds.
Por eso la opinión de los pascuenses es que hay que complementar o crear una nueva normativa acorde al desarrollo y respetando su cultura.
Tarita Alarcón Rapu, antropóloga física y consejera regional, dice que los avances que viven en la isla recién son lo que se pedían en los años 60, cuando reclamaron ser reconocidos como ciudadanos. “Hoy se es ciudadano, pero se quiere ser más ciudadano rapa nui. En eso Chile tiene que ser más visionario y dejar pensar a un pueblo, es un avance a nivel internacional no un retroceso”, dice.
Se refiere a la autonomía en ciertos temas de gobernanza -la administración de la tierra y sus recursos, por ejemplo- que, al estar vinculados a la Región de Valparaíso, los complica por la distancia y la competencia con otras 38 comunas, algunas muy pobres, dice Edmunds. “La legislación siempre está pensada a nivel nacional, pero no siempre coincide con la realidad regional. El Estado, en cierto sentido, no puede ser tan paternalista y no dejarnos que se discuta, que nos equivoquemos si es necesario, y de ahí sacar conclusiones”, dice Alarcón.
La administración del territorio es el tema más importante. La Ley 16.441 estableció que las únicas personas que podían adquirir propiedades son los rapa nui, ningún continental o extranjero, pero existe un conflicto histórico pues mucho antes de esa ley (1935), la isla fue inscrita como propiedad del fisco. “Hay varias interpretaciones. Unos dicen que se la robaron, otros que se hizo para protegerla”, dice Cristino. El Estado reconoce que es propiedad de los isleños, pero no pueden administrarla. Así, las ganancias del Parque Nacional -que factura millones de pesos al año- por ejemplo, son gestionadas por la Conaf y repartidas a otros parques del país.
“El parque para nosotros debería ser administrado y manejado por nosotros, con el beneficio destinado directamente al desarrollo de la isla. No es que no esté de acuerdo con que se ayude a otros parques, pero déjennos primero a nosotros. No están cuidando los monumentos, están botados, con animales por todas partes, la gente saca huesos. Yo insisto en la protección, la valorización de lo que somos para el país”, dice Alfonso Rapu.
Edmunds va más allá. “Quisiéramos, por último, que el Estado nos diga cuánto cuesta comprarle de vuelta nuestra propiedad, así como vendió a Tompkins y a otros, para que siga siendo administrado colectivamente”, señala el alcalde.
Entre sus propuestas está la creación de una corporación de derecho público, donde el pueblo pueda participar de forma activa.
Lagos Weber dice que los temas que preocupan a la isla ya se están abordando. Sobre la demanda por la administración, dice que hay espacio para “gradualmente darle más potestades al pueblo rapa nui para la toma de decisiones”.
El parlamentario dice que a 50 años de la ciudadanía están las condiciones para que los rapa nui tenga mayor peso en las decisiones de administración de la isla. “Si Chile entiende y quiere que Rapa Nui sea parte, como es hoy, de nuestro territorio, hay que tomar medidas excepcionales antes circunstancias excepcionales, y Rapa Nui es excepcional en el contexto chileno. Por ellorequiere reglas y leyes excepcionales, y eso es lo que estamos discutiendo”, dice.