La advertencia del río Mapocho
Nuestra arteria fluvial capitalina, al que los españoles de la Colonia le habían destinado una franja de 300 metros de seguridad, la misma que cuando se desbordaba inundaba la Cañada, actual Alameda, la misma que motivó la primera gran obra de ingeniería de Santiago, Los Tajamares, la misma en donde se generó el extraordinario Parque Forestal, un parque inundable que protege el centro, la misma que tratamos de hacer más amable con el Mapocho 42k, esa misma arteria fluvial, fue colonizada en los últimos 15 años por construcciones de edificios y obras de ingeniería en el poco espacio que le habíamos dejado. Que colapse era cuestión de tiempo, hoy fue una obra mal ubicada, y con pésima gestión de episodios de crisis, mañana será por otro motivo. El cauce no tiene su espacio natural, se lo quitamos.
Tratemos de escarbar en el origen del problema, dejemos claro que definir quién tiene la responsabilidad en la ocupación del cauce, puede ser un trabajo largo y complejo, acá se alimentará el debate (y las pasiones) nombrando una lista de factores:
Primero, la autopista Costanera Norte fue demandada por la absoluta falta de planificación en el crecimiento residencial de Santiago hacia el nor-oriente, en dictadura y democracia.
Segundo, la autopista acabó debajo del río porque vecinos de Pedro de Valdivia Norte y Bellavista no querían la única y poco elaborada opción por el pie del cerro San Cristóbal. No tengo dudas que una tercera opción “pie de cerro 2.0-Zócalo Metropolitano” era mejor y no se pudo siquiera discutir, ahora tenemos un cauce en una caja diseñada al mínimo y una autopista amenazada por la hidrogeología que siempre requerirá obras anexas, como la que motivó el colapso.
Tercero, ¿recuerdan el centro deportivo de la Universidad Católica en Santa Rosa de las Condes? Fue reemplazado por un conjunto de torres, modificando las antiguas determinaciones del Plan Regulador Metropolitano que mantenía esa zona como no edificable, un área inundable sin mucho riesgo.
Cuarto, la autonomía de los municipios en cambiar su Plan Regulador Comunal, tanto para los cambios de los terrenos de Santa Rosa, como para permitir el nivel de edificación de los conjuntos Costanera Center y Titanium. ¿Puede acaso un municipio tomar decisiones en beneficio propio, afectado la ciudad en su conjunto? Las obras viales adicionales son en gran medida fruto de evitar el colapso que ha generado la excesiva edificación. Volvemos aquí al debate sobre la necesidad de un gobierno metropolitano y/o regional.
Quinto, los parques Renato Poblete y Bicentenario tienen en su costado una muralla que los separa del río y definitivamente no fueron diseñados con él, evitando funcionar de manera eficiente como parques inundables que quiten presión al río cuando este tiene episodios críticos ¿no es mejor, acaso, inundar un parque que un área económica o residencial?, obvio ¿no?, pero ¿quién gestiona un mecanismo, por ejemplo, una reclusa que se activa en caso de emergencia?
Sexto, la excesiva impermeabilización del suelo, la tierra no drena, el pavimento es impermeable, y eso agudiza las inundaciones, de cualquier tipo.
Séptimo, la arrogancia y ambición, de las ingenierías, por una parte, que creen que pueden controlar todas las variables de la naturaleza con tal de adjudicarse grandes y complejas obras , y, por otra parte, la de los propietarios y de ciertos grupos que han reventado el mercado inmobiliario y uso del suelo.
Ya que no podemos retroceder en el tiempo, la pregunta ahora será cómo estar preparados, siempre preparados, para episodios de crisis. Quizá sería juicioso ver que se ha hecho en otras partes frente a temas relacionados:
• El delta del río Ebro, en el Mediterráneo catalán, estaba amenazado por la subida del nivel del mar, los propietarios de los arrozales lograron que con dinero público se construyeran unas barreras de contención, carísimas obras de ingeniería que dejaron felices a sus ejecutores. El mar se tragó los cálculos, el presupuesto y los objetivos. Hoy los arrozales retrocedieron para dejar una zona inundable que se ha transformado en parque natural protegido, recuperando parte de la ecología que corresponde.
• Los holandeses, tras siglos de política de “polderización” (ganar tierras drenando pantanos) hoy han comenzado una política de retirada en las zonas más comprometidas por las inundaciones y subida del nivel del mar. Para salvar sus ciudades e infraestructura de episodios de crisis, han habilitado zonas bajas destinadas a llenarse de agua, y por supuesto, una política de manejo de cuenca coordinado mediante un plan de ordenamiento territorial a nivel país y con sus países vecinos.
• En Italia, un territorio sumamente construido, en distintas ciudades como Bolonia o Milán, se han habilitado “lagunas de laminación” distintos parques inundables en los márgenes de sus canales y ríos y se ha protegido los márgenes de los ríos principales de cualquier edificación nueva.
La conclusión que podemos sacar de esto es que debemos convivir con un río conocido por sus episodios críticos, el cual debe dejar de intervenirse agresivamente de una vez y paulatinamente donde se pueda, procurar recuperar el espacio que le corresponde. Esto es válido para el Mapocho, y para cualquier cauce fluvial similar, de los cuales, a pies de cordillera, hay muchos.
Si llovió sólo una porción del máximo teórico calculado y quedó literalmente la embarrada, ¿no deberíamos empezar a tomarnos el río un poco más en serio? con algo más de respeto, recuperar su espacio sería lo ideal y dejar de colonizarlo la acción inmediata. Si no lo hacemos, la naturaleza, como siempre, nos llamará al orden, el río creciendo poco, se desbordó, una advertencia gentil, porque un día puede venir con todo, y debemos estar preparados.