Sociedad Civil y Cicloinclusión en Santiago
En Santiago ha sido la sociedad civil quien ha impulsado el transporte sustentable, pero no sólo lo ha impulsado, sino que también se ha hecho cargo, en la medida de sus capacidades, de educar a sus conciudadanos. Una sociedad civil consciente de las nuevas necesidades de la vida cotidiana y con la motivación de provocar cambios espaciales, ha sido el poder ciudadano que ha promovido la energía humana en el transporte y que se ha educado a sí misma e incorporado en su debate conceptos como Visión Cero1 y Zonas 302 .
En cuanto a los aportes de las organizaciones sociales, el Movimiento Furiosos Ciclistas (MFC) se ha hecho cargo de educar sobre mecánica básica y difundir información útil a los nuevos pedaleros. También Arriba’e la Chancha hizo lo propio en su momento con campañas educativas y talleres colaborativos de mecánica; ahora Vive la Bici realiza las Mediciones de Eficiencia de Medios de Transportes (MEMT), que anualmente valida a la bicicleta como el vehículo más rápido, limpio y económico para distancias no superiores a 8 kilómetros. Bicimákinas con su propuesta de Ecolaboratorio ha compartido también sus conocimientos con la comunidad a través de jornadas y talleres de reutilización de artefactos y generación de energía a pedal; asimismo las Macletas han educado con enfoque de equidad de género impartiendo los cursos de Bicimujer, Educleta con las escuelas de educación vial, por mencionar algunos ejemplos de iniciativas provenientes de la ciudadanía.
Sin duda, en regiones, las agrupaciones de ciclistas urbanos también hacen lo propio, porque las necesidades de movilidad no son exclusivas de Santiago, sin embargo, la sociedad civil organizada no puede abordar a todos los nuevos conductores desmotorizados. A modo de ejemplo, hace 10 años atrás la tradicional Cicletada del Primer Martes de cada mes convocaba entre 100 y 200 ciclistas, 500 era el tope máximo, en la actualidad reúne a más de 6 mil pedaleros en promedio, esto debido a la promoción del uso de la bicicleta como medio de transporte debido al incremento del parque automotor y a los interminables tacos y al alto costo económico e ineficiencia del transporte público y privado, entre las principales causas.
Según las últimas cifras de la Encuesta Origen Destino de Santiago, el 2012 se hacían 750 mil viajes diarios en bicicleta, por lo que en la actualidad esa cifra se puede proyectar en más de 1 millón de viajes diarios. Pero muchos de esos nuevos viajes los hace un pasajero escasamente informado, con poca o nula consciencia de su rol como uno más en el espacio público que puede ser la calzada, la vereda, el parque o la plaza, del mismo modo, los motorizados tampoco respetan las leyes del tránsito. Y esta realidad también está presente en las regiones más pobladas que también comienzan a sufrir los síntomas de la inmovilidad.
Si bien cada cierto tiempo desde los distintos gobiernos se lanzan campañas de educación vial, de autocuidado en salud y cuidado del medio ambiente, que involucran a la bicicleta como medio de transporte, los esfuerzos son esporádicos e insuficientes, y eso se puede ver cuando la interacción social de todos los días se ve tensionada entre los distintos usuarios de modos de transportes debido en gran medida al desconocimiento y la falta de consciencia, lo que decanta en conductas a veces imprudentes y otras poco empáticas que lesionan la convivencia ciudadana.
Y así como el parque automotor va en aumento a la par con los tacos (o atochamientos), el parque ciclístico también va al alza, pero la forma que se está dando la inclusión de la bicicleta como medio de transporte es propicia para provocar externalidades negativas que deben sopesarse como son los (siempre evitables) accidentes de tránsito que puedan ocurrir sobre todo entre motorizados y ciclistas en la calzada, así como los miles de sustos que la población pudiera pasar por un ciclista imprudente sobre la vereda.
Por esto es importante la idea de crear una política pública que se haga cargo de esta realidad que ya no es tan nueva y que va en aumento, que el Estado se comprometa a educar a la población en materia vial, que se cumpla el deber de impartir contenidos de educación vial en los establecimientos educacionales que está establecido en la Ley de Tránsito, y que despliegue un mayor poder fiscalizador para que estas políticas se cumplan, garantizar la buena convivencia en las calles, es una deuda que el Estado tiene con la ciudadanía que es peatonal, que usa el transporte público, que se transporta en bicicleta, patines, skate o silla de ruedas (y que según EOD3 representan el 67,6% del total de viajes diarios vs 28% total de viajes en transporte privado).
Una señal potente sería adherir a los principios de Visión Cero que ha sido aprobada por el parlamento sueco e implementado con éxito la política desde 1997, donde han logrado bajar los porcentajes de muertes hasta un 35%. Del mismo modo, iniciativas privadas como Bikesantiago que rentan bicicletas, debieran hacerse cargo de educar a sus usuarios y a los potenciales usuarios de su sistema y de ese modo demostrarían un aporte y retribución a la comunidad en materia cívica-vial.
Porque es necesario articular los esfuerzos públicos, privados y de las organizaciones sociales pro movilidad sustentable que se han multiplicado -no sólo en Santiago, sino que a lo largo del país- con una política que garantice el derecho a la movilidad y de esta forma mejorar los niveles de convivencia social.
- En términos generales, la Visión Cero plantea que: (1) Nadie puede morir ni sufrir secuelas graves por un accidente de tráfico; (2) La seguridad es un prerrequisito irrenunciable en la movilidad; (3) El enfoque tiene que ser sistémico e integrar a todas las personas, los distintos tipos de vehículos, las vías y el entorno en general. [↩]
- Área urbana donde la velocidad máxima es de 30 km/hr para vehículos motorizados, se utilizó por primera vez en Alemania a comienzos de los 80 como un proyecto piloto en algunas ciudades. Entre los beneficios de las Zonas 30 se pueden mencionar la baja de la mortandad y gravedad de las lesiones en siniestros de tránsito; la contribución a disminuir la contaminación del aire y acústica y hace el espacio vial más amigable para peatones, ciclistas y usuarios del transporte público. [↩]
- Encuesta Origen Destino Santiago, SECTRA, 2012. [↩]