Osorno, Macul y Chiguayante, las comunas que más subieron en calidad de vida en 2016
Las Condes volvió a liderar entre 93 en el Índice de Calidad de Vida Urbano (ICVU): Alza se explica por infraestructura pública, vivienda y homogeneidad social. Según el estudio, 4,6 millones de chilenos viven en urbes deficitarias.
La desigualdad social es uno de los desafíos en que Chile no ha sido exitoso en reducir en forma importante en su historia reciente. Este problema se evidencia con fuerza en las ciudades. Y no solo recorriéndolas y observando grandes parques y equipamientos en un extremo y campamentos y calles de tierra en otros. El contraste también lo evidencia el Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU), que anualmente realiza en conjunto la Cámara Chilena de la Construcción (CChC) con la Universidad Católica de Chile.
El análisis correspondiente a 2016 midió nuevamente a 93 comunas en vivienda, salud y medio ambiente, condiciones socioculturales, ambiente de negocios, condición laboral y conectividad y movilidad, a través de diversos estudios y encuestas. Confirmó un alza de la brecha entre aquellos municipios con una calidad de vida superior y los que experimentan grandes déficits.
“El ICVU permite identificar cuáles son los aspectos deficitarios de las comunas y, por ende, dónde hay que concentrar los esfuerzos público-privados para revertirlos”, señala Fernando Herrera, presidente de la comisión de urbanismo de la CChC.
En total, según el análisis, 4,6 millones de chilenos viven en comunas con un rango deficitario en calidad de vida urbana, más de un millón más que los 3,5 millones que habitan en zonas con un rango superior.
“Ambos extremos están dominados por comunas del Gran Santiago, donde se producen -de acuerdo al autor del estudio, el urbanista y académico del Instituto de Estudios Urbanos UC Arturo Orellana- los mayores niveles de desigualdad y segregación social”.
Así, los primeros lugares están dominados por Las Condes, Vitacura y Providencia, mientras que los últimos los ocupan Pedro Aguirre Cerda, Cerro Navia y Lo Espejo.
Una de las razones que explican la brecha radica en el transporte. Según Orellana, “el estándar de movilidad en Santiago está muy por debajo del promedio nacional, y eso incide en el empleo, tiempos de viaje y estrés. Eso afecta la productividad”.
Este año el estudio evidencia avances importantes en comunas que comparten razones para ello. Osorno, Chiguayante y Macul fueron las tres que más progresaron. Pasaron de una calidad de vida inferior a otra superior.
A juicio de Orellana, las tres comparten atributos de movilidad, vivienda y homogeneidad social, lo que ha permitido que no hayan desarrollado grandes zonas de pobreza, sino que se produzca una mezcla social.
“Osorno ha ido subiendo progresivamente desde 2013. No ha crecido mucho en población, lo que le permite entregar servicios de calidad a un grupo similar de habitantes. Hay una satisfacción de los residentes de la gestión local. Chiguayante ha ido capturando una actividad económica y ha ido ordenando los retazos con que fue creándose. Macul, que tuvo un salto de 53 lugares, goza de una buena valoración de sus estándares urbanos, en lo que influye su desarrollo inmobiliario, por su cercanía con Ñuñoa. Tiene buenas avenidas, transporte y servicios”, explica.
Efecto cobre explica la caída de urbes minerasEl término de la bonanza cuprera se reflejó en los resultados del estudio realizado este año. A diferencia de la versión anterior, esta vez ninguna ciudad minera está en el rango “superior” de calidad de vida urbana. Antofagasta, Copiapó, Los Andes, Machalí, Rancagua y Vallenar están en el rango promedio, mientras que Calama, Iquique y Alto Hospicio en el inferior. Según el autor del estudio, esto ocurre porque el término de la actividad económica con la consiguiente generación masiva de empleo develó problemas socioculturales que venían incubándose de antes. “Los déficits se han hecho aún más evidentes. En el norte se transparentó el efecto de un crecimiento acelerado, que produjo diferencias sociales, más exigencia a los servicios y equipamientos existentes tanto de recintos educacionales, de salud, espacios públicos y otros. También quedó en evidencia un problema importante de cohesión social”, analiza.
Esto dista de lo que ocurre en el sur, donde se ha mantenido una cantidad de habitantes relativamente homogénea, que ha permitido avanzar más rápido con la capacidad requerida para atender las demandas de los habitantes de esas zonas.
Las mayores exigencias, en opinión del académico, se dan en las metrópolis. “A mayor tamaño, problemas como la movilidad se hacen más agudos, porque repercuten en posibilidades de empleo y oportunidades para más personas”.