Columna: Tren rápido a Santiago
Por Iván Poduje y Marcelo Ruiz, miembros de Metropolítica.
Un estudio de la Empresa de los Ferrocarriles del Estado (EFE) concluyó que es factible construir un tren rápido entre Santiago y Valparaíso que conectará ambas ciudades en poco más de 40 minutos. Esta idea es antigua, pero hoy existen condiciones para concretarla. El tráfico de la Ruta 68 crece al 7% anual y se ha reducido la estacionalidad entre el flujo de semana y los periodos estivales, lo que permite inferir que un número creciente de familias vive en una ciudad y trabaja en la otra.
Otra evidencia es el fuerte crecimiento que experimentó el Gran Valparaíso en los últimos 10 años, lo que se explica por la construcción de primeras y segundas viviendas de santiaguinos que buscan una mejor calidad de vida, una demanda que aumentará en el futuro.
Pero también existen aprensiones. La principal es que al reducir el tiempo de viaje aumente la gravitación de la ciudad más grande, como lo sostuvo Christaller en su teoría de los lugares centrales. Así el tren rápido podría transformar al Gran Valparaíso en una ciudad dormitorio de la capital, reforzando el centralismo.
Es muy probable que la migración aumente con el tren, pero los beneficios son bastante mayores que los costos. El primero se verá en la economía, al dinamizar el turismo, la construcción o la educación superior, actividades que generan muchos empleos y recursos municipales.
Más importante es la posibilidad de recuperar parte del capital humano que migró hace años a la capital y que podría retornar con un tren rápido, generando un círculo virtuoso en materia de emprendimiento, innovación o desarrollo cultural.
A ello se suman los beneficios por la reducción de accidentes y congestión vehicular en Agua Santa, Las Palmas o Santos Ossa o la posibilidad de revitalizar barrios abandonados o subutilizados como El Almendral, Barrio Puerto o El Salto.
Para todo ello la ciudad debe prepararse. Junto con el tren necesitamos ampliar el metro regional, construir vías alternativas al camino costero, ascensores y teleféricos a los cerros. Adicionalmente, es clave potenciar los atractivos ambientales del Gran Valparaíso, como su borde costero, parques y espacios públicos. Finalmente, los planes reguladores deben reservar áreas de crecimiento con infraestructura, servicios y normativas adecuadas.
La integración del Gran Valparaíso con el Gran Santiago ya es un hecho y hay que procurar que se realice de la mejor forma. El tren rápido es un buen camino, que bien conducido generará enormes beneficios para la región.
Columna originalmente publicada en El Mercurio de Valparaíso.
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