A propósito de la REP: el pfand Alemán, una experiencia de logística inversa aplicada al reciclaje
Según cifras del Ministerio de Medioambiente de Chile (MMA), actualmente se producen en el país, cerca de 17 millones de toneladas de desechos al año. Sólo el 10% de esto se recicla. Para hacer frente a este negativo escenario, el año 2013 ingresa a la Cámara de Diputados, el proyecto de Ley de Fomento al Reciclaje y Responsabilidad Extendida del Productor (REP), recientemente promulgada por la presidente Bachelet.
Esta ley propone –entre otras cosas-, una redefinición del actual enfoque de la gestión de los residuos en Chile, mediante la entrega de responsabilidades a los fabricantes y empresas productoras para la organización y el financiamiento de la recuperación, revalorización y gestión de seis derivados de los productos llamados “prioritarios”, -aceites lubricantes, aparatos eléctricos y electrónicos, baterías para vehículos, pilas, envases y embalajes, y neumáticos-, y que fueron seleccionados debido a su gran volumen producción y consumo, peligrosidad y/o factibilidad de revalorización.
En simple, la REP obliga a las empresas -fabricantes e importadoras- de los mencionados productos “prioritarios”, a hacerse cargo de sus derivados una vez terminada su vida útil. O sea, que “el contamina paga”…o al menos en su espíritu legal. Si bien es cierto, es el productor el responsable del reciclaje del producto prioritario, los costos de esta gestión serán compartido entre todos los actores involucrados: fabricantes, productores, y consumidores.
A la obvia preocupación sobre el traspaso al consumidor de parte de los costos de reciclaje y recolección por parte de las empresas (que deben estar claramente identificados en las boletas o facturas de compras), se agrega otra adicional que es la relacionada con la efectividad de los incentivos que se deberán disponer para que la ciudadanía recicle. En la REP, las municipalidades jugarán un rol esencial como gestores de recolección de los residuos domiciliarios (RD), que alcanzarían casi un 40% de desechos en los productos prioritarios considerados en la REP (Capital, 2015). Por lo tanto, comunas con mayor volumen de población, por ejemplo, se convertirán en actores claves para que las empresas generadoras de desechos cumplan con las metas establecidas por el MMA, abriendo un atractivo mercado de residuos. También se abrirá con esta ley, un interesante mercado para nuevos gestores privados.
¿Pero qué incentivará a los ciudadanos a reciclar a más? Sin duda que mejorar los estándares de educación ambiental y concientización del problema medioambiental al que nos enfrentamos resulta fundamental en esta tarea. Sin embargo, también deben existir otros tipos de incentivos que mejoren efectivamente el reciclaje, la reducción de residuos y la reutilización de estos por parte de la ciudadanía. Es decir, desde el ciudadano (o consumidor del producto) hacia dónde el residuo fue producido (o punto de origen). Esto es lo que se denomina “logística inversa” aplicada a la recolección de residuos.
El proceso de logística inversa (Luttwak, 1971), se puede resumir como “el proceso de movimiento de bienes desde su típico destino final (…) con el propósito de recuperar su valor”. Es decir, es una cadena de suministro inversa a la que tradicionalmente se utiliza por las empresas para asegurar su stock (“logística directa”), o sea desde el consumidor al productor o fabricante (Feitó, s.f.).
Una experiencia exitosa de logística inversa, la podemos encontrar en Alemania y su ya famoso “pfand” a los envases de bebestibles (“einwegpfand” es el depósito por envase desechable y “mehrwegpfand”, el por envase reutilizable). El sistema de recolección alemán, fue lanzado con el fin de definir y establecer la base organizacional y judicial de la ley de envasados Alemana dictada en 1991 (“Verpackungsverordnung”), formalizada posteriormente en 1996, con la “Ley de Reciclaje y Gestión de Residuos” (“Kreislaufwirtschaftsgesetz KrW-/AbfG”).
El sistema consiste en un depósito en dinero que se carga adicionalmente a la compra de una recipiente de cristal, plástico o lata, y que se devuelve una vez se lleve el envase a un punto o maquina de reciclado –generalmente en supermercados-, o a una botillería (o “Getränkemarkts”). Estos últimos, si cuentan con una superficie menor a los 200 m2, tienen el derecho a sólo aceptar la devolución de las marcas que ellos mismos ofertan.
En términos monetarios, por ejemplo en el caso de las cervezas, los precios del “pfand” pueden oscilar entre los 0,08 euros por las botellas de vidrio a 0,25 euros por un envase PET o latas. El establecimiento de estos valores depende del volumen, del impacto ambiental y del contenido de los envases. Esta diferencia monetaria, incentiva el consumo de envases reutilizables por parte de los consumidores, quienes deben ser informados en el mismo envase del precio del producto en sí mismo, y por separado el valor del depósito. El sistema finalmente, contempla el reembolso del depósito a cada uno de gestores de recolección (punto de reciclaje o botillería) desde su propio distribuidor, y éste a su vez, lo recibe del productor.
Al mismo tiempo y como era de esperar, son muchas las personas que han visto en la recolección de envases, una forma de ganarse la vida. Los “Pfandsammlers” son parte de la cotidianeidad de cualquier ciudad alemana, recogiendo envases en parques, estaciones o en cualquier evento masivo. Esto ha motivado cambios culturales en la ciudadanía alemana. Es así como muy usualmente, una persona al terminar de consumir un cerveza, no la botará a un basurero sino que la dejará a la orilla de la calle, para que luego un “Pfandsammler” pase por ella. Solidaridad pfand que incluso ya tiene algunas plataformas colaborativas (Pfandgeben.de por ejemplo).
En resumen, si bien es cierto el sistema es tremendamente complejo, (y que por cierto ha incluido extensas batallas legales entre el gobierno alemán y la industria embotelladora de dicho país, además de una serie de sucesivas reformas), según Deutsche Umwelthilfe, actualmente el 98,5% de los envases en Alemania son reciclados, el triple de lo que se conseguía anteriormente a la implementación de “Ley de Reciclaje y Gestión de Residuos” (DUH, s.f). Todo un éxito en cuánto al objetivo final de la iniciativa. A la espera de la reglamentación de la REP chilena, es de esperar que su implementación contemple experiencias internacionales exitosas como la del pfand alemán pero teniendo en cuenta la realidad local en materias de residuos (muy desigual en términos de educación medioambiental y recursos de gestión de residuos).
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