Fábrica Bellavista Monumento Nacional: Una oportunidad inédita para Chile
Por Christian Matus*
La planificación participativa vinculada al desarrollo territorial es un elemento insuficientemente integrado en las políticas urbanas de nuestras ciudades. Más aún en un contexto en el cual nuestro país viene experimentando –desde la década de 1980– una progresiva tendencia hacia la desregulación de las ciudades, donde el patrimonio se ha visto fuertemente vulnerado como efecto de un desarrollo desigual. Sin embargo, es posible identificar un conjunto de acciones ciudadanas que no sólo impugnan la lógica depredadora y desregulada, sino que empiezan a articular propuestas de futuro, reconquistando en forma propositiva el abandonado espacio de lo público, en el marco de un modelo de desarrollo urbano donde el Estado muchas veces asume el rol de promotor inmobiliario.
Una de estas experiencias es la desarrollada por la Mesa Ciudadana por el Patrimonio de Tomé, que nos ha tocado conocer a través de la investigación aplicada desarrollada como equipo del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS). La comunidad articulada en esa gran mancomunal que es la Mesa se ha organizado no sólo para defender la fábrica de su demolición, sino también para proponer las bases de una propuesta de gestión patrimonial participativa, que considere el patrimonio textil como una herramienta de desarrollo, reconociendo en la Fábrica Bellavista Oveja Tomé no un pasivo asociado a la nostalgia, sino un activo de la comunidad que permite proyectar su futuro. Gracias a esta ciudadanía organizada, hoy celebramos la declaratoria de Monumento Histórico Nacional de la Fábrica. No obstante, observamos que se trata del inicio de un camino, y no el fin último, en que la comunidad debe seguir siendo actor principal, tanto en la formulación de un Plan de Manejo en lo próximo, como en formar parte de un futuro Organismo de Gestión. Este escenario abre un conjunto de oportunidades y desafíos para la política pública y urbana que es importante ir sopesando.
Entre las diversas oportunidades está el impulsar al patrimonio como herramienta de desarrollo e innovación social, lo que implica pasar de una concepción fetichista a una vitalista, donde lo importante no está tanto en conservar infraestructuras u objetos, sino en activar nuevos usos desde y con la ciudadanía. En este caso, mediante un plan de gestión participativo, con usos compatibles y sustentables, donde la comunidad tomecina deberá desempeñar un rol protagónico. Vemos en ello una oportunidad inédita en y para la región, que abre la posibilidad de planificar ciudad de modo inclusivo, democrático y colaborativo, más allá de cualquier coyuntura política y electoral. Entre los desafíos está el ampliar la mirada y fortalecer la capacidad de diálogo trasversal; la articulación de actores heterogéneos; y los liderazgos políticos coherentes que impulsen de cerca estos procesos ciudadanos. Este no es un asunto exclusivamente centrado en inmobiliarios o privados, cuyo interés reside en un grupo económico específico, sino un asunto de largo plazo e intergeneracional, cuya soberanía radica preferentemente en los hijos, nietos, bisnietos de quienes con su trabajo y esfuerzo le dieron prestigio nacional e internacional a la fábrica en su época de oro. Lo anterior, a nuestro juicio, supone el desafío y la creación de una entidad que gestione y proyecte –mediante una perspectiva integrada e inclusiva– el desarrollo cultural, económico, social y humano de la comuna y sus diversas esferas de influencia.
*Investigador del cluster Planificación Integrada del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS). Doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2010. Antropólogo Social de la Universidad de Chile (1997). Especialista en el desarrollo de investigación e intervención en temáticas de urbanismo participativo, patrimonio e identidad, planificación integrada y desarrollo territorial
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